Publicado el 01 de Enero de 2023
Mi Yerma es una oda a la libertad de la mujer, a la bestia que late dentro de todos
Lorca es un lenguaje aparte, casi como aprender un idioma nuevo. Requiere de una intensidad muy específica para poner la palabra a volar, pero manteniéndola anclada a tierra. Es apasionante ir descubriendo el océano infinito que fue y será siempre Federico García Lorca. Me subo cada noche al escenario intentando hacerle justicia.
Cada actriz tiene su Yerma y cada espectador proyecta en nosotras la suya. Yerma nunca es “una”. Ningún personaje lo es. La mía es una oda a la libertad de la mujer, a la bestia que late dentro de todo ser humano y que ansía vivir la vida al máximo, disfrutar de la naturaleza, del amor, del sexo. Esta lucha por nuestros derechos, y en contra de la norma social que diseña “personas de molde” (como el pan sí), ¿para encajar dónde?
Noble, cabezona, sexual, curiosa, envidiosa, altiva, imaginativa, soñadora, con sentido del humor hasta que ya no, inocente hasta que ya no, obediente hasta que ya no.
“Yo no he venido a este mundo para resignarme. Cuando tenga la cabeza atada con un pañuelo para que no se me abra la boca, y las manos bien amarradas dentro del ataúd. En esa hora me habré resignado".
Lorca, en su conferencia sobre las nanas, las describe como canciones de alerta, de advertencia a los niños del terror que la vida puede depararles. Creemos que nuestras libertades, esas por las que aún hoy sigue habiendo antepasados en fosas comunes, son bienes inquebrantables, y no. Los derechos humanos hay que protegerlos como a los hijos.
Estoy de acuerdo con la existencia de seres extraordinariamente sensibles que ven dentro del corazón de otros seres. Eso lo puede hacer un hombre, una mujer o un perro. Lo que pasa es que los perros aún no saben escribir. O igual no quieren.
Lorca mira a su alrededor con la valentía del que no niega la realidad. Desde que existe el ser humano existe una infinita diversidad de masculinidades y de femineidades. Otra cosa es que los sistemas de regulación de las personas se hayan empeñado en negarlos. Deberíamos leer a Lorca como los ingleses a Shakespeare, todo el rato.
¡Claro que duelen! Pero el telediario duele más, y nos lo zampamos cada día. Hay dolores que vienen para curar heridas, para desinfectarlas. ¡Qué todo el dolor del mundo estuviera en las salas de teatro! Aún no sé por qué me ha llegado Yerma. En un año me lo preguntas de nuevo, please.
Juan Carlos es una persona que sabe escuchar, y muy genrosa. Le he hecho muchísimas propuestas, y siempre ha querido valorarlas conmigo. Un día le dije que si me estaba excediendo me lo hiciera saber, y él contestó: “no quiero que cambies un ápice de quién eres, eres salvaje y actúas como tal, jamás cambies eso, prefiero cambiar yo”.
Hay deseos más que sueños. Quiero crear, poder producir investigaciones propias y viajar por el mundo con mis personas favoritas conociendo cientos de teatros donde mostrarlas, aprendiendo de cada cultura. La compañía de mis sueños es un mix entre la de Jauría y la de esta Yerma. Me muero de amor de pensarlo.
Entre la tele, el teatro, la carrera de filosofía, y comer con mi familia. Soy una afortunada, y lo sé. Por abusar, pido al 2023 cine de autor/a. Es el que más disfruto y el que quiero hacer.
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