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Entrevista a Dani Rovira por ODIO

Publicado el 02 de Septiembre de 2019

Entrevista a Dani Rovira por ODIO

Obra: Odio

 “En "Odio" intento hacer de espejo para que nos avergoncemos un poco de la energía negativa y hostil en la que retozamos últimamente sin apenas darnos cuenta”

 

Actor, cómico, presentador, locutor, filántropo ¡y hasta licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte! Verle revolucionando los patios de butacas con sus desternillantes monólogos hace ya más de 15 años era claro presagio de que su carrera iba a dar mucho de qué hablar. Y así fue: ganar el flamante Goya 2015 a Mejor Actor Revelación por “Ocho apellidos vascos” embarcó al malagueño en un boom cinematográfico no exento de proyectos solidarios. Tras hacerse con el favor de crítica y público con espectáculos como “¿Quieres Salir Conmigo?” e “Improviciados”, Rovira regresa a su medio natural, el teatro, con un nuevo show de Stand Up Comedy donde, sin censura alguna, nos pone encima de la mesa su visión más honesta y delirante del ser humano de hoy. Pueden pasar dos cosas: que le ames o le odies para toda la vida. Eso sí, en ambas, la risa va incluida. Por ANA VILLA


¿Qué ha motivado este regreso al teatro y qué es lo que más echaba de menos de este medio?

Después de cuatro años muy intensos de rodajes, la creación de la Fundación y mil jaleos más en los que me iba metiendo, el gusanillo del escenario se empezó a convertir en un monstruo enorme que me reclamaba atención. Así que le hice caso, empecé a crear nuevo material y nació de manera natural “Odio”. Al fin puedo alimentar al monstruo que llevaba años dentro querien-do salir. El escenario es mi casa, y necesitaba volver.


 

¿Con qué se va a encontrar el público en “Odio” y cómo surgió la semilla para su escritura?

El público se va a encontrar al Dani Rovira de los comienzos. El formato es Stand Up Comedy puro y duro, a diferencia de mi anterior espectáculo –“¿Quieres Salir Conmigo?”– en el que, aún siendo comedia, había un peso teatral, dramático, esceno-gráfico y argumental. La diferencia es que han pasado cinco años y, aunque las formas vuelvan a ser las mismas, el fondo será diferente, porque yo soy diferente al cómico y a la persona que empezó hace ya más de quince años.


 

Este show ofrece una visión honesta y delirante del ser humano de hoy. ¿Nos adelanta alguna pincelada?

“Odio” es un canto a todo lo contrario del propio significado de la palabra. Es un espectáculo en el que intento hacerle de espejo a la sociedad y a mí mismo para que nos avergoncemos un poco de la energía negativa y hostil en la que retozamos últimamente sin apenas darnos cuenta. El mal uso de las redes sociales, la irresponsabilidad política, la mala prensa, el estrés... se están convirtiendo en nuestros referentes y nuestro cuaderno de campo. Somos algo mucho mejor que eso. Desprendemos más amor del que nos quieren dar a entender. A través de la comedia, pongo en la balanza esas dos energías opuestas y planteo nuevas formas de vivir. A pesar del título, es un discurso humanista, positivo y conciliador. ¡Al menos es la intención que puse en él!

 


 

Aparte de su presencia y voz, ¿qué otros elementos vamos a encontrar?

Al ser un espectáculo de esencia Stand Up, poca escenografía nos vamos a encontrar. Me apoyo en algunas fotos y me bajo un ratito al público a jugar e improvisar con él. La carpeta de la improvisación siempre la tengo abierta.


 

Qué es lo qué más odia Dani Rovira de…

Las costumbres españolas: Que muchas vayan unidas a la tortura animal.

Sus propias manías: Antes de sentarme a cenar o comer o ver una peli, me levanto mil veces a colocar, coger, guardar cosas… ¡Si no, no me relajo!

Los millenials de hoy en día: Que sean más jóvenes que yo (risas).

Los políticos: La poca altura moral.

El medio televisivo: Nada. Hay suficien-te oferta como para que, si algo no nos gusta, no lo veamos.

Ser actor: Las horas de espera.

Ser hombre: Formar parte de la especie más destructora del planeta.

Estar enamorado: Tener las series a medio acabar, por tener que esperarse el uno al otro.

 


 

En suma de todo, ¿por qué “Odio” es un estreno recomendable para el público madrileño?

Además de pretender dar una hora y media de risas con su correspondiente suelta de endorfinas, creo que uno puede salir del teatro con ganas de ser un poquito mejor que la persona que entró dos horas antes.

 


 

Usted lleva más de 15 años haciendo reír en el teatro. ¿Cuál de sus proyectos teatrales previos le hizo coger más tablas –nunca mejor dicho– y por qué?

Sin duda, mis comienzos, contando cuentos en las teterías.

 


 

Una anécdota inolvidable vivida con el público en algún directo:

Una noche se fue la luz del teatro entero y, hasta que todo volvió a la normalidad, pasaron unos cinco o seis minutos. Me las ingenié para que no fueran minutos vacíos y estuve a grito pelado a oscuras soltando chorradas una tras otra. Hubo un momento en el que el público no quería que volviera la electricidad, porque estaba siendo una expe-riencia hilarante y diferente. Podría no haber salido bien (risas).


 

Un comentario de algún espectador que se le quedó grabado:

Hace muchos años una chica me dijo: deberías actuar con una bata blanca.


 

Los últimos años de su carrera han sido un auténtico torbellino. De todo lo que ha logrado como actor, ¿cuál es el proyecto profesional que más le enorgullece y por qué?

Todos me han calado de cierta manera. O bien por lo aprendido, por lo superado, por la gente que conoces o por el feedback posterior del público. Pero supongo que “100 metros” ha sido la película que me ha hecho creer en el poder transformador del cine, ya no solo hacia el espectador si no, como fue en mi caso, hacia el intérprete.

 


 

¿Y como ser humano? ¿Cuál es el proyecto personal que más le ha aportado estos últimos años?

La Fundación Ochotumbao, sin duda. Junto a Clara Lago y Dani Solano estamos pudiendo hacer algo muy bonito y necesario para las partes más desfavorecidas de la sociedad, los animales y el medioambiente. Cada proyecto, cada reto, cada acción nos reconcilia con un mundo hostil que necesita más humanidad, empatía y risas.

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