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Entrevista a Xoán C. Mejuto e Iria Ares por 1888. Señorita Julia

Publicado el 01 de Julio de 2022

Entrevista a Xoán C. Mejuto e Iria Ares por 1888. Señorita Julia

Obra: 1888. Señorita Julia - Teatro Lara

 ¿Somos capaces de no emitir un juicio sobre unos hechos que se nos plantean como verdad?, Xoán C. Mejuto

Strindberg nos arroja verdades insoportables desde... el silencio. Siempre será un autor incómodo y eternamente actual, Iria

Tras el éxito de “1879. Casa de Muñecas”, Estudo Momento vuelve a demostrar su compromiso con el feminismo rescatando un clásico para seguir luchando por construir un futuro mejor. “1888. Señorita Julia” es una versión renovada y cinematográfica de la pieza de Strindberg que propone un juicio a Juan... La historia arranca cuando la Señorita Julia ya se ha suicidado y él está declarando ante unos interrogadores invisibles. Vemos entonces lo sucedido a través de su testimonio y de sus recuerdos, pero ¿qué es verdad?, ¿qué es mentira? Charlamos con sus protagonistas, Xoán C. Mejuto e Iria Ares.  Por V. R.  

Dicen que “La señorita Julia” sorprende y atemoriza por actual y contundente. ¡Pero si tiene más de cien años!

Iria: Strindberg nos grita una verdad desde el pasado que nos sigue incomodando hoy: nos gusta juzgar a los demás. Esta sociedad premia la elocuencia y el lenguaje políticamente correcto. Strindberg nos arroja verdades insoportables desde... el silencio. Siempre será un autor incómodo y eternamente actual.


Se ha dicho que Strindberg era un misógino y, sin embargo, ustedes lo reivindican como un autor rotundamente necesario sobre todo hoy.

Iria: Ha escrito uno de los personajes femeninos más fuertes e importantes de la historia del teatro: la Señorita Julia. Una mujer única, contradictoria, polémica, inabarcable, que es capaz de entonar una de las frases más potentes que se han dicho jamás: “Pero si yo ni siquiera tengo un yo propio”. No hace falta añadir nada más. De nuevo, SILENCIO.


¿Es posible la igualdad entre hombre y mujer? ¿Entre ricos y pobres? ¿Entre rey y esclavo? ¡Menudas preguntas! ¿Alguna respuesta o muchas más preguntas?

Iria: El teatro no debe ofrecer respuestas, sino ensanchar los límites de la experiencia humana. Ampliar la percepción, la sensibilidad y la capacidad para comprender a los demás y a uno mismo, pero ¿respuestas? Deberíamos huir de la gente que nos quiere ofrecer respuestas a problemas complejos... eso es, sencillamente, política.


Estamos hablando de Strindberg, de “La señorita Julia”, pero Estudo Momento va un poco más allá y en “1888. Señorita Julia” propone una versión renovada y cinematográfica en la que se juzga a Juan.

Mejuto: ¿Realmente se suicidó la Señorita? Mi versión propone un juicio a Juan. Un juicio al propio autor. La idea parte de una intuición que tuve como actor: Juan miente; y es alimentada por la visión cinematográfica de mi compañera Iria Ares, actriz y directora de cine. La acción empieza en una mesa de interrogatorio, Juan está declarando y una serie de flashbacks aportan un dinamismo escénico que no tiene el texto original. El enfoque artístico es la desarticulación del concepto mismo de verdad.


Háblennos de sus personajes...

Mejuto: Juan es el criado con ínfulas de gran Conde. Representa la ambición más cobarde. Todo lo que siempre deseó se postrará ante él. Pero no es quien dice ser. No es digno de una oportunidad semejante. Manipulador y mentiroso, acaba destruyendo todo lo que más ama para convertirse en una víctima de sí mismo.

Iria: En esta versión, la Señorita Julia es una mujer muy fuerte, próxima a la femme fatale del cine negro. Sexy, descarada y atrevida. Dispuesta a llevar su libertad hasta las últimas consecuencias. No se trata de victimizar a este personaje, sino de mostrarlo tal cual es, sin excusas, sin peros, sin censuras. Es una mujer que vive su sexualidad en libertad.


En un juicio se juzga algo y se condena, justa o injustamente. ¿Qué papel juega aquí la mirada del espectador?

Mejuto: Quiero llevar al espectador a sentirse como un detective que reabre un caso antiguo. Quiero compulsar con él una teoría: ¿Somos capaces de no emitir un juicio sobre unos hechos que se nos plantean como verdad? ¿Nos importa realmente que la resolución de un caso de asesinato sea justa o injusta? ¿O lo que realmente necesitamos es que haya una única solución?

Nuestra historia arranca cuando la Señorita Julia ya se ha suicidado, Juan está declarando ante unos interrogadores invisibles, y vemos lo sucedido a través de su testimonio, de sus recuerdos y ensoñaciones, generando en el público la eterna duda: ¿qué es verdad?, ¿qué es mentira?


Además de protagonizar el montaje, ambos firman la dirección. ¿Cómo es esto de dirigirse a uno mismo?

Iria: Realmente trabajamos como una “mente colmena”. Pasa el tiempo y ya no podemos recordar de quién era una idea, una indicación, una corrección… Nunca siento que “nos dirigimos a nosotros mismos” sino que propiciamos un espacio creativo único en el que las ideas surgen con libertad. Y ese es el secreto de nuestro éxito.

Mejuto: Ya si hablamos de la propia dirección del espectáculo, me parece muy interesante añadir que en nuestro caso se produce el encuentro entre dos sensibilidades, una más cinematográfica y otra teatral. Por eso en nuestros montajes conviven tan bien la generación de imágenes y la potencia de la palabra.


¿Por qué no debemos perdernos “1888. Señorita Julia”?

Mejuto: Hay muchas cosas: el ritmo, la química entre los actores, la atmósfera de sofisticación..., pero si hablamos de un momento concreto, hay uno que nos ha sorprendido incluso a los actores: la escena de la fusta. Ya podemos llamarla así. Es un momento profundamente original, que nació fruto de una improvisación y se ha quedado para siempre en el espectáculo. La reacción del público es brutal. La fusta, que inicialmente parece un símbolo frívolo de juego o dominación sexual, acaba convirtiéndose en la prueba más palpable de la impotencia del personaje masculino. Juan no puede con Julia. Realmente es un momento en el que sentimos que al público, se le corta la respiración.

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