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Entrevista a Juan Gea y Alberto Iglesias por Variaciones enigmáticas

Publicado el 01 de Julio de 2022

Entrevista a Juan Gea y Alberto Iglesias por Variaciones enigmáticas

Obra: Variaciones enigmáticas - Teatro Infanta Isabel

 Drama, cierto humor y mucha sensibilidad. La obra despierta emociones. Es Teatro de la Palabra, Juan

El escenario es un buen lugar para lanzar preguntas. Y el patio de butacas uno mejor para intentar responderlas, Alberto

Abel Znorko, prestigioso escritor y premio Nobel de Literatura, vive solo en una isla de Noruega cercana al Polo Norte. Hasta allí llega Erik Larsen, un periodista que lo visita para hacerle una entrevista sobre su último libro, “Amor inconfesable”, entrevista que utiliza como pretexto para conocer al escritor. Pero, ¿por qué? ¿Cuál es su relación secreta con la mujer de la que Znorko se dice enamorado? ¿Y por qué tal misántropo aceptó recibirlo? De ahí surge un enfrentamiento dialéctico apasionante y lleno de enigmas... Dirigidos por Román Calleja, dos monstruos de la escena como Juan Gea y Alberto Iglesias ponen voz, alma y pasión a esta pieza de Eric-Emmanuel Schmitt, uno de los autores francófonos más leídos y representados en el mundo. Con ellos hemos charlado. Por VANESSA RAMIRO

¿A Juan Gea y a Alberto Iglesias les tira más la razón o la emoción?

Juan: Me suele tirar más la emoción. Las primeras sensaciones, emociones, que son las menos contaminadas. A veces me lleva a cometer errores, pero al final el balance es positivo.

Alberto: Es difícil separar ambas cosas. A veces la razón lleva a la emoción y viceversa. Digamos que se complementan en el arduo ejercicio de la comprensión de la vida. Cuando ambas litigan suele ganar la emoción, que suele ser más fiable y da una respuesta más directa, aunque no siempre correcta.


Dicen quienes la han visto que “Variaciones enigmáticas” lleva a escena esa lucha entre razón y emoción.

Alberto: ‘Reducir’ “Variaciones enigmáticas” en esos términos, o en otros, es arriesgado, porque la función presenta muchas capas en la acción y en los personajes. ¿Podría ser la esencia? Podría ser. En cualquier caso, la respuesta la tiene siempre el espectador.

Juan: Hay muchos más temas. Grandes frases de los dos personajes que darían para largos debates. Pero, esencialmente, es el encuentro entre un alguien que ha supeditado su vida y sus emociones a una teoría muy razonada y otro alguien que ha vivido lo que su corazón le dictaba. Ninguno de los dos estará completo sin el otro. Pero a grandes rasgos, sí, sería un encuentro entre la razón y el corazón.


Cuéntennos algo más...

Juan: A través de plantear el tema del amor con un tercer protagonista –una mujer– ausente, pero siempre presente, plantea una premisa: La imposibilidad de ser indiferente a un sentimiento verdadero, más cuando es un ideal. Un enfrentamiento que genera situaciones equívocas, con gran suspense, con enigmas que vamos descubriendo por capas a través de la palabra. Drama, cierto humor y mucha sensibilidad. Despierta emociones y empatiza de un lado u otro con los sentimientos del público que por momentos se identifica con uno u otro personaje. Teatro de la Palabra.

Alberto: Para mí es un thriller existencial. Una indagación sobre las causas y efectos del amor entendido de un modo muy particular. Cualquiera que haya estado enamorado alguna vez encontrará preguntas que jamás pensó en hacerse a este respecto.


¿A quién amamos cuando se ama? ¿Sabemos quién es el ser amado? La obra está llena de interrogantes. ¿Alguna respuesta?

Juan: Realmente ‘nunca lo sabremos’ Amamos a otra persona, ¿a la real o a la creada, a la idealizada en nuestra mente? Enigma. Esta obra no busca respuesta. Al contrario, plantea interrogantes, a nosotros mismos, al público. Creo que todo el mundo ha pasado alguna vez por donde han pasado los personajes y la respuesta sigue en el aire.

Alberto: ¡Ojalá lo supiéramos! Solo podemos intuir y confiar. Amar es desnudarse ante el otro para darse a conocer con la esperanza de que se nos siga amando una vez que nos han conocido. El escenario es un buen lugar para lanzar preguntas. Y el patio de butacas uno mejor para intentar responderlas. Las respuestas las ha de contestar el espectador en su cabeza. Y habrá tantas respuestas como espectadores vean la función.


¿Tiene cabida el humor en una historia como esta?

Juan: Hay humor y mucho producido por el contraste de los personajes, por su distinta forma de interpretar la vida. En la vida misma, en las peores situaciones, siempre hay cabida para el humor.

Alberto: Los dos protagonistas de esta función son muy inteligentes y la ironía entre ambos salta cada dos por tres lo que causa bastante hilaridad entre el público. No solo tiene cabida el humor, sino que es fundamental porque permite que nos relajemos y cojamos fuerzas para el siguiente golpe que nos lanza el dramaturgo.


Juan Gea –“Otra vida”, “Por los pelos”, “Burundanga”, “El Ministerio del tiempo”, “Las 13 rosas”...– es Abel Znorko.

Juan: Abel Znorko, escritor, Premio Nobel, que eligió apartarse del mundo, de una realidad que no soportaba, para crear la suya a partir de la escritura, su mundo. Con una coraza de ideas en las que firmemente cree, hasta... ahí uno de los enigmas.


Alberto Iglesias –“Diálogo del Amargo”, “La Strada”, “Don Juan”, “Gran Reserva”, “Personas humanas”– es Erik Larsen.

Alberto: Intentando no desvelar nada, parte del éxito de la obra es el misterio que la rodea, podría decir que a Erik Larsen le mueve la búsqueda de la verdad.


¿Cómo es el Eric-Emmanuel Schmitt que firma la obra?

Juan: Uno de los mejores autores franceses contemporáneos. Bucea mucho en la psicología de sus personajes. En esta ocasión él mismo reconoce que ha plasmado parte de su biografía y que él ha experimentado estados por los que Abel y Erik están pasando. Y sigue sin darse una respuesta única y cierta.

Alberto: Es un autor muy culto y con una inteligencia teatral enorme, que escribe para el público, se nota que lo conoce bien, sabiendo que entretener es la base para que la filosofía de sus obras entre como un caballo de Troya en el espectador. Además se advierte un profundo conocimiento del alma humana en la creación de estos dos personajes.


Y al frente del barco, Román Calleja.

Juan: Trabajar con Román es garantía de un trabajo muy bien hecho. Incansable, difícil de conformar, lo cual nos lleva a avanzar siempre. Es duro, pero paciente, comprende muy bien al actor. El montaje es limpio, sin ningún tipo de adorno. Apoyado en la luz para remarcar situaciones, pero basado simplemente en los actores, sin disfraz, sin espectáculo más allá del que nos puede dar la palabra y la emoción.

Alberto: Román es un director meticuloso que siempre pide más. Es director de actores y su objetivo es hacernos llegar de la manera más clara posible su visión de los personajes. Todo el montaje está en función de Abel y de Erik. Casi como la alfombra de Brook o aquello tan conocido de Lope: “Dadme cuatro tablas, dos actores y una pasión”. Ha sido un proceso extenuante, pero también enriquecedor.


La pieza lleva ya meses girando por toda España. ¿Qué tal la experiencia, cómo la recibe el público y qué esperan de Madrid?

Juan: La respuesta del público está siendo impresionante. Los aplausos finales así nos lo dicen. A la salida de los teatros el público nos espera para contarnos cómo han vivido la representación, cómo les ha movido por dentro, para sonreir y para emocionarse., Es maravilloso ver cómo se crea el debate entre los mismos espectadores. No esperamos menos del público de Madrid.

Alberto: La recepción es muy buena, la verdad. La historia emociona, divierte y conmueve. El público nos regala unos silencios maravillosos. Se le siente ahí, con nosotros, en ‘nuestra isla’, viviendo desde su butaca lo que nosotros vivimos sobre las tablas. Algunos repiten, por vicio. Y es que la obra da para mucho. Si les pido una frase de su personaje... Juan: “El amor no es más que la historia que se inventan en la vida aquellos que no saben inventar historias con las palabras”. Alberto: “Y me di cuenta de que el mundo no estaba tan vacío...”.

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