Revista teatros

 Ama tanto la danza que, a pesar de las piedras que haya podido haber en el camino, volvería a andarlo una y mil veces. Entregado al cien por cien a lograr que el Ballet Nacional de España se parezca al que siempre ha soñado, Antonio Najarro se pone el uniforme de capitán y nos habla de este buque cuyo timón lleva desde abril de 2011.

¿Qué es “Alento & Zaguán”? ¿Cómo definiría este nuevo espectáculo?

Una muestra perfecta de lo que está ocurriendo hoy en día en la danza española.

“Alento” es una pieza especial para usted. ¿Por qué?

Es una pieza muy especial porque es realmente un recuerdo y una muestra muy evidente de toda mi trayectoria como coreógrafo. De hecho, hay muchos guiños y recuerdos a todas las coreografías de todas las producciones que he puesto en pie con mi compañía privada y de otras que he hecho para otras compañías de danza española.

Háblenos de ella: qué significa, qué vamos a ver, cómo es, cómo es la música… 

“Alento” define perfectamente lo que es mi estilo coreográfico, que es un estilo muy personal que he llevado desde hace casi veinte años que empecé a coreografiar. Es un estilo muy personal, principalmente basado en la danza clásico española, una danza estilizada y acompañado de una música totalmente vanguardista, compuesta por Fernando Egozcue, que es un compañero de viaje que ha compuesto prácticamente toda la música de todos mis espectáculos. Es una música llena de sensibilidad, con muchísima fuerza, con guiños a  muchos estilos musicales, como el tango argentino, el jazz, el blues, el soul y que se interpreta en directo por la ORCAM y por Fernando Egozcue, que es guitarrista. La estética es una estética muy vanguardista, los bailarines saldrán vestidos por figurines de la diseñadora Teresa Helbig y es una danza muy visceral, con muchísimo movimiento, mucha energía. Me encanta usar el contraste de números muy fuertes y muy visuales con números mucho más íntimos en el que hay un uso de la castañuela muy potente y una ejecución tanto técnica como artística muy compleja.

Si le digo Fernando Egozcue

Para mí es muy especial porque la primera coreografía que monté con su música, con su aporte musical, que fue un tema suyo que se llama “Viejos aires” es un tema muy tanguero y a partir de esa coreografía nació mi compañía privada porque esa coreografía fue la que luego cerraba mi primer espectáculo “Tango flamenco” y es un espectáculo que ha tenido un éxito increíble, lo hemos presentado por todo el mundo y una de las claves de ese éxito era la maravillosa música de Fernando Egozcue, que como te he dicho antes es una música que para mí como creador y sobre todo para el estilo de coreografía que yo hago es perfecta porque está llenísima de sensibilidad y de contrastes. Él ha sido un vanguardista, ha hecho unas instrumentaciones de temas emblemáticos tangueros como XXX muy muy arriesgadas, pero el resultado ha sido maravilloso y yo creo que a Fernando Egozcue y a su sensibilidad y a cómo es como persona, que es una persona totalmente abierta, es un artista de verdad, a él le debo muchísimo y por eso también he querido contar con él para esta nueva producción que tanto me define como coreógrrafo y Fernando Egozcue en mi carrera me define también como músico que me ha acompañado.

Vamos a hacer lo mismo con “Zaguán”. Háblenos de esta pieza.

“Zaguán” sigue un poco la línea que llevo desde que comencé a dirigir el Ballet Nacional de invitar a coreógrafos que actualmente pienso que están marcando muy fuerte el mundo del flamenco actual. En este caso he querido invitar a diferentes coreógrafos para hacer una coreografía, un ballet realmente en cuanto a concepto un ballet limpio y puro, una suite flamenca en la que se combinan diferentes palos del flamenco y cada uno de esos palos ha sido coreografiado por estos coreógrafos que son Marcos Flores, La Lupi, Mercedes ruiz y como guinda a la coreografía y como algo que me ha hecho muchísima ilusión es la de retomar la emblemática Soleá del mantón de Blanca del Rey, de la gran bailaora flamenca Blanca del Rey que llevó esta Soléa del mantón, que es lo que realmente muchísima gente seguidora del flamenco recuerda cuando habla de blanca del Rey. Esa soleá del mantón se queda en el Ballet Nacional de España, lo cederá el pase de esta Soléa del mantón a una de mis bailarinas principales, Esther Jurado, y la propia Blanca del Rey en alguna de las funciones también va a bailar porque ha querido hacerlo de manera desinteresada para despedirse de los escenarios con el BNE y con esta coreografía tan emblemática. Y el resultado ha sido una suite flamenca muy interesante. Cada una de las piezas tiene un sello muy personal. Se ha creado una suite muy armónica, una música también que hace total referencia a las bases y a las raíces del flamenco pero al mismo tiempo tiene un sonido muy actual que ha compuesto el guitarrista flamenco Jesús Torre(s) y el vestuario de este “Zaguán” es realmente una obra de arte, ha sido diseñado por Yaiza Pinillos y ha hecho un trabajo absolutamente artesanal, cada uno de los bailarines lleva una pieza de vestuario totalmente diferente, todos los tejidos han sido tratados con tintes, hay muchísimos tratados de tejidos con plisados, con estampaciones, se ha recurrido también a piezas de anticuario para adornar todos los tejidos, el vestuario son realemnte joyas cada una de esas piezas de vestuario que contrasta totalmente con el vestuario de mi producción, que son diseños mucho más estilizados, mucho más puros, mucho más de moda. Se va a ver muy clarametne, y es uno de mis objetivos, el contraste entre una primera parte y una segunda parte en cuanto a concepto y en cuanto a estilo.

¿El BNE con el que sueña Antonio Najarro es una realidad?

Sí, se está cumpliendo. Está costando mucho trabajo. No voy a decir que está como me gustaría, porque vamos a seguir luchando, pero el BNE es reconocido, tenemos muchísimos seguidores, llenamos todas las funciones, nacionales e interna-cionales, se han abierto sus puertas a muchos coreógrafos y maestros que han venido a impartir clases, participamos en eventos culturales, como desfiles de moda… Estamos consiguiendo posicionar el Ballet Nacional, suena mucho más y la gente lo siente como más suyo.

Balance positivo entonces...

Muy positivo. A pesar de los recortes, de las condiciones económicas... Frente a eso tenemos que ser fuertes y seguir luchando en ser lo que intentamos ser: una piña con una energía muy potente, que es lo que luego sale en el escenario y lo que llena el corazón del público que viene a vernos.

¿Qué máxima rige su trabajo?

Mis pilares siempre han sido el respeto, el rigor y la cercanía. También es necesaria la constancia porque la de un bailarín es una carrera de fondo en la que las cosas que se consiguen muy rápido se pierden también muy rápido. Hay que saber ser pacientes y muy constantes. Si amas lo que haces, siempre suele ser recompensado.

¿Un bailarín sufre mucho sobre el escenario?

No, el escenario está para disfrutar. Siempre hay nervios, respeto y un poco de miedo. Cuando se pierde eso te tienes que preocupar, pero trabajamos para pulir todos los detalles para que cuando salgan al escenario los bailarines estén seguros y felices, con ganas de expresar.

Esos nervios, ¿se llevan mejor o peor cuando uno es coreógrafo?

En mi caso es muchísimo peor (risas). Soy excesivamente riguroso y muy detallista y siempre veo el pequeño fallo. Cuando estás sentado en una butaca, que no puedes hacer nada... es cuando más nervios he pasado (risas).

Le gustaría tener más tiempo para...

Para dedicarme a mí (risas). Para dedicarme a mis seres queridos, un poco más de tiempo a mi vida personal porque esto te consume bastante.