Publicado el 31 de Octubre de 2018
Entrevista a Verónica Echegui, Alfonso Lara y Alberto Iglesias
Obra: La Strada
“Esta obra mete el dedo en el sistema social en el que vivimos”, Verónica Echegui
“Es un universo onírico, sueños, a veces pesadillas... Le interesa el ‘potaje’ que hay en nuestra cabeza cuando soñamos”, Alfonso Lara
“No hay muchas obras como esta. Es un disfrute para los sentidos y para el alma”, Alberto Iglesias
Tres personajes cara a cara con un destino precario y vagabundo en la Italia de la Postguerra. Una historia, la de una muchacha ingenua y tranquila que es vendida a un forzudo de circo, bravucón y violento, para que le ayude en su espectáculo ambulante, y el choque de ese cuento triste con el mundo poético de El Loco, que precipitará el desenlace… Mario Gas, uno de nuestros pesos pesados de la escena, dirige la adaptación teatral de este film lírico y amargo de Federico Fellini que firma Gerard Vázquez. Alfonso Lara –“Urtain”, “Páncreas”, “La tribu”, “Olmos y Robles”…–, Verónica Echegui –“El amante”, “Yo soy la Juani”, “Katmandú, un espejo en el cielo”…– y Alberto Iglesias –“Incendios”, “Don Juan”, “Hécuba”, “Arrayán”…– son esas tres vidas en los márgenes del camino del universo felliniano.
¿Recuerdan la primera vez que vieron la película de Fellini?
ALBERTO: Vi la película hace muchos años y me pareció algo excepcional, muy emocionante y muy dura, pero a la vez muy hermosa. Tengo varios recuerdos como los paisajes, los personajes, la desolación y el amor imposible.
ALFONSO: Vi “La Strada” siendo muy pequeño, tendría sie-te u ocho años, pero me marcó profundamente. Ver a Anthony Quinn por la feria y a Giulietta Massina con su capa que parecía una especie de ángel de bondad son imágenes que se me quedaron impresas en el cerebro y en el corazón.
VERÓNICA: Vi “La Strada” hace bastante tiempo y es una de mis películas favoritas y no lo digo porque la vaya a interpretar. Al ver la película pensé en la brutalidad, en que el mundo es un animal salvaje que devora y que arrasa con cualquier ser con carencias de herramientas para desenvolverse en él.
¿Qué es “La Strada”, a qué nos enfrenta, en qué llagas mete el dedo?
ALBERTO: “La Strada” mete el dedo en la llaga de la propia condición humana, en la belleza, en la brutalidad, en las dificultades y en las circunstancias que, a veces, nos llevan a actuar de maneras que nos resultan crueles o que nos resultan difíciles.
VERÓNICA: Yo diría que, sobre todo, mete le dedo en el sistema social en el que vivimos. Nos pone en la situación de un momento histórico muy importante, muy carente de rumbo, donde había un ambien-te muy desolador y muy desemperezado.
ALFONSO: “La Strada” nos enfrenta a la soledad y la incomunicación. Nos muestra personalidades muy contrapuestas que intentan encontrarse sin conseguirlo y unos lo subliman a través de la violencia, otros a través de la poesía o de la música.
¿Y cómo es, qué caracteriza el universo felliniano?
ALFONSO: El universo de Fellini es onírico, son sueños, a veces son pesadillas, y no necesariamente son biográficas. Lo que a él le interesa es el ‘potaje’ que hay en nuestra cabeza cuando soñamos. La mezcla de personalidades, situaciones, cuerpos y espacios que a priori no pegarían demasiado.
VERÓNICA: Dos características principales serían la atemporalidad y el mundo imaginario. Este universo genera una atmosfera no realista que tiene una magia excepcional donde cuenta cosas tremebundas en espacios muy cercanos como las fiestas, el circo y lo popular.
ALBERTO: Fellini tiene un maridaje maravilloso entre la desesperación y el humor esperanzador, con un toque surrealista y absurdo. A mí me parece que este universo está lleno de magia, de contrasentidos, de paradojas y de hermosura.
¿Qué tenía este proyecto, qué les convenció para que decidiesen embarcarse en él?
ALBERTO: Me convenció el personaje que me ‘ha caído en gracia’, El Loco. En cuanto lo leí me enamoré. Se trata de un personaje complicado que me permite hacer muchas cosas que normalmente no puedo.
VERÓNICA: Me encantó como se había adaptado la película, el personaje me pareció fascinante, las características de Gesolmina la convierten en un personaje soñado para interpretar. También el hecho de trabajar con Mario obviamente, porque ya nos conocíamos y tenía muchas ganas de trabajar con él.
Háblennos de sus personajes.
ALFONSO: Zampanó, mi personaje, es un feriante que es como un animal, como un perro apaleado por la vida, que no sabe mostrar su lado bueno y que se expresa fundamentalmente a través de la violencia y de la agresividad.
ALBERTO: El Loco es un raro y un lunático. Es un personaje mágico, extraordinario y difícil de clasificar. Se trata de alguien incomodo, juguetón que tiene una tristeza original, peculiar y extraña.
VERÓNICA: Gesolmina es una persona que a nivel social no tiene capacidades, no sabe desenvolverse en muchos aspectos. Es una persona excepcionalmente sensible y vulnerable, tiene una gran tristeza y está muy en contacto con el dolor. Ella es consciente de sus carencias y las sufre mucho.
Si les pido una frase, la más conmovedora, la más brutal o la más emocionante..., ¿con cuál se quedan?
ALBERTO: Madre mía que difícil, hay muchas muy bonitas porque El Loco tiene un gran vuelo poético, es un personaje lleno de símbolos. Pero me gusta mucho esta: “Porque si esta piedra no sirviera para nada, todo seria inútil, no servirían ni las estrellas”.
ALFONSO: Hay un momento que Gesolmina le pregunta “¿Por qué nunca sueñas, por qué nunca te preguntas cosas?” y Zampanó le responde “Para lo que iba a sacar, para no entender nada”. Y me parece una frase que le define estupendamente.
VERÓNICA: “Nos hacemos tan viejos, que quién sabe como nos moriremos y después, quién sabe después”.
¿Cómo es trabajar con Mario Gas y dónde ha querido poner el acento a la hora de llevar a escena este proyecto?
ALFONSO: Es un “Súper Director”, un hombre absoluto del teatro al que se le caen lo recursos y los guiños. Construye las cosas a golpes de genialidad, eso sí, una genialidad muy detallada y muy trabajada.
VERÓNICA: Trabajar con Mario es toda una experiencia. Es muy intenso y muy divertido, también es actor entonces entiende muy bien nuestro mundo. Me gusta porque pide mucho trabajo, no se conforma con cualquier cosa y a mi me gusta que me dirijan y que me exijan
ALBERTO: Es un viaje en el que sabes que tienes una persona que te observa, que te apoya y que te exige mucho pero que también te devuelve mucho. Mario pone al servicio del actor toda su experiencia, su intuición y su talento y a cambio pues exige compromiso y que pongas exactamente lo mismo que él.
Dennos alguno una razón irrefuta-ble para no perdernos “La Strada”.
ALBERTO: No hay muchas obras como esta, y menos con este nivel de emoción, de magia, de sencillez y de complejidad al mismo tiempo. Es un disfrute para los sentidos y para el alma.