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Publicado el 17 de Enero de 2022 a las 09:49 horas

"Convertiste mi luto en danza" llega al Teatro Fernán Gómez


Unas páginas truncadas por la muerte. El hospital de donde escaparon tus sueños. Una elegía escénica, un testimonio de que la poesía, la belleza, permanece para siempre. Eusebio Calonge firma y Paco de La Zaranda dirige "Convertiste mi luto en danza", un homenaje a María Pisador, que murió antes de los 30, y a tantos que como ella sostuvieron una durísima batalla contra la enfermedad. Del 19 al 30 de enero en el Teatro Fernán Gómez

Laura Gómez-Lacueva, Ingrid Magrinyá, Inma Nieto/Celia Bermejo componen el elenco de esta obra que ahora se estrena en Madrid.

Eusebio Calonge escribió el texto a partir de una experiencia real que nace como respuesta a una carta recibida hace años, en la que una madre, Elena, les contaba como su hija María Pisador, desahuciada por un cáncer terminal, se desplazó en ambulancia del hospital de Pamplona hasta el Teatro Principal de San Sebastián para cumplir su deseo de ver a La Zaranda, falleciendo pocos días después.

Una obra en la que se diluyen los límites del teatro y la danza, que explora el sentido del arte a partir de una experiencia real que marcó a dos de los componentes de la compañía. Unas páginas truncadas por la muerte. Una habitación donde anidan tus recuerdos. Un parque donde ya sólo pasea tu ausencia. El hospital de donde escaparon tus sueños como pájaros. Una elegía escénica, un testimonio de que al fin la poesía, la belleza, permanece entre nosotros para siempre. Es este un homenaje a María Pisador, y a tantos que como ella sostuvieron una durísima batalla contra la enfermedad, dejándonos el amor necesario para poder seguir adelante, en la búsqueda de nuestros propios versos con que celebrar la vida, la esperanza.

Repentinamente el destino dio un manotazo que les arrebató todo. Un diagnóstico inesperado hizo trizas sus rutinas cotidianas, precipitando el derrumbe de sus relaciones, trabajos, proyectos… En ese momento decisivo en que la esperanza lucha con la muerte, es cuando se cruzan estas dos mujeres. Personalidades muy distintas, en sus modos de entender el mundo, sus gustos, sus estados de ánimo, y sin embargo están de la mano ante ese abismo al que la enfermedad y el dolor las empuja.

Desamparadas en mitad de sus miedos, aisladas en sus tristezas, todo lo esencial comienza entonces a tomar sentido, alumbrando la penumbra de sus consciencias, buscando entre los sueños perdidos, los recuerdos, en la profundidad del presente, un frágil motivo de alegría. El argumento es el de la descarnada vida cuyo desenlace, de tener un fin, es aquél hasta el que nos lleve nuestra fe. Porque solo nos queda el arte para que la muerte no tenga la última palabra, trazamos este poema escénico, la danza de una llama, aún menos, su sombra en la pared, con la esperanza de que perdure el amor más allá de las cenizas de la memoria, en la elevación de un humo, que se eleva al cielo.


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