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Entrevista a Ernesto Caballero por Viejo amigo Cicerón

Publicado el 01 de Febrero de 2021

Entrevista a Ernesto Caballero por Viejo amigo Cicerón

Obra: Viejo amigo Cicerón - Teatro de La Latina

 Hoy veo más una clase política de piscifactoría que de grandes hombres de Estado

 Para los amantes del teatro y de esos grandes personajes que nos hacen frenar en seco y cuestionarnos a todos los niveles, pocos goces hay semejantes a charlar un ratito con estos tres grandes hombres de la escena. Sumen al trío formado por Ernesto Caballero, Mario Gas y José María Pou a Marco Tulio Cicerón y obtendrán una reflexión lúcida y actual de todo lo que nos está pasando. Que ya pasó antes, por cierto. Junto a los actores Alejandro Bordanove y María Cirici, nos visita este viejo amigo Cicerón. Y no se asusten por el romano, no hay teatro más contemporáneo que este. 

Voy a empezar con un fragmento de la obra: “No necesitamos héroes; lo que necesitamos es escoger a los mejores para que nos representen”. En los últimos tiempos, en la pandemia, incluso ahora en la nevada, hemos escuchado la palabra héroes muchísimas veces. Parece mentira que esto lo dijera alguien hace más de dos mil años, que esté escrito, que podamos leerlo, que podamos interiorizarlo y que estemos igual. ¿Qué nos pasa?

Incluso a veces no solo seguimos igual, sino que vamos en algunos aspectos un poquito en retroceso. Efectivamente es una gran cura de humildad pensar que las grandes preguntas que nos estamos haciendo ahora ya se hicieron hace mucho tiempo, grandes preguntas que tienen que ver también sobre nuestra responsabilidad, sobre la conducta, sobre nuestra responsabilidad tanto individual como dentro de la ciudad, del estado, de la república, de la polis, de la sociedad.

Hoy más que nunca cobra una gran vigencia porque una situación como la que estamos viviendo a la que se unen tantas circunstancias convulsas hacen que la figura de Cicerón sea muy vigente y de alguna manera también ejemplar, porque Cicerón es una figura que, con todas sus contradicciones humanas, que yo he tratado de resaltar en el texto, representa también la firmeza en cuanto a unas convicciones porque él deja claro en varias ocasiones que quiere la perennidad, que quiere una suerte de pasar a la Historia pero en el buen sentido de la palabra.

¿Cómo quiero pasar a la Historia? Haciendo algo por la Humanidad, por la colectividad, finalmente por la acción política en el buen sentido de la palabra. Y en ese sentido reivindica la acción política como un arte de perduración y eso está firmemente enraizado en unas convicciones que también pasan por asumir el respeto a la legalidad como un valor supremo moral y en ese sentido es un personaje realmente casi, lamentándolo un poco, excepcional por cuanto  es una excepción en el panorama de la actualidad.

 


 

¿Hay algún Cicerón hoy? Alguna figura que encarne hoy en la vida pública estas características que hemos dicho…

Cicerón es un hombre que es un orador y no es casual que sea orador. Pero, ¿cómo entendemos la oratoria? La tenemos que entender como una reivindicación frente a la especulación teórica de la filosofía tradicional como una bajada a la arena de lo práctico, de las relaciones humanas y ahí la palabra es fundamental, la acción política y la palabra están indisolublemente unidas y en ese sentido hoy por hoy Cicerones…

Yo veo más una clase política de piscifactoría que de grandes hombres, de grandes estadistas… Se echan mucho de menos, se echan de menos a quienes tienen un proyecto firme de convivencia y que son capaces de defenderlo sin dejarse empequeñecer por el día a día, por el trafago, por la politiquería… Es complicado. Yo no dudo de que hay personas en el plano de la política con un talante, pero lo que sí sé es que hay unas dinámicas muy perversas, que tiran para abajo y que impiden cualquier tipo de grandeza política y de ahí es difícil que surjan personalidades, que haberlas haylas, pero yo en ese sentido soy escéptico por cuanto ahora mismo la maquinaría de la política está diseñada para jibarizar los talentos, los pocos talentos políticos que puedan surgir.

El caso de Cicerón… Yo creo que era un hombre que tenía una relación con grandes estadistas, como el propio Julio César, que fue un dictador al que se opuso, pero tenían una visión de mayor amplitud de miras que la que yo puedo ver hoy en día. Por lo menos lo que yo conozco desde esta pequeña aldea gala en la que vivimos (risas).

Sospecho que todo se ha reducido mucho y que vivimos, en ese sentido, en cuanto a los grandes hombres de Estado, una época de letra pequeña sin lugar a dudas.  


 

Cuéntenos un poquito qué es “Viejo amigo Cicerón”, qué cuenta, cómo se cuenta y en qué llagas mete el dedo?

“Viejo amigo Cicerón” es una obra en la que Cicerón, literalmente, la figura de Cicerón, se nos aparece hoy en día. ¿Cómo? Se nos aparece en dos jóvenes que se han quedado en una biblioteca realizando un trabajo sobre Cicerón, están ya cansados, ellos mismos debaten sobre estas cosas de las que estamos hablando y sobre la figura de Cicerón, porque también fue una figura controvertida, pero al mismo tiempo de una inusitada vigencia.

A esas horas intempestivas, por la noche, aparece un trasunto de Cicerón, que es un personaje, que es una especie de profesor o de bibliotecario, y se interesa por ellos. Y hay algo que es interesante y que también lo representa Cicerón que es que empieza a llevar a cabo una labor pedagógica, pero casi desde una especie de mayéutica socrática, les va haciendo preguntas y ellos poco a poco van entrando… Finalmente es el propio teatro un espacio idóneo para el conocimiento, por lo menos para hacerse las preguntas. Entonces, poco a poco les va induciendo, les dice que él es Cicerón, ellos le toman por loco y eso es lo que es el teatro de un actor. Y ellos poco a poco empiezan a asumir los roles de esos personajes de los que se habla y de esta manera esa biblioteca se convierte en un escenario por donde atravesamos los momentos más determinantes de la trayectoria de Cicerón.


¿Y los personajes?

Entre los personajes evidentemente está Cicerón y yo me he centrado mucho en su relación con el esclavo Tirón. Entonces un esclavo era una cosa muy diferente, había esclavos de látigo y había esclavos que eran casi amigos. Tirón fue un amigo y al final lo liberó, vivían juntos y Cicerón le contó toda su vida y Tirón que vivió 90 años escribió una biografía de Cicerón que está perdida. Entonces, eso a mí me dio pie para inventarme las sesiones en las que Cicerón le va contando a Tirón los principales acontecimientos de su vida. Ese es el personaje que encarna el joven y luego tenemos a la hija, que es muy determinante, murió prematuramente, le marcó a él de una manera muy personal l a muerte de su hija Tulia, es el personaje que representa la chica joven, que en un momento dado obra como consejera de su padre.

Vamos viendo ese recorrido de Cicerón, porque va pasando por todas las circunstancias fundamentales de su vida y hay rompimientos en los que volvemos y vuelven los jóvenes de hoy sobre lo que han interpretado a hacerse nuevamente preguntas, preguntas, preguntas.

Al final lo que queda cuando se despiden no son ninguna receta ni ninguna consigna ni nada más que una reflexión sobre los mecanismos de poder y toda la amistad, por eso se llama “Viejo amigo Cicerón”, la experiencia, la vejez… Toda la panoplia de cuestiones sobre las que escribió el orador ha quedado como un legado en este caso para los jóvenes pero finalmente para todos.


“Viejo amigo Cicerón” se estrenó en julio de 2019 en el Festival de Mérida y más de un año después aquí seguimos. Ocurrió por ejemplo también con “Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano”. ¿Esto demuestra que el público está ávido de personajes como estos, de un teatro que no solo nos entretenga, sino que nos haga reflexionar?

Sí. El público y yo tiendo a considerarme público, estamos deseosos, primero, de encontrarnos en este momento. Uno de los daños colaterales que está teniendo esta especie de reclusión ya prolongada es que al aislarnos estamos perdiendo el interés por el otro. Hay una necesidad del otro, hay una necesidad del encuentro, hay una necesidad de compartir colectivamente y eso es lo que da el teatro. Pero es que además existe la necesidad de enfrentarte con discursos…

Hoy hay un discurso casi monotemático y monótono y se echan en falta otras visiones de la realidad y no tienen por qué ser controversias políticas, sino simplemente otras preguntas. Y luego también es verdad y en este caso las figuras históricas son referentes y en un momento dado cuando el futuro se diluye y no tenemos ninguna perspectiva rescatar los referentes del pasado generan mucho interés y de alguna manera nos confortan, nos alivian porque nos ayudan a ver un poco de luz, aunque solo sea porque situaciones como estas de descomposición de esquemas, difíciles, de pérdida de libertades ya han sucedido, se han superado y ha habido mentes lúcidas que las han visto venir y que nos han prevenido de sus consecuencias.

Yo creo que el teatro hace sociedad y ahora mismo estamos en una sociedad que tiene mucho peligro de ser desestructurada y el hecho de que el público esté acudiendo a los teatros de alguna manera, aunque no sea consciente, es porque palpita un deseo de no perder algo que vale mucho, que son los ciudadanos, que son sociedad, que no es un amontonamiento de espectadores que se sientan en unas butacas, que es algo más y hay algunos tipos de relatos y el teatro en general consigue ese efecto, que un montón de espectadores se conviertan en público y de público en ciudadanos. Y ahora mismo existe claramente esa necesidad y por eso yo soy muy optimista con respecto a la situación y al futuro del teatro a pesar de todos los palos en las ruedas.


Mario Gas y José María Pou han vuelto a decirse sí, ahora con un texto de otro gran hombre de teatro como es Ernesto Caballero y junto a ustedes ahora Alejandro Bordanove y María Cirici. ¿El equipo es de primera división, no?

Sí, claro (risas). Hay una cosa que es la gran perogrullada pero yo lo repito como autor, como director, como espectador, como todo, el teatro son actores. Déjate de nada más. Y cuando tienes buenos, excelentes actores, como es el caso, todos los demás humildemente damos un paso atrás y decimos ‘que jueguen y que disfruten’ porque nos hacen jugar,  nos hacen disfrutar, nos hacen imaginar… Qué voy a decir (risas).


Para acabar, dice Cicerón: “No podemos cambiar el pasado, pero debemos prever el futuro”. ¿Son optimistas?

Sí, lo soy mucho y además hoy en día de manera injusta te pueden eliminar una cuenta en una red social, a Cicerón le cortaron la cabeza. Con eso te lo digo todo. Desgraciadamente todavía hay lugares en el mundo donde te cortan la cabeza, pero también hay que poner las cosas en perspectiva y seguramente estamos viviendo con respecto al pasado el mejor mundo en el que se podría vivir, sobre todo aquí, en el primer mundo. 

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