Revista teatros

¿Alquimista? ¿Justiciera? ¿Envenenadora profesional? ¿Bruja? ¿Psicópata? ¿O tal vez... todo ello? La Abadía abre las puertas de su templo a este tremendo personaje histórico que fue, probablemente, el primer caso de serial-killer femenino que conocemos, capaz de envenenar con su fórmula a 600 hombres. Arropada por la interpretación de la también directora María Herero junto a Victoria Teijeiro, Amaranta Munana y Aitor de Kintana, charlamos con la autora de este fascinante thriller judicial que presenta a tres generaciones de mujeres que aprendieron a matar para proteger a su estirpe. Por ANA VILLA

¿Qué historia presenta “La Toffana”?

La de, posiblemente, la primera asesina en serie mujer que conocemos, creadora del veneno irrastreable que más adelante bautizaron con su nombre (Agua Toffana) y con el que envenenó 600 hombres presuntos maltratadores, a través de sus esposas. La Inquisición realizó toda una investigación hasta dar con ella y con sus cómplices (su hija, su ayudante y la red de mujeres ejecutoras) y las acusó de herejía en un juicio muy polémico en la Roma del siglo XVII, ya que entre los muertos y las implicadas había muchos nobles y altos cargos de la Iglesia.

¿Qué hace completamente excepcional a este personaje histórico?

Que se atrevió a ejecutar esta empresa en una época especialmente reaccionaria para la mujer, que su posible psicopatía nació del maltrato que vivió su propia madre y que su móvil, al menos al principio, fue ofrecer a otras mujeres la posibilidad de liberarse de matrimonios crueles y no deseados.

¡Sorprendente...! ¿Cómo lo logró?

Independientemente de sus razones y de no justificarla en absoluto, lo que resulta evidente es que su extremada inteligencia la llevó a perfeccionar un veneno heredado de su madre, tan irrastreable como la red de distribución que logró crear en la Roma de los Papas. Un peligroso secreto de familia que pasa de mujer a mujer, engendrado en la desprotección y la violencia. Este hecho me convenció de que estaba ante un relato único, porque se trata de una cadena de asesinas: Theofania D’Adamo, su hija Giulia Toffana y Girolama Spara, quien no heredó el talento científico de su madre y su abuela, pero que fue quien edificó el negocio a través de su relación con la corte de la época y de su actividad como astróloga.

¿Cómo es el contexto de la época en la que sucedieron estos hechos?

Era una época muy reaccionaria hacia la mujer, desde Inocencio X hasta el reinado de Alejandro VII. Tras las pestes, el gobierno de Roma decidió que la mujer ya no podía regentar un negocio, por ejemplo, ni tener ningún conocimiento del cuerpo humano, por lo tanto, no podían ejercer profesión alguna. En resumen, se dieron pasos atrás. En esos años, el Vaticano se replanteó si tenían alma. Debían dedicarse a parir. Y precisamente el parto y los ‘accidentes domésticos’ –casi todos ellos asesinatos en el hogar– eran la principal causa de mortalidad. Las jóvenes romanas eran casadas a los 14 años con hombres de 40. En este caldo de cultivo, se empezó a rumorear que una tal Dona Venganza creaba fórmulas para liberarse de maridos abusivos sin dejar rastro...

¿Desde qué ángulo se cuenta la historia que veremos en escena?

Desde el juicio de la Inquisición a Giulia Toffana, su hija y colaboradores en el verano de 1658 y hasta su condena en 1659. Las diferentes pruebas presentadas por el Inquisidor nos llevan a reconstruir sus vidas y los hechos. Vemos cómo y por qué surge esta red de crimen organizado de mujeres. También asistimos a sus recuerdos, secretos y conversacio-nes en la intimidad de sus celdas.

¿Por qué estamos ante un interesante estreno para los amantes del teatro?

Porque es una historia desconocida que genera un debate en el aquí y el ahora, porque rompe el mito de que una mujer no pueda ser una asesina en serie, porque el montaje de María Herrero es muy muy interesante y bello de ver, a ratos parece haberlo pintado Caravaggio, y el ritmo es trepidante. No hay nada más teatral que un juicio ni pólvora más potente que un thriller, pero también tiene corazón: los personajes son seres humanos y ninguno es blanco o negro, villano o víctima, todos aman y sufren y sobreviven nadando como pueden en la época que les ha tocado y con el guion que les dio la Historia, tan perdidos como lo estamos todos alguna vez.