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Andrés Lima. Medea

Publicado el 31 de Marzo de 2015

Andrés Lima. Medea

Obra: Teatro de la Ciudad: Medea

 Nos reunimos para trabajar juntos y aprender unos de otros, para tener más fuerza y enfrentarnos a la vida teatral

 Si en el París de los años 20 el Cartel de los cuatro reunió a los directores, alumnos de Jacques Copeau, Louis Jouvet, Charles Dullin, Gaston Baty y Georges Pitoëff, los tres mosqueteros más aventajados de la escena actual hacen lo propio con el Teatro de la Ciudad, que por fin verá la luz en el Teatro de La Abadía. Alfredo Sanzol, Andrés Lima, Miguel del Arco y toda su gente habitual –productores, actores, escenógrafos, etc.– le han puesto trabajo, sacrificio, coraje y mucho corazón a uno de los mayores proyectos teatrales de los últimos años. Ya lo dice Benjamín Prado: “Deja de buscar las llaves, inventa otra puerta”. 

Dice Benjamín Prado: “Deja de buscar las llaves, inventa otra puerta”. ¿Eso es lo que están haciendo ustedes tres con este colosal proyecto?

Creo que no. Evidentemente es un nuevo proyecto y es algo nuevo siempre, pero son las mismas puertas. Es que esta historia de la reinvención no me acaba de convencer a mí. Nosotros nos reunimos para trabajar juntos y para aprender los unos de los otros, es algo que ha existido desde los griegos, nos unimos para tener más fuerza, para poder enfrentarnos a la vida teatral con lo difícil que está con más fuerza, ya que la unión hace la fuerza. Lo que queremos hacer es que se mueva el teatro, que se recuerde que el teatro es un bien precioso, es un bien público.


¿Cómo surge la idea de unirse? ¿De quién parte? ¿Cómo se da el primer paso, cómo es esa conversación que forja algo de tamaño calado? ¿Quién llama a quién?

Las ideas al final dentro de una misma generación están en el aire, la cuestión práctica es que yo llevaba unos talleres de investigación, que es la dinámica que lleva el Teatro de la Ciudad, y llamé a Miguel y a Alfredo para que participaran conmigo, para que participaran de la experiencia. Vinieron varias veces, les gustó mucho y poco a poco de ahí surgió la propuesta de unirnos. La propuesta práctica, una vez que ya estábamos unidos en la investigación, creo que fue de uno de los productores.


¿“Capitalismo, hazles reír” fue un poco un ensayo general de este Teatro de la Ciudad (también se vertebró con talleres)?

La voluntad de investigar es una de las causas más importantes del Teatro de la Ciudad, es decir, hacer espectáculos ya hacíamos antes y cuando inauguré este taller de investigación a ellos les cautivó el hecho de que se trabajara en continuidad y se pudiera investigar para que al cabo de un tiempo se cambian los ritmos y los tiempos de la producción y de la exhibición teatral. Entonces, sí, es uno de los gérmenes…


¿Cuánto les ha costado levantar un proyecto como éste? ¿Han tragado saliva muchas veces, han pensado dónde nos hemos metido?

Nos está costando bastante trabajo salir y seguimos pensando dónde nos hemos metido porque estamos en pleno proceso. Nos está costando económicamente mucho, mucha inversión, tenemos una filosofía más de cooperativa y la gente trabaja con nosotros como hace con Woody Allen en Estados Unidos yo creo porque sabe que pueden trabajar en un proyecto donde prima la investigación, el placer teatral y la profundidad, pero eso cuesta tiempo y dinero, cuesta. De momento estamos invirtiendo mucho. Cuantificado no lo sé, desde luego hay un esfuerzo por parte no solamente por parte de las tres compañías que iniciamos esto, como todo lo que arrastra eso a su vez que es un montón de gente.


 ¿Qué satisfacciones han encontrado por el camino?

Bárbaras. Solamente el hecho de los talleres merece la pena y justifica todo. El intercambio es muy bonito, el mestizaje es algo fundamental. Que estemos todo el rato mezclándonos tanto en ideas como en propuestas como en ver el resultado de la exhibición eso es maravilloso. Si hay poca inversión en la investigación científica y en general, en teatro…


¿Y por qué han escogido la tragedia para echar a andar el proyecto?

Hay varias razones. Una de ellas es que los tres estábamos en ello. Mucho del Teatro de la Ciudad es que los tres generacionalmente coincidimos y hay una inquietud teatral parecida. ¿En qué estás? ¿En qué estás? Pues a mí me gustaría… Pues a mí también. Eso es fruto del deseo de cada uno. Y por otro lado nos pareció perfecto algo que inaugurábamos entre los tres y que queríamos investigar que fuera con la tragedia ya que la cultura griega es el origen de nuestra cultura occidental o uno de los pilares más fuertes y uno de los que más se nos están olvidando porque parte de todo lo que proponen los griegos que va directamente dirigido desde la razón y el mitos…


Y ya están aquí Antígona, Medea y Edipo. Háblennos cada uno de su elección: por qué y cuál es su visión particular de la obra, dónde pondrán el acento, por qué con esos actores y no otros…

Aitana estaba ya involucrada en “Capitalismo” y en esta investigación y empezamos con mucha inquietud yo por un lado Medea es una obra que quiero montar desde hace diez o quince años, me acuerdo de que me gustó muchísimo su lectura y creo que plantea una de las zonas más oscuras del ser humano, que es toda la violencia que desemboca en la guerra, que sin embargo parte de una experiencia de amor. Cómo es posible que tanto amor que alberga una persona pueda convertirse en tanta destrucción. A Aitana le gustaba muchísimo el tema y ella conectaba con todo el tema de la diosa blanca, del origen del mito, de cómo es posible que el género masculino aplastara tan fuertemente todo lo que es la primera mitología o la mitología más antigua que es de carácter femenino y eso tiene mucho que ver con la presencia de la mujer en el mundo actual. Esas dos puntos de vista nos atrajeron como imanes para que nos pusiéramos a trabajar sobre ello. Mi visión está llena de preguntas, hasta cuándo vamos a seguir matando a nuestros hijos, hasta cuándo vamos a seguir generando cementerios y tener esta especie de instinto autodestructivo tan enorme. Aunque sea por algo tan maravilloso como es el amor. El género teatral de la tragedia me plantea muchísimas preguntas teatrales que me parecen muy modernas. Creo que el lenguaje griego tiene una teatralidad tan enorme y tan sofisticada que ahora mismo vuelve a ser muy moderno y que nos puede dar muchas claves el verlo con ojos contemporáneos y revisarlo.


Y después de cada uno de los montajes que podrán verse de forma conjunta, ¿qué es “Entusiasmo”?

“Entusiasmo” es el bar (risas). Yo creo que la palabra bar trasciende a lo que la gente cree que es un bar para tomarse un vino antes de que empiece la función. El teatro es un lugar de encuentro, es un acto social maravilloso y está bien tener un sitio donde comentar la función, donde comer y beber algo, donde brindar por los actores, donde los actores puedan brindar contigo y además para nosotros es una ampliación del hecho del Teatro de la Ciudad y un germen de futuro proyecto. En el bar de “Entusiasmo”, que es el bar de la tragedia, puede pasar cualquier cosa. Va a tener una actividad más que tiene que ver más con el happening o con la sorpresa, vamos a estrenar piezas cortas, vamos a bailar, vamos a cantar, el público que se pase por el bar después de la tragedia podrá encontrarse con los actores, con los directores… Es un lugar de encuentro en donde el entusiasmo va a regir.


Los tres son profesionales muy comprometidos y críticos con la situación que vive actualmente la cultura, así que no puedo evitar preguntarles: Electoralista o no, ¿cómo reciben la noticia de la bajada del IVA cultural?

Hemos sufrido mucho en estos años. De momento es un anuncio de bajada, pero dos puntos por encima de lo que estaba antes, veremos si es verdad. Yo espero que sí. Es fundamental que baje el IVA, está cavando muchas empresas, muchos actores, muchos directores están dejando la profesión, hay un nivel de paro gigantesco. Por supuesto no es solo el IVA, es la crisis, pero el IVA venía a rematar esa situación. La recibo con alegría y en la confianza de que sea real. Que el primer paso sea bajar el IVA, bien, a ver ahora que se mueven las cosas y que parece que la vida podría cambiar en nuestro país a ver si podemos dirigir mejor la cultura.


¿Ya podemos llamarles maestros o aún se sienten alumnos?

No he estado muy pendiente nunca de eso ni me preocupa mucho, yo quiero seguir aprendiendo, pero no me gustaría establecer nunca una relación de maestro ni de alumno, es una relación horizontal en donde todos nos comprometemos a investigar, a bucear en el auténtico sentido del teatro y de la realidad en que vivimos. Lo interesante es comprometerse con la reflexión de eso, seas alumno o seas maestro.


Aún estamos casi empezando, pero ¿qué futuro le espera al Teatro de la Ciudad?

Yo espero que muy bonito, pero de momento incierto. La voluntad es como cuando estaba en Animalario, es un concepto, una forma de hacer teatro que ahora mismo se ve exactamente en el teatro de la ciudad, es lo mismo que hacíamos pero como más gente. El Teatro del Barrio lo está aplicando con Alberto, no me preocupa mucho los nombres, pero sí la posibilidad de seguir haciendo un teatro en que puedas investigar y que tenga posibilidad teatral y de contenidos. Está muy difícil mantener una empresa tan grande y tan ambiciosa. Nosotros lo vamos a intentar y por eso hemos partido fuerte. Vamos a ver qué pasa.


¿Nos definiría con una o dos palabra a cada uno de sus dos compañeros de batalla?

Muy buenos (risas). Son gente que a mí me atrae muchísimo trabajar con ellos porque comparto afinidades, deseos y preguntas. Y sobre todo es un placer y es muy importante tener placer en la vida. 

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