¿Cómo es su primer contacto con “Tebas Land” y el trabajo de Sergio Blanco?
Me la manda Salvador Collado para ofrecérmela. La leí esa misma noche y me fascinó el texto. Le dije a mis socios que quería hacerla y coproducirla con El Pavón Teatro Kamikaze. Y nos lanzamos.
¿Qué es “Tebas Land”, cómo definirían la obra y a qué nos enfrenta?
Es una reflexión sobre muchos temas. Los dos principales son el parricidio, desde el punto de vista real y simbólico, y el proceso de creación artística, sus mecanismos, sus limites, sus objetivos.
¿Cuáles son sus bondades para que todo el mundo haya coincidido en alabanzas y parabienes?
Es una función con una carpintería teatral perfecta. Consigue con sutileza mezclar géneros y reflexiones de distinta índole.
¿Cómo conecta la Tebas griega con el patio de una cárcel y todo ello con el Madrid de 2017, a qué espectador le habla este texto y cómo ha de acercarse ese espectador al texto?
Es un obra enormemente actual. Utiliza el clásico de Edipo o las reflexiones de los hermanos Karamazov para meter el dedo en nuestras relaciones paternos filiales y en la dificultad para desarrollar nuestra identidad, para conocernos. Son temas universales. Siempre vigentes.
“Edipo Rey”, “Los hermanos Karamazov”, “Un parricida”, “Dostoievski y el parricidio”… Grandes textos clásicos sobre el parricidio a los que revisita “Tebas Land” y sin embargo la obra, dicen, busca plantear un verdadero desafío de parricidio escénico. ¿Esto así dicho suena muy bien, pero complicado: ¿cómo se lleva a la práctica? ¿Cómo es la atmósfera en la que se desenvuelve “Tebas Land”?
Es cierto parece todo muy sesudo pero Sergio Blanco lo hace con una delicadeza y un trazo muy suave. La atmósfera es oscura en apariencia pero finalmente es una pieza profundamente humanística. Hay mucha luz y mucha esperanza.
¿Qué destacarían de la propuesta de Natalia Menéndez?
Creo que Natalia ha hecho una puesta muy limpia, respetuosa con la estructura y la atmósfera que Sergio plantea pero privilegiando una visión más emocional y una estética muy depurada.
Israel Elejalde y Pablo Espinosa son los responsables de mostrarnos este encuentro poético y terapéutico entre el autor, el parricida y el actor. Háblennos de su rol, quién es y cómo es su personaje…
Hago el escritor-director que está intentando escribir una historia de un parricida joven, que es el personaje que hace Pablo.
Para abrir boca, ¿con qué frase del texto se quedarían? ¿Podrían adelantarnos alguna?
Todos buscamos un poco matar a nuestro padre sin saberlo.
¿Cómo sabe el Premio Nacional de Teatro y qué ha supuesto para usted personalmente y para todo el equipo de El Pavón Teatro Kamikaze?
Ha sido una noticia magnífica por el reconocimiento al trabajo de un grupo muy amplio de gente que forma El Pavón Teatro Kamikaze. Un espaldarazo para seguir trabajando.