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Entrevista a Iñigo Guardamino, Metálica

Publicado el 31 de Mayo de 2019

Entrevista a Iñigo Guardamino, Metálica

Obra: Metálica

 En lo alternativo siempre hay poco tiempo y medios míseros, en este caso he podido ensayar a gusto, improvisar...

 Director, dramaturgo, licenciado en Derecho y miembro fundador de La Caja Negra Teatro. De Íñigo Guardamino han dicho que es una de las voces más atractivas de la nueva dramaturgia española y que es difícil no dejarse envolver por su escritura singular y heterodoxa, plasmada en, entre otras, “El año que mi corazón se rompió”, “Eloy y el mañana”, “Solo con tu amor no es suficiente” o la más reciente “Monta al toro blanco”, estrenada esta temporada en El Pavón Teatro Kamikaze. “Metálica”, su última creación, es un trabajo de investigación dramatúrgica del Laboratorio Rivas Cherif en el marco de Escritos en la Escena III y está protagonizado por Pablo Béjar, Marta Guerras, Esther Isla, Carlos Luengo, Sara Moraleda y Rodrigo Sáenz de Heredia.
 

Dice en la presentación de “Metálica” que el futuro no es lo que nos habían vendido el siglo pasado. ¿Cómo es el presente que nos ha tocado vivir?

Difícil. Todo cambia demasiado rápido, las certezas antiguas ya no sirven y el miedo que eso provoca trae una demanda de soluciones fáciles. Vamos hacia otro modelo de sociedad y el proceso, para bien o para mal, es imparable. Nuestra forma de vida tiene los días contados.  Evolución para unos, distopía para otros.


Cuéntenos algo, para abrir boca, de “Metálica”, ¿qué es, cómo definiría esta obra?

Una comedia negra guano sobre lo que viene; nuestra progresiva pérdida de empatía, de cómo humanizamos a las máquinas y tratamos a las personas como objetos de usar y tirar. La gente se ríe mucho, en serio.


Usted habla de una comedia simpática, pero ¿a qué nos enfrenta realmente “Metálica”, en qué llagas mete el dedo?

Lo de “simpática” es más bien sarcástico. Mi intención es mostrar lo que creo que es el futuro, en lo que nos vamos a convertir, si no lo somos ya.  Sólo puedo decir que no hay muchas excusas, nos lo hemos buscado nosotros mismos.


Luca, Zoe, Venti… y así hasta ocho personajes componen esta historia. ¿Cómo son, qué les mueve, qué nos diría de ellos?

Son una familia humana con sus complementos robóticos. Las máquinas (los llamo Acompañantes) actúan según su programación, no tienen consciencia. Los personajes humanos intentan huir de la soledad y ser felices como pueden, con eróticas y siniestras consecuencias.   


He leído a alguien afirmar que adentrarse en su teatro es jugar a descubrir las referencias que le cosquillean en su imaginario. ¿De quién bebe Íñigo Guardamino esta vez?

Ufff, muchas. No soy muy de ciencia ficción pero J.G. Ballard es una referencia. También he estado escuchando mucho a Throbbing Gristle y a Girls Aloud. Las pinturas de Jenny Saville. La web del Lidl. Ver que nuestro reflejo en una pantalla nos atrae más que una mirada. El tartamudeo de un adolescente. Instalar un router. Muchas cosas.


Sigamos con lo que la gente comenta. De usted han dicho que es una de las voces más atractivas de la nueva dramaturgia española. ¿Qué tiene la voz de Íñigo Guardamino que ha logrado hacerse un gran hueco en la cartelera madrileña?

Me da mucha vergüenza definirme. Antes me costaba cantar, ahora menos. Digamos que mi intención al escribir, otra cosa es que lo consiga, es plasmar lo que me gustaría ver como espectador, algo que me haga pensar sin subestimarme o insultar mi inteligencia, reír por no llorar, salir del teatro con ganas de comentar la obra y luego ir a casa a tener sexo torpe. Algo así.


“Metálica” es un proyecto de investigación dramatúrgica del Laboratorio Rivas Cherif dentro de Escritos en la Escena del CDN. ¿La forma de trabajar ha sido diferente esta vez para usted? ¿Cómo lo ha hecho?

Totalmente. En lo alternativo siempre hay poco tiempo y medios míseros, en este caso he podido ensayar a gusto, improvisar… la presión/exigencia ha sido la misma o mayor pero he disfrutado mucho el proceso en todos los sentidos, muy arropado por el elenco y el equipo artístico. Volver a comer sardinas a la luz de una vela será duro.


Como en otras ocasiones, usted firma la obra y la dirige. ¿Es usted celoso de su obra o los cambios al contacto con los actores son bienvenidos?

Soy muy friqui del control pero cada vez me relajo más y me suelto el (hipotético en mi caso) pelo. Al escribir sobre la marcha he tenido que apoyarme en improvisaciones y he cambiado muchas cosas según avanzaba el proceso. Ha sido fundamental el trabajo de improvisación con el elenco, que está imperial en la obra, sin ellos hubiera sido imposible levantar esto… nos hemos reído mucho y además ha servido.


¿Qué cree que dirían sus actores, muchos recurrentes en sus montajes, de usted, de su forma de trabajar?

Mejor preguntarles a ellos, pero seguramente de mí dirán que sigo igual de irritante pero que por lo menos esta vez han cobrado más. Creo que están satisfechos con el resultado ya que al tener tiempo hemos trabajado los personajes más a fondo. El primer día de ensayos no tenía ni una línea de texto escrita, pero les presenté biografías muy detalladas de cada personaje y empezamos a ensayar desde ahí.


¿Qué le atrapa a la hora de escribir?

La ganas irrefrenables de contar una historia. Ver como algo se levanta frente a tus ojos, toma forma, te altera y luego desaparece, una y otra vez.


¿Y en qué más anda ahora Íñigo Guardamino? ¿Otros proyectos que puedan contarse?

Pues con la productora La Caja Negra Teatro espero volver a poner en escena “Monta al toro blanco”, obra que estrenamos en el Teatro Kamikaze a finales del año pasado, también tengo que terminar una traducción y a finales de año me van a publicar tres libros (incluido “Metálica”). Por último, espero retomar la escritura de otra obra. A ver cómo sale. 

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