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Publicado el 07 de Abril de 2021 a las 11:39 horas

La CNTC y Adriana Ozores estrenan "Troyanas" en el Teatro de la Comedia

La CNTC y Adriana Ozores estrenan

Terencio, Plauto, Séneca… Los autores del Siglo de Oro se zambullían fascinados en la lectura de sus predecesores grecolatinos. Hoy, la Compañía Nacional de Teatro Clásico se abre a ese fascinante repertorio a través de "Troyanas", una de las obras más potentes y contemporáneas del filósofo romano. Y lo hace con dos ases en la manga: la dramaturgia de Ángeles González Sinde y la dirección escénica de Adriana Ozores.

La pieza, protagonizada por Pepa Pedroche, Víctor Saínz, Javier Lara, Alejandro Saá, Elsa González, Marta Guerras, Alfredo Noval, Sara Moraleda, Alba Enríquez, Silvana Navas, Nicolás Camacho, Lucas Blas, Bruno Moragón y Miguel Moragón, estará en cartel en el Teatro de la Comedia a partir del 7 de abril.

"El texto es muy femenino en el sentido de que presenta mujeres que viven en una especie de incapacidad de movimiento y de lucha pero, gracias a la fuerza de Hécuba y el desarrollo que ha tenido su figura a lo largo de todo el movimiento feminista, las empuja hasta nuestros días. Es probable que hiciera falta la caída de Troya, de ese paradigma, esa forma de entenderse todo –incluidas a nosotras–, para que pudiéramos dar el salto a la conciencia de quiénes somos, cuáles son nuestros derechos, etc. Es un texto con muchísimas capas", nos ha contado la directora en esta entrevista.

Séneca escribe sus Troyanas casi quinientos años después de que lo haga Eurípides y supone un salto de paradigma en el desarrollo de la conciencia humana que todavía hoy está por llegar en toda su plenitud.

Si Eurípides es el demiurgo de las pasiones, Séneca lo es de la razón, el salto lo da del “pathos” al “logos”, del “sentir” al “comprender”. Y es en este salto donde el bien no es un acto de fe, sino una toma de conciencia, con la voluntad como vía. Acogiendo la condición humana en toda su dimensión y como punto de partida, Séneca estructura toda su filosofía. Pasa por el estudio de múltiples disciplinas, todas llamaban su atención; la docencia como encuentro entre iguales, pasando por la política, salpicada de sangre casi siempre, hasta la comprensión profunda y cercana del alma femenina.

Estas Troyanas lejos de solo dejarse arrastrar por la aceptación de su destino, son el germen de la “venganza” de lo femenino herido. Hécuba adalid de su “grey”, señalada ya por Eurípides como la perra negra que ladraba a la libertad, es  motor y bandera de gran parte del movimiento feminista hasta nuestros días. Por eso, estas Troyanas nuestras, víctimas de una guerra siempre injusta, pero víctimas también de la inconsciencia de un modelo femenino sometido, han de ser sacudidas y atravesadas de parte a parte por esa animalidad salvaje, para reconocerse completas.

También nos habla Séneca en Troyanas, por primera vez, de los derechos de los vencidos, e introduce la postura ética de la CLEMENCIA: el perdón. Será a partir de él que se consagre en 1945 la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Y atravesando este texto intemporal: la palabra IMPERMANENCIA, que nos sobrecoge a todos por su hondura. A lo largo de la obra muchas son las preguntas de Séneca alrededor de ella; muchos sus asombros, muchos sus silencios. 


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