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Entrevista a Ariadna Gil por Hay alguien en el bosque

Publicado el 01 de Marzo de 2023

Entrevista a Ariadna Gil por Hay alguien en el bosque

Obra: Hay alguien en el bosque - Teatro de La Abadía

 “Es después de la guerra de Bosnia Herzegovina cuando, por primera vez, las violaciones fueron consideradas crímenes de guerra”

 Tres décadas después de las atrocidades cometidas en la guerra de Bosnia, la mayoría de las supervivientes lo viven en silencio, ignoradas por las instituciones, invisibilizadas por la sociedad e, incluso, rechazadas por sus propias familias. Esta obra da voz a la memoria y a la determinación de estas mujeres y de los hijos e hijas nacidos de las violaciones para luchar contra el olvido a través de sus testimonios reales en escena. Después de agotar todas las entradas en plazas como el Teatre Nacional de Catalunya o el festival Temporada Alta, recibimos en Madrid a la siempre inmensa Ariadna Gil y charlamos con ella para sumergirnos en la impactante obra que protagoniza. Por ANA VILLA

¿Cuál es el origen de esta obra, de dónde viene “Hay alguien en el bosque”?

La obra surge de la idea de cuándo empieza y cuándo acaba una guerra para la gente que la sufre. Bajo esa premisa, el Colectivo de Cultura y Conflicto –que es quien lleva a cabo todo el proyecto– se planteó esta pregunta y de ahí nació un proyecto multidisciplinar donde hay un documental con testimonios reales, una exposición de fotografía y un proyecto teatral. Vemos qué pasa con esa gente hoy, centrándose sobre todo en la violencia sobre las mujeres y las consecuencias de las violaciones, porque es después de la guerra de Bosnia Herzegovina cuando, por primera vez, las violaciones fueron consideradas crímenes de guerra, nunca antes en toda la historia de la humanidad.


¿Cómo fue el trabajo de documentación?

Fueron a Bosnia y empezaron a recoger testimonios de las mujeres que quisieron compartir desde hoy cómo están, qué les pasa. Y también hablaron con hijos de esas violaciones, que es un tema del que tampoco se suele hablar, los llaman los niños invisibles, pero hay incluso asociaciones de hijos fruto de las violaciones de esa guerra. Se hizo un documental con todo y, a partir del mismo, Anna Maria Ricart –que es la dramaturga– escribió la obra de teatro, sacada de los testimonios que grabaron. Más allá del recuerdo de la guerra, ¿qué otros aspectos destacan en esta propuesta? Piensa que muchos de estos niños no recuerdan la guerra como tal, pero ahora, veinte años después, empieza otra guerra para ellos. Esta obra toca muchos temas, no reviviendo la guerra, sino desde hoy, desde los problemas con los que se encuentran a nivel de justicia, porque algunos persiguen todavía hoy a los violadores y, en algunos casos, tienen que convivir con ellos en los mismos pueblos. Se muestran muchas cosas, por supuesto también las secuelas mentales y físicas que todo eso conlleva. Y este proyecto nace de la voluntad de ver qué pasa con todo eso hoy, de ver cuánto dura una guerra. Son temas muy duros, pero contarlos desde el hoy, con la dignidad, la naturalidad y la franqueza con la que se cuentan, hace que sirva para reflexionar bastante.


Yendo puramente a la función teatral, ¿qué propone la pieza y de qué manera lo hace?

Basándose completamente en los testimonios reales de las cosas que estas mujeres y estos hombres han dicho, literalmente, la obra también propone dónde estábamos nosotros –los intérpretes– en ese momento, qué estábamos haciendo en ese año 92 y 93, cómo vivimos esa guerra, porque es una guerra que estaba muy cerca, a dos horas de avión desde Barcelona, en un año en el que pasaron cosas en este país, como los Juegos Olímpicos, la Expo de Sevilla, con ese contraste bestial. La función es un mosaico de testimonios desde el ahora.


¿Quién y cómo es su personaje en escena, cuál es su historia?

Interpreto a Nevenka, que es una de las mujeres que se prestaron a compartir su historia. Es una mujer de origen croata que vivía en un pueblo en ese momento y ahora vive muy aislada en la montaña, muy sola. Es una de las personas más aisladas, porque luego hay otras como una mujer que lleva una asociación de mujeres víctimas de la guerra, hay perfiles muy distintos, pero Nevenka es una mujer del ámbito rural.


¿Cómo es ese momento de Nevenka en escena que le pone la piel de gallina cada vez que lo interpreta?

¡Uf! Estas cosas a veces varían según el día y el momento, porque además nosotras tenemos todo el material, podemos verlas a ellas contando todo lo que tenemos que decir y a mí lo que me impresiona es la manera en que ellas lo cuentan pero, quizá, si tuviera que elegir un momento, hay uno en el que ella cuenta que después, cuando ya había pasado todo y su marido había vuelto y se encontraron, volvieron a su pueblo y vieron que todo estaba destrozado y se puso enferma. Es una mujer que ha sufrido muchísimo, con muchas secuelas. También cuando pidió ayuda porque se tenía que poner unas vacunas y nadie, ni la Iglesia ni Cáritas, la ayudaron.


¿Y esa frase del texto digna de rescatar y leer más despacio?

Precisamente en ese momento en el que cuenta que nadie la ayuda, hay una expresión muy bonita que utiliza ella, que es “me puse a llorar y lloré como la lluvia”. Esta expresión que ella dice es tan gráfica y tan fuerte que, quizá, es la frase que a mí más me conmueve.


¿Quiénes y cómo son el resto de personajes que veremos en el escenario?

Hay tres mujeres que sufrieron violaciones. Una es Nevenka –de origen croata–, pero también hay otra de origen serbio y otra de origen musulmán. Son tres mujeres que cuentan sus historias, todas muy diferentes. Además, están tres hijos fruto de las violaciones. Una es Ajna, una chica estupenda que lleva una asociación, muy activista. Lejla es una chica que de bebé, cuando nació el día de Navidad, unos periodistas ingleses que estaban grabando los niños que nacían bajo las bombas la grabaron y de hecho se ve en la función. Su madre, tal y como pasa en muchísimas ocasiones, no quiso quedarse con ese bebé fruto de una violación. Hubo muchas mujeres que abandonaban a sus hijos e incluso los mataban, situaciones muy límite. Y estos periodistas se llevaron al bebé que iba a ser abandonado y lo adoptaron. Esta chica pasó a vivir en Inglaterra, es inglesa, y a los 18 años sus padres le enseñaron ese vídeo donde se la ve de bebé, donde la madre dice que no la quiere.


Impresionante… ¿qué más?

También hay un hombre, un chico que fue adoptado por otra familia bosnia, que cuenta cómo se enteró de que su padre biológico, el violador, vivía en el pueblo de al lado de donde se había criado y fue a su casa a conocerle. Cuenta cómo fue ese encuentro y habla de él de una forma muy madura y muy impresionante. Y el testimonio de un criminal de guerra, uno de los primeros que fue detenido y que pasó 20 años en la cárcel, que ahora vive en Serbia. Y el testimonio de un joven soldado serbio, etc. Hay testimonios un poco de todos los lados para mostrar diferentes partes de esta tragedia.


¿Cómo es ese comentario que más veces ha recibido por parte de algún espectador después de ver esta función?

Quizá que “cómo es posible que fuera una guerra tan cerca”, aunque todas las guerras sean brutales, pero la gente toma conciencia de que esta guerra fue un genocidio muy parecido a la Segunda Guerra Mundial en muchas cosas, con campos de concentración, con gente muriendo de hambre, con bombardeos a civiles, mercados, brutalidades, y que pasó en una época tan cercana y en un lugar tan cercano en la geografía. Viendo la función, a la gente le choca más esa cercanía.


Y a usted, ¿qué le atrajo de este proyecto para embarcarse de lleno en él?

Cuando empezó esta guerra yo tendría 21 o 22 años y fue la primera vez que, como adulta, yo vivía un suceso tan brutal, tan cercano. Es una guerra que a mí me afecto mucho. Recuerdo ir a manifestaciones y conocer a jóvenes que venían huyendo de esa guerra. Además, un conocido mío, un joven de 25 años –Jordi Pujol Puente, que era un fotógrafo que estaba empezando la vida– fue a Sarajevo como fotógrafo freelance y murió allí a causa de una granada. Justo había estado con él antes de que se fuera, una persona llena de vida, y ese suceso me marcó muchísimo, como es natural. Fue muy duro. En el momento en el que Joan Arqué –director de la función– contactó conmigo y me contó la idea que tenía, enseguida pensé que para mí era importante poder de alguna forma hablar de ese tema que a mí también me había afectado. Y por el hecho de hablar de las mujeres, que son víctimas de las que se habla menos en las guerras, reflexionar el por qué esa constante de las violaciones hacia las mujeres, de mostrar el poder, de dejarlas embarazadas. Es realmente una forma de pensar en el comportamiento del ser humano hacia las mujeres, que es algo que tampoco se habla tanto, sobre todo porque es muy difícil para las mujeres –o para los hombres, que algunos también sufren violaciones– hablar de ello y compartirlo por la vergüenza que conlleva, por el estigma, por tantísimas cosas. Y siempre lo hablan para denunciar, no porque les guste hablar de ello ni recordarlo, pero siguen luchando para que se haga justicia. Es un conjunto de cosas que a mí me tocaban y me pareció que estaba bien hacerlo.


Es un gran placer poder ver su trabajo en las tablas, de cerca, teniendo en cuenta su gigante trayectoria cinematográfica. ¿Qué le aporta en lo personal el teatro, qué le sugiere este otro medio?

Yo últimamente encuentro personajes e historias más interesantes, que a mí me tocan más, con las que puedo ir más a fondo. Duran mucho en el tiempo, es como que no se acaba el trabajo, con lo cual siempre estás pensando cómo ir más allá, tienes muchas oportunidades para seguir intentándolo, ¡y eso me gusta! También el contacto directo con la gente, con el público, en directo. Hay algo único en eso que no se parece a nada.


Y más allá de los focos, más allá de su profesión, ¿qué –grandes o pequeñas– cosas le dan la felicidad a Ariadna Gil?

Básicamente, compartir la vida con la gente con la que estoy bien. También me da felicidad leer, bañarme en el mar… pero, sobre todo, reírme con la gente que quiero, con la que lo paso bien.


Aparte de esta gira, ¿en qué otros proyectos podemos encontrarla próximamente?

Tengo otro proyecto de teatro también que se estrenará en el Festival Grec de Barcelona y después en el Teatro Nacional de Cataluña.

  • Entrevista a Aitana Sánchez-Gijón por La madre
  • Entrevista a José Sacristán, Ana Marzoa, Zaira Montes e Ignacio Jiménez por La colección
  • Entrevista a Javier Cámara y Pablo Remón por Vania x Vania
  • Entrevista a Víctor Palmero, Veki Velilla, Carlos Chamarro e Israel Solà por Un buen colchón
  • Entrevista a José María Pou por El padre
  • Entrevista a Nacho Guerreros y Nicolás Pérez Costa por Dos tronos, dos reinas
  • Entrevista a Esther Acebo por Una cuestión de formas
  • Entrevista a Brenda Escobedo por El templo vacío
  • Entrevista a Ana Turpin, Iker Lastra y Juanjo Artero por Robots
  • Entrevista a Pilar Ordóñez por Miss Sex
  • Entrevista a Ramón Barea por La lucha por la vida
  • Entrevista a Lola Blasco por El teatro de las locas
  • Entrevista a Jordi Merca por Yo sobreviví a la EGB
  • Entrevista a Ángel Calvente por El verdugo
  • Entrevista a Anna Herebia y Leo Rivera por 50 sombras, el musical
  • Entrevista a Cayetana Guillén Cuervo por Pandataria
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