Revista teatros

 Él, Lluís Homar. Cautivador, fuerte, el guerrero por excelencia, irascible por momentos, noble, hedonista... Ella, Ana Belén. Sensual, caprichosa, poderosa, inteligente. Impecables, tan colosales como sus personajes, dan vida, voz y alma a Antonio y Cleopatra. Vicente Molina Foix, certero en el verso. Y José Carlos Plaza, valiente toma la batuta del enrevesado, complejo, intenso y vibrante texto de Shakespeare. Sin duda, uno de los montajes estrella de los festivales de teatro de Almagro, su casa, donde se estrenó, y Mérida, con quien ha surgido un idilio del que se esperan más frutos, y el encargado de abrir la nueva temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Esta ya sí que sí ‘cien por cien Homar’. De todo ello charlamos con el actor, director y ahora también gestor.  Por VANESSA RAMIRO  Fotos SERGIO PARRA

Cansados, pero contentos, imagino...

Estrenamos en Almagro y estuvo muy bien y luego esta primera coproducción con el Festival de Mérida y estar en ese espacio único... Muy contentos. Hicimos cuatro funciones, dos mil doscientas personas cada día. Ahora haremos unos ensayos y el 23 de septiembre lo estrenamos en la Comedia. Estaremos siete semanas en este teatro que, no porque sea el director de la compañía, es el mejor de Madrid en la relación entre el espectador y el escenario, hay una comunión excepcional.

Por primera vez se establece esa colaboración de la CNTC con el Festival de Mérida. Son tiempos de establecer complicidades, ¿no?

Absolutamente. Poner en pie una obra de teatro es un esfuerzo muy grande a muchos niveles y lo importante es darle la difusión más grande posible. Nosotros hubiéramos estrenado en Almagro, que es un teatro que tiene una calidad muy grande, y luego hubiéramos hecho nuestras siete semanas, pero en cuatro funciones lo han visto nueve mil personas más en Mérida. Eso ayuda a poder dar difusión a ese esfuerzo mayor que supone poner en pie un texto de teatro.

Arranca la temporada de la CNTC con Shakespeare. ¿Se han acallado ya las voces que no veían sentido a mostrar textos que no fueran del Siglo de Oro?

Siempre estarán ahí, me imagino. Shakespeare nace dos años después que Lope de Vega, muere el mismo año que Cervantes. Creo que es necesario ese diálogo para poner en valor nuestro patrimonio, porque a veces parece que Shakespeare o Molière son autores universales y los nuestros son nacionales. Evidentemente es una cuestión de equilibrio, pero conectarlos y que tengan ese diálogo es fundamental.

Lluís Homar, que conoce bien a Shakespeare –ha hecho “Hamlet”, “Ricardo III”, “Timón de Atenas” y “Coriolano”–, ¿qué nos contaría de “Antonio y Cleopatra”?

Es una obra única, que durante muchos años, incluso siglos, estuvo un poco relegada porque no se sabía muy bien dónde encajaba. Es una tragicomedia, lo trágico convive con el humor, con lo cómico. Al final, si miramos la vida es tragicómica. Reflejar eso en un escenario no es tan sencillo y Shakespeare lo hace. También esa mezcla que tiene de dos mundos, como puede ser el amor y el poder y la dicotomía que se establece entre los valores que propugna Roma y los que propugna Egipto. El mundo actual está más en lo que sería Roma, ese sentido productivo de la vida, hemos creado un sistema en el que o produces o no eres y hemos dejado de lado el ser, la esencia, que lo que propugna el mundo egipcio, en el cual, sin renunciar al poder, entran la sensualidad, los afectos, las emociones, las contradicciones, lo que es el alma humana.

Antonio y Cleopatra como transgresores.

Son defensores de una mirada distinta a lo que es habitual y, en este sentido, tienen algo no de subversivos, pero sí de enfrentarse al poder. No sabemos qué piensa Shakespeare, pero a mí me da la sensación de que se moja y de que está con Antonio y Cleopatra (risas), de que está en ese momento de decir vivir no es solo organizarlo todo, vivir es mente y es cuerpo. En el caso de Antonio, que podía ser visto de una forma despectiva, como un tío contradictorio, pero sin alma, las contradicciones le confieren alma. Hay algo en ellos de transgresores, de alguna forma defienden un mundo imposible, pero el único que puede dar sentido a la existencia y al ser humano.

Volvemos a la perogrullada de que en los clásicos está todo, pero ¿qué tiene que decirnos Shakespeare hoy?

Leía en algún sitio que los clásicos nos sirven para entender nuestro presente. Son materiales para que sepamos mejor qué nos pasa. Los clásicos, y sobre todo si hablamos de estos autores con esta altura y este talento, son herramientas absolutamente contemporáneas para seguir intentando entender qué somos y qué es el alma humana. En este momento de crisis existencial abrumadora a nivel mundial los clásicos pueden ser muy útiles, no para que nos digan lo que tenemos que hacer, sino para que miremos donde realmente hay que mirar que es dentro de uno mismo.

Un gran reparto, Shakespeare y tres pilares: Vicente Molina Foix en la versión, José Carlos Plaza en la dirección y Ana Belén. No se podía soñar más alto…

Estamos en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (risas). Teníamos muchas ganas de que el maestro donde los haya que es José Carlos Plaza formara parte de la programación, hacía demasiados años que había hecho “La venganza de Tamar” y me parecía un acto de justicia. Le hablamos de “Antonio y Cleopatra” y él nos confesó que era una de sus obras de cabecera, que amaba este texto. De allí fuimos a pensar en la posibilidad de la mejor Cleopatra que podíamos imaginar en este momento, que es Ana Belén. Y Vicente Molina Foix y Ernesto Arias, Fernando San Segundo, Rafa Castejón, Elvira Cuadrupani, Javier Bermejo, José Cobertera, Israel Frías, Carlos Martínez Abarca, Luis Rallo y Olga Rodríguez. Una de las cosas, que era muy bonita, que te decían en Mérida, era “¡Qué bien están todos los actores!”.

Cansados, pero contentos decíamos al principio. Imagino que también esa frase podría servir de resumen de lo que ha sido esta pasada temporada, ¿no?

No sé cuál poner primero, si cansados y contentos o contentos y cansados. Muy cansados y muy contentos podríamos añadir (risas). Ha sido una temporada dura, compleja, octubre, noviembre, contagios covid muy presentes, tuvimos que parar prácticamente toda la actividad, en la sala principal, en la sala Tirso, los ensayos… y no solo parar, sino todo lo que esto supone en el trabajo y las situaciones personales… Luego llegó Filomena y cuando parecía que había pasado todo tuvimos que cerrar el teatro y los ensayos. Sabíamos que no iba a ser sencillo, pero tenemos la satisfacción de que hemos hecho todo lo que teníamos previsto y de que el público ha respondido de una manera ejemplar con su asistencia, agradeciendo ese esfuerzo… Cuando ya habíamos hecho todo de repente venía el Festival de Almagro, al que hemos llevado cinco producciones y hemos echado el resto. Eso es una prueba de exigencia para todo el equipo.

Un deseo a partir de este septiembre...

Un poco más de tranquilidad. Exigencia y alegría, para mí esto es inseparable. La búsqueda de la excelencia es innegociable, pero que el placer y el trabajo puedan convivir de la mejor manera.

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