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Alejandro Picciano por

Publicado el 01 de Junio de 2021

Alejandro Picciano por "Alma de bohemio" de La Porteña Tango

Obra:

 “El tango, como argentino, es el prisma por donde filosofar y ver la vida. ¡Los clásicos de Gardel o la música de Piazzo-lla enamoran a la gente!”

 

El grupo de tango argentino de mayor audiencia en Europa no cesa en su empeño de enamorar al público de este país. ¿Sus armas? Contar con un impresionante elenco artístico de más de una decena de músicos y bailarines en escena que hacen de “Alma de bohemio”, su nuevo show, una exquisita experiencia visual y musical para todos los públicos. La imponente Plaza de toros de Aranjuez se perfila como el escenario que da paso a una gira internacional que llenará el verano de tango, danza y poesía. Por ANA VILLA


¿Cuál es la propuesta de La Porteña Tango y qué ingredientes (técnicos y emocionales) definen este proyecto?

Por sobre todas las cosas La Porteña tiene en su esencia una frescura inicial, de la cual se pueden jactar muy pocos grupos actuales. Es algo que nació entre amigos y con la naturalidad de tocar en un barcito, más por amor a la música que hacíamos y las risas que nos pegábamos juntos con Federico Peuvrel (Piano) que por salir a buscar bolos “funcionales” de Tango Argentino a la carta para ganar un dinerito.

En la vieja “Cueva del Bolero” tocábamos cada miércoles con nuestras novias del momento y ahí llegó un día nuestro primer bandoneonista. Después una noche, el gran Litto Nebbia nos ofreció grabar un disco para su sello Melopea, en una de sus giras europeas, y un día me llamó Joao Pedro Vieria, un productor Portugués, y empezamos a hacer buenos teatros en su país casi sin darnos cuenta. Un día hicimos unos videos con cámara fija y poco más en un teatro precioso del Algarve con el teatro a explotar y, de repente, eso fue una bomba, rulando por youtube, y comenzamos a tocar en buenos teatros en España. Luego hicimos el Teatro Calderón de Madrid en Febrero del 2012 lleno de gente y de ahí salió viaje a Rusia por primera vez. Todo lo que vino después fue rodado, llegando a hacer 80 conciertos por año y viajando a 20 y pico de países.

Era un gran salto y hubo que pensar mucho más los detalles de los shows, los guiones, el vestuario, la narrativa, luces, etc, como montar un cuerpo de danza, toda una locura, pero aunque pasó muchísima gente (unos 50 bailarines, 3 Bandoneonistas  y 4 Cantantes), jamás perdimos ese espíritu primigenio, la alegría de juntarnos a tocar como niños que aman lo que hacen y disfrutan de cada ciudad que visitan y cada ensayo, con humildad, como un regalo de la vida. Creo que en esa frescura originaria radica la conexión del público con La Porteña: hay cercanía, todo se ve y suena creíble.

 

 


Su nuevo show, “Alma de bohemio”, promete tango, danza y poesía. ¿De qué manera disfrutaremos de estas tres disciplinas artísticas sobre el escenario?

Principalmente, yo creo que el que no entiende la poética tanguera se queda sin entender más del 50 o 60% de lo que es el tango en sí mismo. El nivel de sus poetas es enorme, un lujo para lo que se denomina canción popular, de ahí que grandes escritores de canciones como Serrat o Sabina siempre tengan una deferencia y pasión por el género. Si los shows de tango siempre se centran en el tipo que llora por la mujer, el compadrito o la “danza sensual”, estamos muertos. Eso puede estar bien para complacer turistas y vivir este bello arte como un trabajo que da un sueldo seguro, pero el tango en su esencia es de una profundidad enorme.

El tango, como argentino, es algo de lo que no te puedes escapar ni aún renegando o desconociéndolo, porque es en su pura esencia el mismísimo ADN porteño, es casi nuestro prisma por donde filosofar y ver la vida.

Su música, por otra parte, es ambiciosa y compleja de tocar, su historia es riquísima en grandes melodistas, compositores e instrumentistas y el baile, directamente, es algo que enamora al mundo por su belleza estética. Y haciendo justicia histórica, también fue el gran motor del género en las últimas décadas, por lo cual a veces la gente habla del tango como si sólo fuera un baile y no una música hermosa y con el enorme agregado de poseer una lírica de alto vuelo.

En 2020 nos vimos obligados a postergar nuestro viaje a Argentina a grabar un disco homenaje al gran poeta Homero Manzi, entonces, ante la dificultad que originó la pandemia mundial, montamos este viaje por todas las épocas del Tango, culminando en el centenario de Piazzolla, en forma evolutiva. Y lo titulamos como aquel viejo y precioso tema de 1914 “Alma de Bohemio”, porque eso es lo que somos los músicos y los teatreros. Un homenaje a ese alma que nos impide dedicarnos a otra cosa, y que es lo que nos hace lo suficientemente fuertes para seguir siempre adelante soñando que ya se volverían a abrir los telones en una nueva ciudad.

 

 


Para usted, como director artístico y guitarrista de este espectáculo, los máximos logros obtenidos al frente de este proyecto son:

 

Primero, poder haber mantenido ese espíritu de grupo a través de los años, que es lo más difícil de sostener en el tiempo, y luego el enorme mimo al corazón que es poder compartir los escenarios con mi propio hijo Matías Picciano en un instrumento tan complejo como el bandoneón, siendo parte del grupo desde que tenía 18 años recién cumplidos en el año 2013.

Poder tener la confianza absoluta y la amistad con un músico como Litto Nebbia, que cada vez que se me ocurre un disco nuevo sólo hay que intercambiar algunas ideas, ponerse a ensayar y grabarlo, es una enorme fortuna.

Soy músico desde niño y eso es algo que uno espera que suceda toda la vida. No encontraré la forma de cómo agradecerlo jamás…¡’El sueño del pibe’! que diríamos en Argentina.

Otra cosa que me produce una sensación hermosa a mí, es haber llegado a perder la cuenta de la cantidad de shows y ciudades a las que fuimos. Países lejanos y montones de bellas personas con las que hicimos amistad para toda la vida en lugares que un chico como yo, del barrio de El Palomar (Buenos Aires) jamás hubiera pensado que llegaría a los guitarrazos, es casi lo más bello que te puede pasar en la vida.

Después, también están algunos premios y eso lindos momentos de gloria con su subidón de ego, que junto con los malos y los golpes, te equilibran en el camino y finalmente son los que hacen traccionar nuestro motor, pero sin afán de falsa humildad, están totalmente en otro plano emocional.

 

 


Uno de los grandes momentazos de “Alma de bohemio”, ese que siempre desata el aplauso unánime del público, se produce cuando…

 

Creo que hay muchos momentos muy lindos con sus historias, risas y bailes espectaculares, porque se desarrolla casi como una peli, en la que las emociones varían mucho. Los Clásicos de Gardel, la danza con bombos y boleadoras o la música de Piazzolla enamoran a la gente.

Pero un momento que amo particularmente de este nuevo show es cuando Mel Fernández (voz) se sienta al borde del escenario con el público a medio metro, se bajan las luces y hacemos “Noches Provincias”, una bellísima canción del gran Homero Manzi dedicada a su pequeño pueblo natal, Añatuya,  que llega a la fibra del corazón.

Se produce una intimidad con el público que corta el aire,  suele ser una canción que no conocen ni los tangueros y estaba en una vieja peli del Hugo del Carril. Cuando termina, quedan unos segundos de silencio, un suspiro y explota el teatro… ¡Me encanta la sensación de que una canción que no escuchaste nunca en la vida conmueva tanto a primera escucha!

 


Casi 700 conciertos en los escenarios de 20 países a lo largo de 13 años habrán dado para un sinfín de experiencias con el público. ¿Podría compartir con nosotros alguna anécdota divertida, sorprendente o peculiar vivida con La Porteña Tango?

      

¡¡¡Tropecientasmil!!! (risas). Y de las feas también otras cuantas, pero para uno que viene de un país al que le dicen tercermundista, quizás una que me gustaría contar es de nuestro viaje a Noruega que se supone que es todo lo contrario por antonomasia.

Estando en el aeropuerto de Oslo, esperando el avión que nos lleve hasta las ciudades de Floro y Forde en los fiordos, nuestro avión no llegaba nunca por el retraso. Cuando llegan era uno de estos aviones pequeñitos a hélice que van por la montaña con unos 20 pasajeros, que éramos todos músicos de diferentes partes del mundo.

Nos dicen que el aparto no va bien y que vendría otro, y así como llega el remplazo un camioncito pone la manguera de combustible ¡y el tipo se va…!  Al rato empieza a derramarse el combustible a mansalva, haciendo una laguna debajo del avioncito. Así que en ese tampoco viajamos, luego viene el tercer avión al que ya nos embarcan, y con todos arriba del avión sale de la cabina el piloto muerto de risa, porque ni él lo podía creer, diciendo que no funcionaba un motor bien y que todos para abajo. Así que ya pensábamos que si Gardel se mató en un avión, hoy si seguimos así, La Porteña pasa a la historia (risas).

Al mes fuimos a Ecuador y a Argentina a presentar nuestro disco “Que me van a Hablar de Amor” y por supuesto nada de eso nos pasó en ninguno de todos sus aeropuertos, pero estoy seguro de que, si pasaba algo así, se hubiera escuchado más de un comentario como “¡Qué país!” o “¡Acá nunca nada funciona bien!” “¡Después quieren que vengan turistas!” y cosas por el estilo. Así es el mundo y a veces da mucha risa.


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