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Ernesto Caballero

Publicado el 31 de Diciembre de 2016

Ernesto Caballero

Obra: Jardiel, un escritor de ida y vuelta y Directores a escena

 Jardiel fue muy rechazado por posturas dogmáticas, por la falta de indulgencia, por actitudes rígidas e intransigentes. Por eso creo que es un teatro muy oportuno

 Muchos podrían haber fantaseado con este singular tándem Jardiel-Caballero y aquí tienen el resultado. El director del Centro Dramático Nacional ha querido fusionar su pluma con la del dramaturgo madrileño, creando esta sorprendente versión escénica que recuerda al público la esencia teatral del primero y que, además, añade una radiografía personal del prolífico escritor. Pero, mejor, que nos lo cuente él mismo…
 

JARDIEL, UN ESCRITOR DE IDA Y VUELTA
¿Qué nos ofrece “Jardiel, un escritor de ida y vuelta”?

La obra de un humorista que forma parte de nuestro patrimonio, de nuestro repertorio más brillante. Jardiel es una figura que aparece en su propia obra. He tomado como base “Un marido de ida y vuelta”, pero he introducido al propio Jardiel dentro de la representación.


Además de dirigir, firma esta versión. ¿Cuál ha sido su principal objetivo a la hora de construir este texto?

Además de asistir a una pieza deslumbrante en su construcción, en su humor y en su planteamiento acerca del amor, he querido que la propia figura de Jardiel apareciera para dar a conocer a este autor excepcional, controvertido y creo que poco conocido.


Jardiel no contó con el apoyo de la crítica de su tiempo. ¿Qué hace de este autor una firma recomendable hoy, en pleno siglo XXI?

¡Bueno…! Es cierto que no contó del todo con el apoyo de los críticos, pero es un autor que se adelantó a su tiempo. Él era muy consciente de que, según escribía, tenía que formar a un público que no existía en ese momento. Y estaba convencido de que el paso del tiempo le daría la razón. Por otro lado, fue un autor de éxito, aunque fuera a trancas y barrancas. Sufrió muchos tropiezos. La censura por ejemplo fue una traba en muchas de sus obras. Mucha incomprensión. Tanto es así, que murió y sus últimos días fueron duros y carentes del reconocimiento que él se merecía.


¿Cómo planteaba Jardiel su teatro?

Él planteó un teatro de innovación, de lo inverosímil, un teatro que chocó con los planteamientos más pacatos de la España franquista y con el boicot de algunos compañeros. La grandeza de su escritura fue condenada a un limbo, como le pasó a Valle-Inclán, por ser un adelantado a su tiempo.


Volviendo a esta función, ¿cuándo se produce un gran momento hilarante de esos que todos esperamos ver?

Tiene muchos, porque es un humorista que trabaja con paradojas. El propio planteamiento de que un personaje muera y en el segundo acto aparezca su espectro de una manera doméstica y cotidiana, entrando en la casa y haciendo reproches de pareja a su viuda, es un ejemplo. Son diálogos muy hilarantes pero, antes de esa aparición, hay señales, se produce un ‘poltergeist’ muy particular que descoloca a todos los habitantes de esa casa. ¡Es todo muy delirante!


Más allá de la risa asegurada, ¿qué otros elementos vamos a encontrar?

Junto a esa risa, hay una historia de amor doliente. El propio Jardiel se proyecta en ella hablando de si es posible recuperar lo irrecuperable, con un mensaje: “lo que finalmente nos puede redimir es el amor”. Yo veo su vida muy necesaria hoy en día. Él fue muy rechazado por posturas dogmáticas, por la falta de indulgencia, por actitudes rígidas e intransigentes. Por eso creo que es un teatro muy oportuno. Más aún porque es un teatro muy alegre y optimista.


Este montaje retrata los conflictos vitales de Jardiel. ¿Algún ejemplo?

He tratado de resaltar su relación con las mujeres, su atribulada vida sentimental, que fue conflictiva, intensa y problemática. Fue un hombre que sufrió e hizo sufrir por amor. También he destacado la figura de hombre de teatro visionario. Él concibió escenogra-fías teatrales que eran absolutamente insólitas para su tiempo. Y su postura política, que ha apresurado su encasillamiento. Él mismo se definió en negativo, decía: “me defino por lo que no soy, no por lo que soy”.


 ¿En qué otros proyectos vamos a poder disfrutarle próximamente?

Tengo una función mía llamada “La autora de las Meninas” que se va a estrenar este año, protagonizada por Carmen Machi. Por otro lado, al final de esta temporada del María Guerrero dirigiré “Inconsolable”, un monólogo luminoso de Javier Gomá.

 


 

DIRECTORES A ESCENA
¿Qué balance hace de la situación actual del teatro?
Tengo que hacer un matiz, porque una cosa es el momento de creación y otra el sector desde el punto de vista de la profesionalización, que tiene muchos aspectos con los que hay que trabajar y que hay que mejorar. No hay más que remitirse al informe de la Aisge, que habla de cómo afecta el paro a los actores, especialmente a las actrices. La industria es una industria débil, frágil, que hay que cuidar, pero a pesar de todo eso vivimos un momento de apogeo y esplendor por la creación, por la variedad.  Hay un gran florecimiento porque el nivel además teatral español ha dado un estirón muy similar al que se ha producido en el deporte o en otros aspectos. Tenemos un teatro y unos creadores y artistas de un nivel muy alto que se está reconociendo fuera de nuestras fronteras. En todos los momentos de auge del teatro siempre ha habido una figura que ha sido la que lo ha impulsado. En los años 70 fueron los directores, en otras ocasiones han sido los actores, los autores y en este caso el gran protagonista es, sin duda, el público, hay un público que demanda el teatro, se están llenando los teatros. El hecho es que el público está acudiendo, está demandando, el gran protagonista de este esplendor de la creación escénica española es el público y es un público que se ha fortalecido, que acepta todo tipo de propuestas, que no es un público cerrado, es un público abierto, dispuesto a disfrutar. Se está produciendo un verdadero romance entre el público y sus creadores.
¿No es un poco paradójico que se llenen los teatros y, aún así, muchos teatros sigan sin ser sostenibles?
Esta es de nota (risas). Ahí tendríamos que entrar ya en otros considerandos. Es verdad que el teatro público tiene otras características, pero como yo vengo del teatro privado y lo conozco un poco te puedo decir... Ya para empezar si el emprendimiento ya sufre una suerte de acoso y derribo burocrático, el emprendimiento cultural ni te cuento. A un joven que trata de crear una compañía se lo ponen muy difícil. En ese sentido hay que liberalizar cargas y trabas, pero a esas trabas se une una penalización fiscal que no es de recibo, el corsario IVA, y una cultura que prácticamente ha regalado el teatro, donde es irreal, en las entradas tendría que figurar lo que cuestan las cosas. Hay una serie de costos que hacen muy difícil para cualquier compañía, llenando, no te da para pagar móminas, impuestos, técnicos, transporte, almacenaje... A eso se añade que muchos de estos teatros son públicos y los teatro públicos aunque sea la compañía privada la que gira por ellos tienen políticas de abono y de promoción que no redunda luego en la propia taquilla. Entonces, cuando te pones a hacer las cuentas efectivamente no salen. Y luego también se produce otro fenómeno: es verdad que la gente está yendo a los teatros, pero estamos hablando de que se ha producido un retroceso, porque hace treinta años solo había teatro, esto habría que matizarlo, de una manera regular en Madrid y Barcelona. Hubo una política que se empeñó en que esto no fuera así, una campaña porque había que descentralizar el teatro. La crisis ha supuesto que de pronto una vez más los núcleos que son Madrid y Barcelona sean núcleos boyantes, pero al disminuir la contratación y reducirse las partidas de cultura de todos los ayuntamientos la contratación ha disminuido y las compañías, no les salen los números. Las compañías que pueden girar regularmente es lo comido por lo servido y las que no, no salen adelante. A pesar del espejismo de que hay obras, obras de gente joven, que están llenando, pero luego es muy difícil que giren, que sean contratadas. es una realidad compleja. No salen los números por muchos factores, primero porque la contratación se ha reducido y segundo porque ahora después de haber instaurado una política de precios populares de pronto dile tú a la gente que vaya a taquilla por seis euros a donde sea. Pues llenando los teatros no cubres gastos. Antes cobraba seis euros el ayuntamiento, pero te pagaban un caché, ahora en muchos te dicen que vayas a taquilla. Como las compañías no van, los ayuntamientos están programando en muchos casos compañías aficionadas que les resuelven la papeleta. 
Y en toda esta situación, el mayor valor de los teatros públicos habría de ser...
El teatro público, por lo menos el CDN, el teatro que tiene que hacer es el teatro que no puede acometer la compañía privada y que tiene que dar un servicio al ciudadano, es decir, el gran teatro de repertorio. Y luego también tiene una labor de impulsar la nueva creación, los nuevos creadores escénicos. Tiene un elemento de riesgo mayor si uno apuesta por joven autor o una joven autora, evidentemente es una apuesta, seguramente ese joven autor le cueste más o no tenga ese acceso en la empresa privada. Aquí demuestra y de hecho es lo que está pasando, que muchas de las apuestas nuestras del CDN luego ya están desarrollándose en la empresa privada. El CDN y el teatro público tiene primero que ofrecer un servicio, un teatro de calidad al ciudadano, sin establecer competencia con la empresa privada, pero tal como yo lo entiendo tampoco debe marcar una línea y decir 'vosotros sois los privados y nosotros somos los públicos' porque todo el teatro es un hecho público y tiene que colaborar, ayudar cada uno en su ámbito con la iniciativa teatral privada, con las compañías. Y eso es lo que yo trato de hacer desde que estoy aquí y eso es lo que explica las políticas de coproducciones, las compañías invitadas, el que estemos al tanto no solamente de las producciones que nosotros llevamos a cabo, sino que de alguna manera asumamos y respaldemos la creación, sobre todo la que llevan a cabo proyectos culturales con vocación de continuidad, un discurso a medio y largo plazo. El teatro público tiene que apoyar y tiene que contribuir al crecimiento también del sector y por eso creo que no solamente no debe competir, sino que debe colaborar porque finalmente la sociedad es muy plural y diversa y el teatro que está surgiendo también lo es y hay que inhibir cualquier tentación de exclusión. Sobre todo y fundamentalmente el compromiso es con el público. La problemática es muy diferente y en algunos casos ventajista, claramente. A nosotros no nos afecta el IVA porque se supone que ya el ciudadano con sus impuestos paga eso. Tal vez una de nuestras responsabilidades también sea promover un debate o lanzar líneas de actuación que promuevan algo que es fundamental, que es la unión del sector porque es un sector muy desunido y muy desprotegido, el sector de la creación no tiene una representatividad, entonces siempre es el 'perro flaco al que van todas las pulgas'. Hemos intentado y lo hacemos crear elementos que aglutinen y generen un debate que tienda a que la profesión se respete un poco a sí misma.
¿Y cuándo Ernesto Caballero es público, cómo decide qué ve?
Buena pregunta. Yo soy muy buen público, hago el símil gastronómico, pero puedo disfrutar igual la comida más sofisticada que la tortilla de patatas que hacen en la taberna de la esquina. Casi es por variedad, si he visto un drama, ahora quiero algo más ligero. Evidentemente tienes referencias, tienes curiosidad. No sé muy bien decir qué es lo que me lleva. Yo ahora mismo veo la cartelera y siento curiosidad por muchas cosas y de muy diversa índole. Para mí cada vez es más importante, y procuro informarme un poco de antemano, saber si la compañía realmente hay como un convencimiento, una intención, saber si más o menos todos defienden lo mismo o son producciones que se han hecho de aluvión, un poco ocasionales. Eso en general lo percibo y me gusta menos, me gusta más un teatro en el que todo el mundo está defendiendo a muerte una propuesta, incluso aunque esa propuesta a lo mejor discrepe con ella o no me convenza tanto. El hecho teatral y la entrega de unos actores... 
¿Cuál ha sido la última obra que has visto?
"Todo el tiempo del mundo" de Pablo Messiez. Me pareció extraordinaria desde todos los puntos de vista. Cuando ves una obra de una honestidad así, cuando la poesía, poesía buena, se hace teatro o el teatro se hace poesía es cuando hay ambición, es una obra de gran ambición en su planteamiento, también de gran exposición del creador y salen más que bien librados. Los intérpretes están fabulosos y hay un lenguaje vibrante, luminoso, auténtico. No puedo más que elogiarlo. Es uno de los espectáculos más notables de la última temporada.
¿Qué está deseando ver?
Tengo muchos montajes ahí en la recámara. Uno al que voy a ir ya en cuanto estrene "Jardiel..." es lo que ha dirigido Miguel del Arco, "La noche de las tríbadas". También quiero ver "El público", que no lo vi en su día. 
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