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Entrevista a José Gómez-Friha por Bien está que fuera tu tierra, Galdós

Publicado el 29 de Septiembre de 2020

Entrevista a José Gómez-Friha por Bien está que fuera tu tierra, Galdós

Obra: Bien está que fuera tu tierra, Galdós

 Galdós observa y analiza el pasado de España y su presente y, por lo tanto, puede intuir el futuro de su sociedad

 Es el corazón y el cerebro de Venezia Teatro, esa compañía que nació en 2012 para dar voz a las palabras de nuestros clásicos universales y que se ha convertido en un soplo de aire fresco en nuestra escena gracias a montajes como “La Hostería de la Posta”, “La isla de los esclavos”, “Tartufo” o “Casa de muñecas”. Actor, director, productor y desde hace poquito también autor –“La escena número 12”–, su carrera está vinculada a grandes nombres como Josep Mª Flotats, Juan Mayorga o la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico.
 

¿Recuerda su primer contacto con Galdós, la primera obra que leyó de don Benito y qué pensó?

Siendo el pequeño de tres hermanos, uno acaba recibiendo las influencias culturales de los mayores. Cuando no estaban en casa yo cogía los videojuegos de mi hermano, los discos de ambos y los libros de mi hermana. Tuve mucha suerte de que ella leyera a Roal Dahl. Crecí leyéndolo y aún hoy releo Las Brujas. De entre los libros de mi hermana mayor un día cogí la novela Miau. En ella descubrí a un niño, Luisito, ingenuo, fascinado, con una voluntad férrea ante la vida. Fue inevitable que quedara fascinado ante aquella novela y que a partir de aquel momento incluso se confundiera en mi memoria el nombre de Luisito Cadalso con el de Benito Pérez Galdós.


 ¿Qué tiene que decirnos Galdós a los espectadores del siglo XXI?

No hay una sola palabra de Galdós que no merezca ser leída. Ni una sola que no nos invite a reflexionar. Benito Pérez Galdós observa y analiza el pasado de España y su presente, y por lo tanto puede intuir el futuro de su sociedad. Navegar por los textos de Pérez Galdós es sentirse interpelado desde este peculiar año, 2020, en el que nos encontramos.


 ¿Qué es “Bien está que fuera tu tierra, Galdós”, de qué nos habla y a qué nos enfrenta?

Es un homenaje a la figura del escritor. Uno de los personajes dice en un momento: “Hemos intentado re-pensar a Galdós y lo único que hemos conseguido es re-pensarnos a nosotros mismos una y otra vez”. Es inevitable pensar que Galdós nos habla directamente a nosotros, nos hace de espejo y nos invita a observarnos como individuos y como sociedad.


Cuéntenos algo de la puesta en escena, de dónde ha querido poner el acento como director, de qué vamos a ver sobre las tablas (vestuario, escenografía, música, luz, atmósfera…).

Quizá lo único que pueda contar sobre ella (ya que esperamos que sea una sorpresa) es que en ella están los recuerdos de las puestas en escena anteriores de la compañía. No sé si es lo mejor de VENEZIA TEATRO, pero es VENEZIA en su más pura esencia. Actores continuamente en escena, un espacio al servicio de los intérpretes y un trabajo de palabra con la comicidad de los Desvaríos, la seriedad de Tartufo y el discurso de La escena número 12. A mi me gusta lo que veo, pero la última palabra la tiene El respetable.


 Hay algo muy especial también sobrevolando este montaje: un proyecto pedagógico y actividades en torno a la obra. Háblenos un poquito de esto.

Laila Ripoll, nueva directora del Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa, ha escuchado y potenciado todas nuestras propuestas. A través de la coordinación de actividades pedagógicas dirigida por Rafael Prieto, Laila acogió la idea de generar encuentros presenciales en los centros educativos previos a la representación mediante la presentación de un Instagram de Benito Pérez Galdós (que pronto verá la luz). Después y tras la representación realizaremos un encuentro con los estudiantes para realizar un taller que tiene como objetivo “Cómo leer a Galdós”.


 ¿Cómo se llevan el José artista, el actor, el director, y el José productor? ¿Es un dúo bien avenido o tiene sus días?

Antes la relación entre ellos era bastante complicada, tóxica, como se dice hoy en día. Cuando el actor entendió que aunque con formación y ciertas habilidades no podría aportar mucho a la profesión, el director y el productor empezaron a tener conversaciones más íntimas, hasta entender que cada uno sólo puede actuar cuando el otro no trabaja. En los ensayos soy director, en la mesa soy productor. Pero todavía la inseguridad del director interfiere en el trabajo de productor, y la rigurosidad del productor limita la mente del director. Efectivamente, tiene sus días.


 ¿Hay que estar un poco loco para embarcarse en una compañía, en producir? ¿Qué hay más de locura, de amor por el oficio, de necesidad?

Si no hubiera la necesidad, el amor al oficio y el punto justo de locura mezclados en las cantidades exactas lo único que justificaría el hacer teatro sería la completa estupidez. El problema, la tristeza del problema, es que la producción de artes escénicas se ha basado en la copia de modelos de gestión y organización de otros sectores sin analizar las características inherentes a nuestro producto: el ser geo-localizado. No es que haya que estar un poco loco para embarcarse en una compañía, sino que es simplemente la única manera de entrar en un sistema laboral dominado por viejas generaciones recelosas del que jóvenes trabajadores de las artes escénicas puedan ocupar el lugar que van a acabar abandonando. Supongo que es el miedo del artista. A mi ya no me da miedo cambiar de profesión con tal de ser feliz. No pienso regalar mi vida al Teatro, aunque quizá ya haya cruzado esa línea.


 Si no me equivoco, “El juego del amor y del azar”, “La Hostería de la Posta”, “La isla de los esclavos”, “Los desvaríos del veraneo”, “Tartufo”, “Casa de Muñecas” y, de repente, “La escena número 12”. Y aparece el José autor. ¿De dónde surge la necesidad de escribir? ¿Cómo fue, qué le inspira y cómo se sintió?

El único responsable de que me iniciara en la dramaturgia es Juan Mayorga, durante mis estudios en el Máster de la Universidad Carlos III que tan brillantemente dirige. No puedo describir lo que opino sobre él por miedo a ofenderle. La escena número 12 nace como propuesta de trabajo fin de máster. 


 Hay quien vincula su carrera a Josep María Flotats, la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, Eduardo Vasco o Juan Mayorga. ¿Qué han significado para usted cada uno?

Vasco me enseñó (recuerdo en cada montaje sus consejos y lecciones) cómo contar historias en escena. Gran pedagogo y siempre relato en los ensayos algunas de sus clases. Juan Mayorga me hizo entender que un maestro es aquel que no pretende serlo. José María me ha dado la oportunidad de aprender en seis de sus espectáculos permitiendo observar su genialidad desde mi posición de ayudante de dirección. Ambos tres ocupan un lugar importante en mi, y sin duda Flotats el más importante de todos. Los tres asisten a observar mi trabajo y siempre son sinceros con la opinión que tienen de ellos, lo que me ayuda a mejorar montaje tras montaje.

De la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico no conservo ningún recuerdo artístico bueno… quizás el único sería el aprender lo que no se debe hacer con un trabajador de las artes escénicas. Esta es, en realidad, una gran lección que agradezco, a pesar de estar a punto de denunciar ante el INAEM las situaciones que viví. La institución me ofreció la posibilidad de denunciar y decidí poner punto y final a una etapa dura y cruel. Estoy feliz de la decisión que tomé.


Y hablando de nombres, también el Teatro Fernán Gómez se ha convertido un poquito en su casa y en la de Venezia Teatro, ¿no?

Nunca podré agradecer lo suficiente al Teatro Fernán Gómez las oportunidades que nos ha brindado. Siempre han abierto sus puertas en la recepción de proyectos (muchos de ellos rechazados, otros aceptados).  A muchos teatros públicos ni les interesas, no contestan a peticiones de entrevistas o presentaciones de proyectos. Otros te dicen que hasta que no dirijas un número determinado de montajes no puedes acceder a sus programaciones. Los privados te acogen si la obra tiene éxito y aceptas las condiciones empresariales. De esto se deduce que los teatros municipales apuestan por las compañías de su ciudad, los autonómicos y fundaciones exigen recorrido y que los nacionales están reservados a los círculos profesionales de los directores que lo regentan.


¿En qué más anda José Gómez-Friha? No sé si hay otros proyectos por ahí que puedan contarse…

Cuatro días después de estrenar “Bien está que fuera tu tierra, Galdós”, retomamos los ensayos de El Enfermo Imaginario, bajo la dirección de Josep Maria Flotats que sirvo lo mejor que puedo como ayudante. En marzo nos quedamos apenas a dos semanas de estrenar, con la deliciosa y misteriosa escenografía de Ezzio Frigerio y el exquisito vestuario de Franca Squarccapinno. Después de esto, me planteo centrarme en terminar mi segundo Máster en Teatro para prepararme a entrar en la fase de doctorando. Y a nivel de dirección hay muchos proyectos: Chéjov, Dostoievski, Goldoni (esa trilogía que comenzó con Los desvaríos del veraneo), y algunas inquietudes en torno a Pizarnik ,Ted Hugues y Sylvia Plath.

También me encantaría levantar las Cartas de Amor de una Monja Portuguesa de Mariana de Alcoforado. Pero la realidad es que no puedo auto-producirme más. El siguiente montaje de VENEZIA TEATRO necesitará como mínimo una coproducción, si no es posible una producción por parte de un teatro público. Al igual que en la tauromaquia, hasta que no se toma la alternativa (y esto pasa por un premio MAX o por la apuesta de un director público) uno paga por trabajar. Y no quiero seguir haciéndolo. Régimen de artistas y toreros se denominaba.

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