Publicado el 01 de Noviembre de 2017
Aitana Sánchez-Gijón. Troyanas
Obra: Troyanas
Admiro profundamente a las miles de mujeres anónimas que son legión, que hacen de la palabra y la denuncia su bandera
Dama de las tablas, claro reclamo para la ficción televisiva, caramelo de la gran pantalla. Nadie puede cuestionar la grandeza de esta actriz que, después de todo, nos confiesa con emoción que se quedó ‘sin aliento’ al contemplar las 3500 personas que asistieron al estreno de “Troyanas” en el Teatro Romano de Mérida. Inmersa de lleno en el cuerpo y alma de Hécuba, la protagonista de esta tragedia nos recibe para darnos las claves de su último éxito teatral.
¿Cómo se plantea “Troyanas”?
Después de que Troya perdiera su guerra y los troyanos fueran víctimas de los griegos, las mujeres fueron repartidas como botín de guerra, cosa que sucede en casi todas las guerras: las mujeres son el último eslabón de la cadena de sufrimiento. La función habla de estas grandes olvidadas.
¿Quién y cómo es su personaje?
Interpreto a Hécuba, la reina, mujer de Príamo, madre de Héctor y Paris. Es una mujer que lo ha perdido todo: sus hijos, su marido, su patria. Está esperando a ser sorteada y no sabe qué destino le aguarda. Para mí, ella es el símbolo de la resiliencia: aún teniendo motivos de sobra para dejarse morir, siempre encuentra la fuerza para levantarse y seguir adelante.
Uno de los momentos más impactantes que, en su opinión, vive su personaje en escena, llega cuando…
Taltibio viene a darme la noticia de que Astianacte –el nieto de Hécuba– va a ser sacrificado porque los griegos no quieren que haya ninguna semilla que pueda resucitar el espíritu de Troya. Es el momento más desgarrador y trágico de toda la función en el que Hécuba, desesperadamente, intenta convencer al mensajero de que salve a ese niño. Si deja que muera, él habrá muerto para siempre, porque es algo inconcebible.
¿Y una de sus frases inolvidables?
Cuando ella tiene a su nieto en los brazos y le dice a Taltibio: “¿teníais miedo de un niño tan pequeño? No se trata de ganar esta guerra, sino de negarnos el futuro”. Y otra, al final de la función: “Aguantarás en pie, Hécuba, para que la última palabra no sea de ellos, para que no se queden con toda la luz de este mundo”.
¿Cómo define a cada uno de los seis personajes que la acompañan?
Taltibio inicia la función. Él es el reflejo de todos nosotros, ‘el hombre normal’ que carga con esa culpa eterna por no haber evitado el sufrimiento de estas mujeres. Casandra es una de mis hijas. Una mujer que estaba destinada al sacerdocio. A pesar de aparentar cierta locura ante esta situa-ción, es la lucidez personificada. Andrómaca, mi nuera, está en rebeldía contra lo que ha pasado. Para ella ya nada tiene sentido. Tiene un discurso muy lúcido, pero lo hace desde la amargura.
¿Qué hay de los tres restantes?
Políxena, mi hija, ha perdido ya la vida. Es como un fantasma que va por el escenario infundiéndome fuerzas desde el más allá. Briseida, utilizada como esclava sexual, ha sufrido cierto Síndrome de Estocolmo: ha llegado a añorar los brazos de aquél que la esclavizó primero, Aquiles, y se odia por ello. Ha perdido su identidad. Helena es quien, aparentemente, ha causado esta guerra. Representa la coartada que necesitaban los griegos para hacerse con una ciudad tan próspera y rica como Troya.
¿Qué hace de “Troyanas” una obra imperdible para el público?
Que nos habla de lo que ocurre hoy mismo al otro lado del Mediterráneo, con esas hordas de personas expulsadas de sus tierras que lo han perdido todo, que vagan sin ser acogidas. Nos habla de las secuelas de las guerras, de que lo que pasa después de ellas puede ser incluso peor. Desafortunadamente, el texto de Eurípides sigue estando de rabiosa actualidad y el montaje de Carme nos conecta con imágenes reales de la guerra de Siria, de mujeres que vagan exiliadas de su tierra con hombres destro-zados por la guerra, ciudades bombardeadas… Todo eso es el pan de cada día.
¿Cómo podemos contribuir para la lucha contra la eterna vulneración de los derechos de las mujeres?
Como dice Hécuba: “¡Troyanas, levantaos y recoged palabras entre los escombros, sacadlas con vuestra boca del incendio y escupidlas. No dejéis que a la injusticia siga el silencio!”. Eso es lo que tenemos que hacer: alzar la voz, visibilizar todo lo que ocurre y no permitir que esto quede en el olvido y el silencio.
Hablando de mujeres… ¿qué figura femenina histórica merece su profunda admiración y por qué motivos?
Yo hablaría de las miles de mujeres anónimas que son legión, que hacen de la palabra y la denuncia su bandera. Por ejemplo, pienso en estas mujeres valientes en México que asumen la alcaldía de pueblos masacrados por el Narco a las que tienen amena-zadas. Muchas pierden la vida de sus hijos y la suya propia y, aún así, siguen adelante porque piensan que hay que plantar cara a todo esto y asumir la responsabilidad de conseguir una convivencia más pacífica.
¿En qué otros proyectos podemos verla próximamente?
Aparte de la gira de “Troyanas” hasta marzo y de “Velvet” y “Conquistadores” en TV, en enero estreno la película “Thi Mai” junto a Carmen Machi, Adriana Ozores y Dani Rovira. Es una comedia con muchas dosis de emoción y ternura dentro de un contexto tan exótico como es Vietnam.