Publicado el 01 de Noviembre de 2018
Entrevista a Ramón Langa y Natalia Dicenta. La puta de las mil noches
Obra: La puta de las mil noches
“En la obra está muy presente la humillación, la explotación, el miedo… todo lo que siente una mujer cuando no tiene más remedio que dedicarse a esto”, Natalia Dicenta
“Mi personaje es un tío que secunda la prostitución para hacer lo que no puede hacer en casa”, Ramón Langa
El sexo, la humillación y el desarrollo de un oscuro e inquietante juego marcan esta pieza en la que una velada entre una prostituta y su cliente da lugar a despiadados acontecimientos. El texto de Juana Escabias sirve en bandeja de plata una descarnada disección del mundo de la prostitución, demoledora y crítica con esa realidad. Juan Estelrich dirige esta historia de poder y lucha entre dos seres humanos situados al límite de todo: un combate entre opresores y oprimidos. Charlamos con sus protagonistas.
¿Qué es “La puta de las mil noches”?
RAMÓN LANGA: Un thriller, un duelo entre un hombre y una mujer, con la salve-dad de que la mujer es una prostituta y él es un millonario en silla de ruedas vicioso y morboso. Su forma de poseerla, a priori, es la mala leche, la crueldad, la humillación… y ella se defiende muy bien defendida ha-blando de las muchas mujeres que hay maltratadas por el mundo. Se trata de un discurso social ‘durito’.
NATALIA DICENTA: Es el encuentro entre una prostituta y su cliente. Dura toda la noche y, en ese tiempo, vamos a ver los juegos de la mentira, de la verdad…
¿Cómo se enfoca el mundo de la prostitución?
NATALIA: Mediante una crítica muy clara a este oscuro y tremendo mundo, con un momento de denuncia. Y creo que está muy bien subirlo a un escenario, porque la prostitución existe, es real, se lleva a millones de mujeres y niños por delante, es un negocio millonario que genera muchísimo dinero y que es terrorífico. En este momento, la esclavitud y la compraventa de mujeres está siendo sangrante. Todo este tipo de cosas salen tarde o temprano en la obra.
¿Qué sentimientos se respiran en la pieza?
RAMÓN: Hay mucha carne viva, mucho discurso que levanta ampollas.
NATALIA: Están muy presentes la humillación, la explotación, el miedo… todo lo que siente una mujer cuando no tiene más remedio que dedicarse a esto. Eso sí, se produce algún que otro momento para echar una sonrisa también.
¿Cómo son sus personajes?
RAMÓN: El mío es un tipo millonario abducido por una mujer que lo tiene subyugado, entonces él proyecta la venganza y el rencor en otras mujeres. Es un tío que secunda la prostitución para hacer lo que no puede hacer en casa. Tiene mucha crueldad, es muy morboso, muy ácido. Y, además, tiene un punto de locura muy importante con algunas pinceladas de humor.
NATALIA: Mi prostituta es una superviviente, una valiente. Ella tiene 52 años y empezó en esto muy muy muy jovencita. Se ha topado con todo lo que nos podamos imaginar en este mudo, con lo más duro. Es una mujer fuerte, una profesional, sabe seducir y zafarse de los problemas.
Desde sus puntos de vista, lo más característico del coprotagonista es:
NATALIA: Es un tipo muy manipulador.
RAMÓN: Sus agallas, su valentía, su ex-periencia de estar siempre caminando sobre la dureza de la vida.
Una de las escenas más llamativas de la función se produce cuando…
NATALIA: Hay un momento seductor en el que le hago un show a mi cliente, le canto y le bailo, y eso se sale un poco de la parte dramática. Ahora, hay muchos momentos duros, muy tensos, la función va in crescendo.
RAMÓN: Más que escena, destacaría el trasfondo de la función, que es la necesidad de cariño. Pero eso está muy soterrado, sólo se ve bien poco antes del final de la función. Gente que, por mucho que vaya de estu-penda, está más sola que la una.
¿Y esa frase del texto que les revuelve cada vez que la pronuncian?
RAMÓN: Ella le está contando que su hijo trabaja en una ONG y este cabrón de personaje le dice: “ah, o sea que tu hijo no es un hijo de puta, sino que es un santo”. ¡Me parece para matarlo! (risas).
Como opinión personal, ¿qué habría que hacer con el tema de la prostitución?
RAMÓN: Tener a esa gente protegida, que puedan ir por la vida con seguridad, trabajando con sanidad y tranquilidad.
NATALIA: La trata internacional ha crea-do una red muy complicada y bien hecha, por lo que yo creo que habría que ir a buscar a los proxenetas y responsabilizar también a los puteros. Si la clientela fuera fuertemente penalizada, con cárcel, a lo mejor no existiría la explotación y cosificación de la mujer, esa consideración de la mujer como mero utensilio de usar y tirar. Esta es una cuestión cultural y educacional muy grave.