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Entrevista a Carolina Calema por Querella de Lope y las mujeres

Publicado el 29 de Febrero de 2020

Entrevista a Carolina Calema por Querella de Lope y las mujeres

Obra: Querella de Lope y las mujeres

 Esta querella tiene que ver con cuestionarnos, la actriz se cuestiona y también el público

 

Lope de Vega frente al público: muchas de sus mujeres se rebelan al ser dichas y al verse comparadas con las mujeres que habitan el hoy, las que reciben sus versos y sus acciones. Una actriz sobre las tablas hace hablar a Laura, la vengadora de las mujeres; a Fenisa, la buscona; a Aurora, la bella ninfa; a la villana y a la boba y a  Laurencia…
Y así descubrimos que Lope se retrató en sus mujeres para lo bueno, tantas veces valientes, y  para lo malo, otras tantas  rendidas. Charlamos con Yolanda Pallín, Ernesto Arias y Carolina Calema, autora, director y protagonista de este bello espectáculo que pone a la mujer en el centro de todo y de siempre.  Por V. R.  Foto Carolina Calema MAILEN PANKONIN
 

¿Qué es “Querella de Lope y las mujeres”, cómo definirían esta pieza? ¿A qué nos enfrenta este texto, de qué habla, en qué llagas mete el dedo?

Creo que el título es bastante descriptivo en este punto porque es una querella a Lope de Vega. ¿Cuál es el trasfondo? ¿Qué pasa? Este autor, al que yo amo, no soy la única, tiene unos personajes femeninos muy contundentes, muy fuertes, con mucha entidad, con mucho peso, cosa que en el Siglo de Oro no es tan común y no es tan común en general. Las mujeres tenemos un papel por debajo siempre. Lope pinta estos personajes, pero los finales son horrorosos.

Partiendo de esto, que fue algo que hablamos mucho con Yolanda y con Ernesto, no me puedes poner a una mujer que es súper despierta como Laura, súper inteligente y que termine con un gandul o que Fenisa de repente se enamora de una mujer, me planteas un romance del mismo género, pero luego termina mal. Eso es la querella. Es una querella que no tiene que ver ni con odiar, ni con matar, sino con replantearnos esas mujeres y decirle ‘bien, pero los finales cámbialos’. Obviamente, desde ese lugar también cuestionarse una, la actriz, evidentemente se cuestiona y la idea es que por rebote se cuestiona el público. Tratando de evitar el odio o la culpabilidad, revisar también qué mujer es cada una, o qué hombre es cada quien, y qué es lo que hacemos para poder convivir. Es decir, yo como mujer estoy al lado de un hombre y no trabajo o no desarrollo mi profesión solamente por la cultura? La cultura pesa mucho, bien, qué hago yo con ella. Es un poco generar varias reflexiones desde ese lugar. Evidentemente está lo que uno desea y lo que luego sucede en función de lo que cada uno recibe.

Yo como actriz intento eso y creo que tanto desde la dirección como desde el texto está bastante consensuado, con matices de pensamiento, pero va por ahí.


¿Se puede juzgar a Lope y a las mujeres de Lope desde los ojos de hoy?

Claro que es justo. Yo creo que sí, porque no es menospreciar la maravilla que haya hecho Lope, no es decir “esto es una porquería, vamos a hacerlo distinto”. Yo creo que tiene que ver con revisar. El contexto ha cambiado, pero eso no significa para mí que no sirva, sino que se puede revisar, que nos sirve como base para seguir revisándonos, porque nos faltan años luz de mejora y de evolución y de entender. Incluso yo que me considero feminista tengo que revisar un montón de cosas porque tengo millones de cosas heteropatriarcales.

Yo creo que sí, porque se está haciendo desde un lugar muy respetuoso y que lo habilita y que es incluso hasta para quien no conoce a Lope de Vega o no todas sus obras, que son un montón.

Quedaron muchas mujeres fuera. Cuando quitamos a Casandra yo casi que lloraba (risas). Es una forma de descubrirlo otra vez y de ir a ver qué es lo que tiene este autor para darnos, que yo creo que de verdad, más allá de que tuvo que atenerse a su época me parece que tiene cosas muy interesantes, revolucionarias para su época.


En escena, una actriz, empresaria, autora, dramaturga… Cuéntenos un poquito cómo es...

Esa actriz es un personaje atemporal. Me venía en algún momento algo de “Los otros”, la peli, este personaje atemporal que llega aquí, a este ahora. Está justamente con este ahora y este ayer, que creo que es justamente lo que nos pasa en general. Habrá mujeres que digan “yo tengo todo clarísimo”, yo no soy una mujer atemporal, pero sí me siento bastante a tono con ello y es lo que me ayuda también a poder transitar la función. Una mujer atemporal que viene con lo de ayer y decide meterse con Lope de Vega, pero se encuentra con que hoy hay otro sentido, hoy pasan otras cosas y hay que revisarlas.


Y de repente cierto día a su personaje, “bululú femenino”, muchas de las mujeres de Lope a las que encarna comienzan a “protestarle a vivas voces y a reclamar justicia”. ¿Quiénes son esas mujeres y qué quieren?

Va a aparecer Laura, Aurora, un fragmentito de Casandra, Laurencia, Nise y Finea, Inés de “La villana de Getafe”… Luego aparecen fragmentos de otras obras de Lope…

Es curioso, porque me preguntan “eres argentina, qué haces trabajando textos clásicos en castellano y en verso?”, yo no sé, pero hay algo que me atrae y me parece a rescatar porque creo que en general tenemos la manía de hacerlo de una manera fea y como poco cercana como para que nos provoque rechazo. Entonces, hay algo de eso que me atrae un montón.

Todas son arquetipos, las que quedaron fuera también son arquetipos concretos. Fíjate cuándo está escrito y te mete una Laurencia, que es una tía que pilla el toro por las astas…


¿Nos regala un fragmento?

En cada momento me quedaría con diferentes. Sí te puedo decir la que repito últimamente más o la que más me queda… Depende de tu momento vital, con este montaje llevo poco, con “La Celestina”, por ejemplo, que llevo once años hay una frase que me ayuda a abordar la función completa, es como decir “vale, este es el punto de partida y desde aquí lo abordo” y aquí con Lope hay una que últimamente. Cuando ella se pregunta si está Lope dice: “¿No lo sentís vosotros? Y si no estáis dejádmelo creer, porque el teatro es mi habitación propia y también el lugar donde ocurre lo que se desea, donde podemos crecer juntos, ellos y nosotros, y basta que yo lo crea para que vos estéis ahí, escuchando mis palabras”. Para mí ahí algo que tiene que ver con todo el teatro, no solamente de la obra, que tiene que ver con la construcción del texto, de cómo los teatros son nuestras habitaciones propias, no es la única vía de un actor o una actriz… Hay muchas frases, pero lo de la habitación propia es algo que me describe varias cosas.


¿Cómo ha sido hasta ahora la respuesta del público? ¿Cómo sale la gente de ver esta “Querella de Lope y las mujeres”?

Bien. Algo que me gusta es lo que va generando en hombres y mujeres. Quizás por el momento en el que estamos, yo no creo que este sea un espectáculo feminista, sí creo que plantea cosas que son oportunas para plantearse, provoca cosas, genera cosas y eso siempre está bueno, a mí me interesa. Porque tú armas un proyecto con el objetivo de “tiene que interesarme, tiene que tener contenido”, pero sobre todo y más que nada tengo que venderlo. Te puedes arriesgar a hacer cosas que te interesan más, que son más agresivas, pero que no las vendes, te las comes con patatas, y entonces ver que en un producto que está bien, que es vendible, que llega a la gente, provoca, genera cosas. Es bonito cuando se quedan pensando o hay un enojo por la situación en la que están, hombres y mujeres. A  la gente le gusta, lo recibe bien, pero sobre todo provoca cosas, que eso para mí es básico. Si provoca algo, yo siento que algo he hecho bien y en este caso no solo estoy como actriz, estoy como productora, soy el motor… Además de que quede bonito, que provoque cosas en la gente, bien. A mí me interesaría que esto siempre estuviera acompañado de un coloquio posterior, que podamos meternos un poco dentro de lo que está mostrando la función para generar esto que tiene que tener el teatro, que es que mueva… Como dice La Celestina “el movimiento es mudanza” y nos jode que se muevan las cosas, pero es lo que tiene que pasar. Que provoque algo para mí es felicidad.


¿Hay que estar un poco loco para meterse en esto de producir?

Sí (risas). Lo que pasa es que el mercado teatral está cada vez peor a nivel mundial, en general es bastante mediocre porque no aceptamos que está mal. Hay una parte del sector que no acepta que va bastante mal, hay mucha diferencia de clases, aquí sí que no hay una clase media, sino que está la clase alta, que son dos o tres productores, y la clase baja, que ahí hay de todo. Luego hoy se agrega que si no estás en televisión o en cine, ya salvo Nuria Espert, otra persona que venda tanto como ella… El programador si no eres su amigo necesitas una figura. Mantengo mi parte romántica y cada vez le hago más caso a mi parte productora. Lo que pasa es que yo tengo dos opciones, o me quedo en casa esperando a que me llamen o hago mis cosas. Hacer lo que me sale del coño me gusta, tiene su precio, es caro, porque quizás no venderé tanto como otros, tardaré más, no podré hacer montajes multitudinarios, iré creciendo más poco a poco, porque cada vez hay más feudos. Dentro de esa locura yo creo que siempre es posible y cuando te vas haciendo mayor, que ya nos conocemos todos, es una forma de estar en activo. Yo soy muy inquieta, quedarme en casa mirando el techo me puedo llegar a morir, me muero. Tiene que ver también con la personalidad. Soy inquieta, yo creo que es una forma de ir generando cosas. Es más difícil, sí, ganas menos, sí, pero hay mil cosas que están en contra, pero también tiene que ver con la libertad. Mientras intento que otra cosa salga, la opción de quedarme quieta no me va. Me aburro, la vida es vida, somos presente, estamos vivos y hay que moverse y hay que hacer y hay que sacudirnos. Además, quién me va a venir a buscar a mí, nadie va a ir a buscar a nadie, eso es un mito también…


¿Hay sentencia para esta querella?

No, al final perdonamos todo. Pero para mí tiene que ver con la vida. ¿Para qué te vas a enojar si el enojo no te lleva a nada? Yo me puedo poner pasional, pero al final tienes que lograr no enojarte y ver la manera de aceptar y obviamente sí de pedir, de exigir, de querellar, de reprochar, pero desde un lugar de respeto y amor, porque si no, no vas a llegar a ningún lado.

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