Revista teatros

 A la espera del ansiado estreno de “Giselle” en diciembre, la Compañía Nacional de Danza regresa a escena haciendo alarde de todo su talento en un marco incomparable –Teatro Real– en 3 fechas exclusivas con triple programa de lujo: “Apollo”, “Concerto DSCH” y “White Darkness”. Charlamos con el carismático director artístico de la formación para descubrir los detalles de este prometedor estreno.    Por ANA VILLA Retrato SERGIO DE LUZ

¿Qué supone para la CND reencontrarse con el público madrileño en un enclave tan especial como el Teatro Real?

Cada vez que estamos frente al público es un regalo. Con la que está cayendo, somos afortunados de poder estar bailando. Por supuesto el Teatro Real es muy importante. Quiero tener más permanencia en Madrid y agrandar nuestra relación con el público de aquí.

¿Cuál ha sido su criterio a la hora de seleccionar las tres piezas que forman esta triple programación?

Este programa es muy especial para mí. Fue el primero que tenía en mente. Una declaración de intenciones y de mi visión. Tiene una coherencia musical, estilística y coreográfica y, también, una progresión en cuanto a la evolución que la danza ha tenido. Las tres piezas son icónicas, tanto como sus creadores. Todos utilizan la pura musicalidad como prioridad y para mí esto es imprescin-dible. Hay mucha sordera en la danza.

Este triple menú comienza con “Apollo”. ¿Cómo presenta esta pieza, y qué elementos la convierten en especial?

Fue creada por George Balanchine en 1928 y parece que la coreografíó ayer. Es una pieza que te sigue descubriendo cómo se puede evolucionar partiendo de una técnica clásica. Para Balanchine la música era la prioridad. De hecho, él decía “see the music, hear the dance”. Colaboró con Stravinsky en numerosas ocasiones. “Apollo” es un ejemplo de cómo contar una gran historia a través de la mera musicalidad y genio coreográfico.

¿Qué destacaría de “Concerto DSCH” de Alexei Ratmansky?

Me acuerdo como si fuera ayer cuando Alexei la coreografió. Han pasado ya doce años desde que se estrenó (yo estaba en el reparto original) y la pieza sigue tan fresca como el primer día. Es un ballet fascinante, una joya envuelta en un paquete pequeño pero intenso. El primer y tercer movimiento son trepidantes y exigentes, tanto para los solistas como el cuerpo de baile. En el segundo hay un paso a dos con una sensibilidad que iguala al maravilloso concierto para piano.

“White darkness” de Nacho Duato pone la guinda...

Es una de mis piezas favoritas del repertorio de Nacho Duato y un clásico mundial. Cada vez que tengo la fortuna de verlo, me llega muy dentro. ¡Alucinante! ¿Cuál es el estado actual de la CND y cuáles son sus objetivos a corto y medio plazo? La CND está en un proceso nada fácil por el cual es imprescindible pasar para que la calidad sea mejor. Hay mucho trabajo que hacer, pero la compañía está encajando mi energía y forma de trabajar bastante bien. La mayor fortaleza es tener gente maravillosa al lado. El equipo artístico y administrativo me elevan a un nivel desde el cual puedo tener alas para hacer cosas relevantes que marquen una diferencia.

¿Cómo ha vivido la CND –y usted mismo– la pandemia desde el primer Estado de Alarma y qué cambios ha tenido que implementar para adaptarse a la situación global que vivimos?

Ha sido intenso en general. He intentado que tuviéramos contacto cercano con el equipo y bailarines. Yo tuve también procesos personales, pero empecé a trabajar y en cuanto nos dieron la luz verde salí como un caballo desbocado a hacer cosas. Creo que en parte vino bien tener este paréntesis. Me siento agradecido aún más cada día. No hay nada mejor que un recordatorio de que todo puede cambiar en un segundo para cuidar las cosas. Somos muy afortunados en tener salud, hay mucha gente que está teniendo calamidad, hay que poner las cosas en perspectiva.