Revista teatros

Rubén Olmo descubrió muy pronto su amor por la danza. Con tan solo 9 años ingresó en el Conservatorio de Sevilla y a los 16 ya era profesional. Las compañías de Javier Barón, Aída Gómez, Eva Yerbabuena, Rafael Amargo... y el Ballet Nacional de España han sido testigos de excepción de los pasos que ha ido dando este sevillano. Por el camino, brillante y luminoso, su propia compañía, los Premio Nacional de Danza, Max, Zapatilla de Plata de Indanza o el Giraldillo de la Bienal de Flamenco de Sevilla, entre otros, y desde septiembre de 2019 la dirección artística del BNE. 

Dicen que la locura es requisito indispensable para ser artista.

Sí (risas), tienes que tener esa parte de locura para vivir y para sentir el escenario, el público... Esta vida ya tiene esta locura.

Háblenos de Félix Fernández ‘El loco’.

Fue un bailaor al que le pasó algo grande, algo que te puede pasar una o dos veces en tu vida: se encontró con el empresario y director con más poder en ese momento, que era Diaghilev, y con dos grandes primeros bailarines, Karsavina y Massine, y, encima, para formar parte de un proyecto con Picasso y Manuel de Falla. Se juntaron los planetas para favorecer y engrandecer la figura de Félix. Pero él ya tenía sus problemas mentales diagnosticados, en 1940 no se trataba la esquizofrenia como hoy en día y se realzó cuando ya tuvo problemas en los Ballets Rusos. Pero se juntaron todos los planetas para hacer “El sombrero de tres picos”, obra maestra y cumbre de la danza española.

El Ballet Nacional de España estrenó en 2004 en el Teatro Real esta obra. ¿Llegó a ver aquella puesta en escena?

Sí, la vi en el Teatro del Liceo y me gustó mucho. Ya había trabajado bastante con Javier Latorre y me gustó mucho la puesta en escena de Paco López, su forma de contar la historia. Cuando entré en la dirección del BNE era una de las obras que tenía pensado recuperar, porque hace 18 años de su estreno y formó parte del repertorio muy poquito tiempo, porque coincidió un cambio de dirección.

Entonces es una gran oportunidad...

El público que no había visto “El loco” tenía que ver esa historia contada por el Ballet Nacional y el público que lo había visto, volver a disfrutarlo. Es la misma puesta en escena y la misma coreografía, pero con retoques. Para un coreógrafo y un director de escena es maravilloso poder retocar y redondear una obra.

¿Cómo están viviendo el proceso?

Estamos disfrutando mucho, hablando mucho. Paco nos cuenta cómo llegó a hacer el guion, nos cuenta a los personajes, los distintos estados anímicos que tenemos que pasar, porque de repente estamos en los orígenes de Félix y pasamos al café cantante y del café cantante al sanatorio de Epson, es como muchas radiografías de ese momento de la vida de Félix. Un proceso creativo siempre es muy bonito y estamos con mucha ilusión de ponerlo en escena.

Primero Pozuelo, después la Zarzuela. ¿Qué vida le espera a este ‘loco’?

Siempre digo que el repertorio tiene que convivir con las nuevas obras. Ahora estamos con “La bella Otero” como obra de argumento nueva y con “Generaciones”, un programa que lleva tres solos originales nuevos, pero también una parte del repertorio del Ballet Nacional... Lo que los empresarios pidan, yo nunca guardo una obra, creo que “El loco” va a convivir con nosotros todo el próximo año.

Dicen que se avecinan tiempos duros. ¡Cuáles no lo fueron para la danza!

La danza ha vivido y sigue viviendo momentos duros. Siempre reclamo un lugar mejor para la danza. En la pandemia hemos demostrado que la danza es muy importante, la música también. Tanto el Ballet Nacional como la Compañía Nacional han sido un ejemplo de estar trabajando en pandemia, de estar en todos los teatros y de atender a toda la gente de fuera que estaba pasándolo muy mal y nos merecemos un mejor lugar en las artes escénicas.

Despide 2022 en Madrid. ¿Ya sabe qué deseos le pedirá al año nuevo?

Al año nuevo le pido que no pasemos tiempos más complicados de los que hemos pasado y que nos de salud para poder disfrutar de lo que tenemos ahora. No puedo pedir más, estoy feliz, pero sí pido para la danza mejores condiciones.

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