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Entrevista a Roberto Enríquez y Elísabet Gelabert por ¡Nápoles millonaria!

Publicado el 01 de Febrero de 2021

Entrevista a Roberto Enríquez y Elísabet Gelabert por ¡Nápoles millonaria!

Obra: ¡Nápoles millonaria! - Teatro Español

“En la obra aparece lo más mezquino del hombre y eso es lo que estamos viendo ahora con muchas cosas, por ejemplo con las vacunas”, ROBERTO ENRÍQUEZ

 

 Humanidad, miseria, humor, ternura y la necesidad de no hacer daño, de ser solidarios. Son los temas que vertebran esta espectacular obra de Eduardo de Filippo ubicada en plena Segunda Guerra Mundial en torno a la familia Jovine. Bajo la dirección de Antonio Simón, charlamos con los grandísimos intérpretes que lideran este elenco completado por Dafnis Balduz, Nuria Herrero, Raúl Prieto, Óscar de la Fuente, Fernando Tielve, Lourdes García, Rocío Calvo y José Luis Torrijo para descubrir los detalles de una tragicomedia que conecta –de manera llamativa– con este momento actual tan lleno de incertidumbre y miedo. Por ANA VILLA

¿Qué situación plantea esta tragicomedia y qué grandes temas pone en la palestra?

Roberto Enríquez: Es una obra que pone sobre el tapete grandes temas como la solidaridad, la hermandad, la unión entre vecinos, cómo en un momento de crisis económica y de hambre –donde cada uno intenta salvar su culo–, si de repente uno necesita ayuda, ahí están todos como una piña. Una de las grandes lecciones que nos da es la de perdonar y pasar página, no hacer ajustes de cuentas, ser generoso con los errores ajenos. La función le pone voz a la gente de abajo y habla de cómo los valores se pueden perder con la ‘excusa’ de estar en guerra. Y de la codicia porque, cuando empiezan a hacer grandes beneficios, actúan como usureros hundiendo a otros.

Elisabet Gelabert: La obra sitúa a los personajes en el segundo año de la Segunda Guerra Mundial, con bombardeos continuos, falta de seguridad y un mercado negro floreciente en el que ven una salida a la miseria a la que están abocados. Todo esto enmarca las relaciones humanas, familiares y de vecinos y la huella que deja una circunstancia tan brutal como es una guerra. ¿Se puede mantener la dignidad? ¿Se puede ser solidario, ser bueno? ¿Se puede resistir a la corriente de crueldad que nos tapa los ojos y nos vuelve ciegos ante el horror?


¿Cómo es la familia Jovine, qué la caracteriza y qué conflictos enfrenta?

Elisabet: Funciona como un matriarcado. Ante este panorama, Amalia, con su carácter luchador, se hace cargo de la familia dedicándose al extraperlo, algo que le resta tiempo para cuidar debidamente a sus hijos. Los Jovine son astutos, duros y joviales. Toman riesgos en su afán por prosperar. Pierden en esta carrera la inocencia, la empatía y se distancian, hasta que Genaro regresa y les abre los ojos.

Roberto: Esta familia napolitana normal de clase media es feliz en su cotidiano, pero se debate entre la necesidad de lo básico y sus propios valores. Cuando Genaro vuelve a casa después de haber sido llevado por los nazis a un campo de trabajo, se encuentra a una familia completamente transformada, abandonada a la corrupción total, llena de lujos, que se ha descolgado por la pendiente. Son como El Corte Inglés, vamos. Por eso, Genaro es la piedra de toque que hace que esa familia vuelva a ser lo que era o, al menos, lo intente. Es una familia que se quiere verdaderamente, pero la guerra lo envenena todo.


¿Cómo son estos protagonistas?

Roberto: Decía Machado: “un hombre bueno en el buen sentido de la palabra bueno”. Pues esto es para mí Genaro. Y luego es un tipo que, aunque sea conductor de tranvías, en realidad es un cómico, un juglar, un filósofo natural. Es un personaje poliédrico porque puede ser mezquino, ético, cómico, trágico… Es bastante ególatra, le encanta hablar y que los demás le escuchen, ¡es un poco chapa! (risas). Pero también es capaz de reírse de sí mismo, perdonar y mirar limpio.

Elisabet: Amalia es una superviviente, es audaz y luchadora, prefiere arriesgar-se a que la metan en la cárcel a volver a pasar penalidades. ¿Mercado negro? ¡Bienvenido! Lo que sea para poder comer y prosperar. Manipula si hace falta, pero su motor es la familia. Le gusta el dinero, pero no olvida los malos momentos que la llevaron a iniciarse en este negocio. Su fuerza le ha llevado a donde nunca imaginó y está orgullosa de ello, pero pierde contacto con la realidad y deja de ver con claridad lo que está ocurriendo a su alrededor.


Uno de los momentazos más divertidos de la obra se produce cuando...

Elisabet: Cuando una brigada de policía acude a su casa a requisar mercancía y fingen un velatorio con el cuerpo presente (¡y vivo!) de Genaro sobre una cama que oculta kilos de café (risas).


¿Y uno más dramático o poético?

Roberto: El final. Para mí es el momento más poético. Así como el “ser o no ser” de Hamlet, al final de “¡Nápoles millonaria!” Amalia formula la pregunta de: “¿y ahora qué hacemos, cómo curamos las heridas?” y Genaro responde: “hay que esperar, tiene que pasar la noche, tenemos que hacer la digestión de todo esto”. ¡Ese final es oro!

Elisabet: Al final, Amalia parece que despertara de un sueño y olvidara su avaricia para volver a recordar lo importante de su sencilla vida pasada.


¿Qué similitudes encuentran entre el momento vital histórico que encuadra esta obra y el actual?

Elisabet: Son múltiples, pero llama la atención la descripción de una clase política ajena a las penurias de la gente trabajadora, que no da soluciones y empuja en su inacción a buscar salidas desesperadas para un pueblo desencantado y afligido por el paro, las carencias y el miedo.

Roberto: ¡Todas, la verdad! (risas). No para de resonar nuestro presente. En momentos como el que vive la obra, aparece lo más mezquino del hombre y eso es lo que estamos viendo ahora con muchas cosas, por ejemplo con las vacunas. Habiendo un protocolo de vacunación establecido donde los prime-ros deberían ser los más vulnerables y los más expuestos porque están en primera línea, hay gente que sigue utilizando su posición de poder y se salvan ellos primero. Pero a la vez, igual que pasa en la obra, aparece lo más altruista, lo más generoso de las personas.


¿Por ejemplo?

Roberto: Yo lo he visto en mi barrio con los movimientos voluntarios de gente de la calle y asociaciones de barrios como en el que yo vivo (Los dragones de Lavapiés) durante todo el confinamiento. Aún hoy siguen haciendo mercado de alimentos donde unos vecinos donan, otros van a buscarlos, se organizan para ayudar y aparece la solidaridad. En momentos de dificultad aparece lo peor pero también lo mejor. Las similitudes son totales porque, aunque ahora no veamos caer las bombas, las cifras de muertos son las mismas que si estuviéramos en un momento de guerra y la crisis económica es la misma que en la Gran Depresión.


En suma de todo, ¿por qué motivos consideran este estreno recomendable para el público madrileño?

Roberto: Porque a través del humor, Eduardo de Filippo te llega y te llena el corazón de esperanza. Creo que eso es algo muy necesario en estos momentos. Es una obra que llena de “sí, es posible”. Te ayuda a ver las cosas de otra manera.

Elisabet: Porque está bellamente escrita, te arrastran las tramas de sus personajes desde el minuto uno, es muy divertida a ratos y te emociona en otros. Por el carácter mediterráneo que reconoces y compartes con este mundo napolitano tan lleno de vida y de ganas de disfrutar de los pequeños placeres. Y porque retrata al hombre y a la mujer trabajadora con una enorme dignidad y compasión.


¿En qué otros proyectos podemos encontrarles próximamente?

Elisabet: En Amazon Prime he estrenado hace poco las dos temporadas de “Madres” y en unos meses se estrenará la 4ª temporada de “Élite”, ¡ahí me veréis de nuevo!

Roberto: En –“La cocinera de Castamar”–, una serie para TV basada en el siglo XVIII que acabo de rodar con mucho gusto y que van a estrenar ahora en febrero.

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