Revista teatros

Avalado por los 4 Premios Molière con los que cuenta esta fascinante obra de Benoit Solès, la dirección del gran Claudio Tolcachir y la compañía en escena de Carlos Serrano, este gigante de la interpretación aplaudido en todos los medios escénicos –“La piedra oscura”, “Ilusiones”, “La avería”, “Acusados”, “Hit”…– pone cuerpo, alma y corazón a una de las mentes más brillantes de la historia: el profesor Alan Turing. Charlamos con el catalán para descubrir los detalles de este prometedor estreno. Por ANA VILLA Fotos JAVIER NAVAL

¿Con qué nos vamos a encontrar en “La máquina de Turing”?

A Alan Turing, al ser humano, a la mente prodigiosa y a lo que históricamente consiguió, desde la descodificación de Enigma –y por ende el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de los nazis, salvando miles de vidas– hasta el hecho de inventar lo que hoy es un ordenador: fue el primero en acercarse a esta idea. Incluso, fantaseaba con lo que hoy conocemos como la inteligencia artificial. Se trata de una mente brillante, innovadora y muy visionaria, alguien adelantado a su tiempo.

¿Cuál es el enfoque?

Imaginamos un homenaje, ya que Alan Turing se va a dirigir en varias ocasiones al público, y él mismo nos va a contar su vida, recorriendo los pasajes que lo definen, desde algún recuerdo de infancia y juventud hasta sus hazañas profesionales, pero todo ello no deja de ser una excusa para que podamos fijarnos en él, en ese ser humano tan complejo y lleno de contrastes con una inteligencia abrumadora combinada con una incapa-cidad en lo social, con una dificultad para el trato con los demás. Alan es un ser solitario e incomprendido pero brillante.

¿En qué aspectos ha concentrado sus esfuerzos a la hora de interpretar este personaje?

En su personalidad, en intentar conocerle y componerle a partir del material biográfico que hay de la propia obra en cuanto a lo expresivo y lo formal. Hemos creado al personaje de dentro hacia fuera, para que su línea de pensamiento, sus emociones, nos dieran su comportamiento.

¿Qué trabajo realiza su compañero en escena?

Carlos Serrano interpreta varios personajes para contar varios capítulos de Turing, pues el autor se centra en un sargento que –en un principio– va a tomarle declaración a una denuncia que pone Turing pero, por una serie de cosas, esto va a virar en una investigación hacia el propio Alan. Otro personaje es una relación parejil, otro es Hugh Alexander, un jugador de ajedrez de la época y otra mente brillante que se convirtió en colega y contrincante con el que Alan trabajó en un mismo equipo para tratar de descifrar el enigma que era esta máquina que descodificaba una serie de mensajes cada vez que los nazis tenían un nuevo blanco a bombardear. Además, Carlos se convierte en discreto maestro de ceremonias que hace de nexo entre Alan y el público. Interpreta a un tremendo genio al que la vida no le trató debidamente.

Para usted, ¿cuál es la mayor injusticia que se cometió en su contra?

La injusticia con él fue muy grave, sobre todo teniendo en cuenta que una de las principales causas fue su homosexualidad, de hecho fue juzgado por ella y condenado. Tuvo la posibilidad de elegir entre cárcel y castración química. Eligió la segunda pero, al final, el deterioro físico, emocional y mental fue tal que optó por el suicidio. Creo que una persona tan brillante a la que se le debe tanto históricamente tuviera que acabar suicidándose por su condición homosexual me parece atroz.

En su opinión, uno de los grandes momentazos de la representación se produce cuando…

A mí los que más me impresionan son los aparentemente más sencillos y pequeños, anécdotas que te hacen imaginar quién pudo llegar a ser Turing. Esa sensibilidad e inteligencia muchas veces combinada con la dificultad para expresarse y relacionarse que le aislaban en su propia cabeza me emociona. Y esta propuesta pone el acento precisamente en el lado humano.

¿Qué destacaría del trabajo a las órdenes del gran Claudio Tolcachir?

Trabajar con él es un regalo que cualquier actor desearía. Es alguien con muchísima intuición, muy sensible, inteligente, divertido, que enfoca el trabajo de manera relajada, amorosa y respetuosa, consiguiendo que puedan salir materiales muy humanos, con mucha verdad y muy orgánicos.

¿Por qué recomienda este estreno a los amantes de las tablas?

Porque es una forma interesante de acercarnos a un trozo de la historia universal, de conocer a este tipo y hacerlo desde un punto divertido, no sesudo, interesante y entrañable. Y porque nos muestra cómo a veces maltratamos a gente tan importante en nuestra sociedad por cuestiones completamente banales. Este año está marcado por la pandemia.

¿Qué expectativa tiene ante esta ‘nueva normalidad’?

Esta situación, como a todos, me tiene sumido en la incertidumbre. A mí me tocó en mitad del rodaje de la serie “Hit” de TVE y lo reanudamos después del confinamiento condensando el tiempo porque había que acabarla ya sí o sí. Actualmente, la gira de esta función se está emplazando a 2021, esperando que la situación sea más positiva, pero no sabemos lo que va a ocurrir. Estamos todos pendientes de los avances médicos, mirando de cerca la evolución del propio virus, de cómo encajar el seguir adelante trabajando y viviendo en convivencia con este nuevo huésped… Esperemos que el tiempo juegue a favor.