Revista teatros

¿Qué le contarían de “Los Pazos de Ulloa” a una persona que no sepa nada de la obra? ¿Cómo la definirían, de qué habla, en qué llagas mete el dedo?

Nunca había leído a E. P. Bazán pero ahora he descubierto a una escritora de altura, intrépida, estremecedora, irreverente y moderna.

Cuando era muy joven sí vi, de aquella manera, la versión televisiva que se hizo de Los Pazos de Ulloa, y hace unos años vi una versión teatral de "Insolación" en el Teatro Español que me encantó. 

Violencia, crueldad, caciquismo, deseo, pasión, amor, amenazas, política rural, barbarie… ¿Ha cambiado mucho la sociedad de hoy con respecto a la que se encuentra don Julián cuando llega a los Pazos de Ulloa o seguimos tropezando en las mismas piedras?

Que no se lo pierda. Ni su lectura ni nuestra obra. Disfrutará de las vivencias de unos personajes tremendos y hará un viaje espectacular por la Galicia rural profunda y por la sociedad burguesa de Santiago de la segunda mitad del siglo XIX. De esta manera entenderá mejor nuestra sociedad actual, de donde venimos y lo que somos. Porque todo lo humano y divino, y lo no tan humano y divino, se encuentra en esta obra completa, comprometida y desgarradora.

En ella se dan los peores pecados capitales, la violencia, la lujuria, el fanatismo, la corrupción espiritual y política, el machismo, el mercantilismo con la mujer, la corrupción y el oscurantismo eclesiástico, la inmovilidad mental, el clasismo y el esclavismo, pero también el deseo, el amor, la ternura, la exuberancia de la madre naturaleza, el compromiso con la educación, la libertad, los derechos humanos y la ciencia y el arte como benefactoras de un mundo mejor.

Háblenos de su personaje. ¿Quién es y cómo es, qué le mueve?

Interpreto a Don Pedro Moscoso, el señorito cacique y Marqués de los Pazos. Un hombre atormentado y solitario, violento, machista, incapaz de amar, sin cultura, inmoral, posesivo, de tierras, hombres y mujeres, y último individuo y preservador fanático de un "raza" aristocrática rural en decadencia, un ser enfermizamente arraigado a sus tierras a sus montes y a la caza y que será utilizado por miembros de la política local y provincial para representar una ideología conservadora y castradora. Ya se sabe, la estupidez y el inmovilismo, la codicia y el ansia de poder tratando de cercenar nuestras vidas, nuestras libertades y nuestros derechos humanos. Nos suena ¿verdad?

Si les pido una frase de su personaje, ¿con cuál se quedan?

¿Una frase de mi personaje? "¿Adónde iría?  Aquí mal que bien soy el rey de la comarca".

¿Cómo es trabajar con Helena Pimenta, cómo es como directora?

Helena es una directora de carácter y con mucho humor. Conoce muy bien el teatro y no se anda con muchos rodeos al dirigir. Crea un ambiente muy creativo y exigente con el trabajo.

Una de las características que definen a Emilia Pardo Bazán es que fue precursora de los derechos de las mujeres y el feminismo. ¿Se refleja eso en esta obra?

Claro, debemos estarle muy agradecidos las mujeres y los hombres de hoy por su lucha por la visibilidad social, política y económica de las mujeres. Y en una época tan difícil para ello. En Los pazos de Ulloa las mujeres protagonistas son luchadoras y no sumisas. Sabel, la criada se revela ante su condición doméstica y sexual. Y Nucha, la esposa de Don Pedro trata de escapar de esa cárcel de los Pazos que envilece, embrutece y empobrece el alma. O Rita, su hermana que a pesar de la imposición y el mercantilismo matrimonial que ordena su padre y los cánones burgueses hará siempre lo que le dé la real gana.

Aparte de “Los Pazos de Ulloa”, ¿algún otro proyecto entre manos que pueda contarse?

Tengo una compañía, ADN Teatro, de la que soy coproductor y en octubre llevaremos al Teatro Infanta Isabel "Días de vino y rosas", función que yo estrené también como actor en los Teatros del Canal y en la que he sido sustituido por incompatibilidad con Los Pazos de Ulloa en el Fernán Gómez.

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