Jordi Galcerán

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Publicado el 01 de Mayo de 2015

Jordi Galcerán

Obra: Dakota

Nunca pensé que yo me pudiera ganar la vida con esto, nunca tuve vocación de escritor pero, un día, mi afición se convirtió en profesión

Alabado por crítica y público, el autor de hitos de comedia como “El método Grönholm” sabe bien lo que es empezar poquito a poco y desde abajo. Partiendo del puro placer por el teatro, el catalán logró dar con “Dakota” un inesperado salto a las tablas profesionales. Charlamos con él acerca de esta aventura que recoge ya 20 años de aplausos dentro y fuera de nuestras fronteras.

¿Cómo y cuándo surge “Dakota”?

Es una obra de teatro que yo escribí para mi grupo de teatro aficionado en el año 95. La envié a un concurso, ganó el premio y eso la llevó a convertirse en la obra para un grupo profesional.

¿Cuál ha sido su recorrido?

Se estrenó ese año en Barcelona, unos años más tarde en Madrid y se han hecho tres o cuatro producciones en el extranjero, pero no muchas en comparación con otras comedias mías.

“Dakota” conserva su vigencia como pieza de humor y juguete escénico. ¿Qué elementos la hacen especial?

Es una comedia sobre los celos y sobre cómo una obsesión nos puede llevar a la locura. Es una trama absolutamente atemporal. ¡Esto ha sucedido y sucederá siempre! Es de las comedias más locas que yo he escrito porque juega con sueños, premoniciones y cosas surrealistas y absurdas y es una línea que he trabajado muy poco desde entonces.

La obra combina risas y reflexiones. ¿Qué parte tiene más peso en esta balanza?

¡”Dakota” busca divertir al espectador! Y la única reflexión que puedes hacer es que las obsesiones, si las dejas que vayan haciendo su vida, pueden llevarte a lugares terribles.

Su éxito como autor de comedia ha traspasado fronteras. ¿Cuál cree que es la fórmula secreta para gustar tanto y en tantos idiomas?

A toro pasado puedes pensar que hablar de cuestiones humanas o crear una buena historia que cree expectativas y enganche al espectador, pero ésas son las cosas que todo el mundo busca y después, cuando te pones a escribir una comedia nueva, no sirve para nada. Cada obra es un misterio, algunas van bien, otras mal… No todas las obras que he escrito han sido éxitos, algunas han sido fracasos sonados también.

¿Cuándo y por qué decide que la dramaturgia es lo suyo?

Para mí era una afición, como a otros les gusta la pesca y lo hacen los fines de semana. A mí me gustaba el teatro e iba a hacer teatro aficionado los fines de semana. Nunca pensé que yo me pudiera ganar la vida profesionalmente con esto, fue un cúmulo de casualidades, de premios que gané, de trabajos que me ofrecieron en TV… pero yo nunca tuve una vocación de escritor. Yo me iba ganando la vida y, un día, mi afición se convirtió en profesión.

Dentro de las tablas, “Burundanga”, “El crédito” o, sobre todo, “El método Grönholm” son sus piezas más aplaudidas. ¿Cuál de todas sus creaciones es su debilidad?

¡A mí me gusta mucho “Palabras encadenadas”! porque es la obra que escribí casi al mismo tiempo que “Dakota” y que jugaba con muy pocos elementos haciendo una cosa que a mí me gusta mucho, que es llevar un thriller de psicópatas al teatro, que es un género que todavía no se había llevado. Le tengo mucho cariño, pero también a todas las demás. “El método Grönholm” es mi gran éxito y a él se lo debo todo.

Su trayectoria no habría sido la misma sin el buen consejo de…

Mis amigos.

Un momento inolvidable en su carrera teatral fue…

¡Yo creo que el estreno de “Dakota”! Entrar por primera vez en el teatro profesional, como era el teatre Poliorama, cuando hace un par de meses yo estaba ensayando en un centro parroquial.