Revista teatros

La CND después de 25 años hace un ballet clásico en tres actos, se representa en Madrid, en el Teatro de la Zarzuela 12 días y tenemos que esperar otro año para verlo otros 12 días. Más allá de giras, ¿no es un poco incoherente tanto trabajo para tan poca exhibición en la capital?

Sí, es evidente que si tuviéramos un teatro y que si tuviéramos periodos más largos mucha más gente podría ver todo el trabajo que hacemos y que hay muy pocas posibilidades para la CND de presentarse en Madrid.

Y eso de tener un teatro propio, ¿cómo de cercano lo ve?

Sería lo lógico después de la evolución que ha tenido la compañía en estos cinco años, construir ese tipo de repertorio y que sea una compañía con la identidad de una compañía nacional y una compañía nacional necesita un teatro.

Háblenos un poquito de este esfuerzo. ¿Cómo se comienza a trabajar en este Don Quijote, por dónde empieza José Carlos Martínez, qué pretendía por así decirlo sobre el papel?

Fue un trabajo muy largo, porque primero había que darle cohesión al cuerpo de baile, había que trabajar en puntas, había que hacer que todas estas bailarinas que vienen de escuelas diferentes bailaran e interpretaran la música de la misma manera y a partir de ahí y de elegir el título de “Don Quijote” ya fue un trabajo de montaje de un espectáculo con 50 bailarines, que tampoco teníamos costumbre, y fue el trabajo de estudio y también todo el trabajo técnico porque es una producción mucho más grande de lo que estábamos acostumbrados a hacer. Ha sido un trabajo colectivo inmenso.

¿Y una vez en escena, qué va a ver el público?

Va a ver que ha evolucionado desde el año pasado este “Don Quijote”. He hecho algunos cambios coreográficos intentando mejorar la pieza. Los bailarines también cada uno en su personaje, al salir de gira bailándolo, han evolucionado, van con mucha más confianza y más libertad. La técnica clásica se respeta completamente pero ahora lo bailan con mucha más libertad y va a haber mucha más emoción en el escenario que el año pasado.

Haciendo un poco de historia. ¿Qué supuso el Ballet de Don Quijote de novedad o de ruptura o de especial con respecto a lo que había en su estreno?

Cuando se creó el ballet entraba dentro de la línea de esos ballets donde cogían los rusos el folclore de un país. Lo nuevo que había principalmente es que en vez de ser lo principal del ballet los actos blancos que antes siempre eran o cisnes o personajes irreales, en “Don Quijote” era la gente del pueblo, era el primer acto, se veía a gente de la calle bailando en escena, personajes reales. Trajo como esa alegría y esa interpretación más libre que podían tener esos personajes reales.

Y después de un año, ¿qué ha supuesto para la CND?

Para la compañía ha supuesto un gran cambio. Primero porque nos hemos dado cuenta todos, sobre todo los bailarines, del trabajo que se había hecho y sí que hay como un antes y un después de “Don Quijote”. Antes de eso estábamos como ‘¿llegaremos un día a hacer un ballet clásico en tres actos?’. Al haberlo hecho y que funcione bien nos abre las puertas hacia un repertorio que puede ir creciendo durante los años próximos.

Bueno, la cultura ha vuelto a quedarse sin ministerio. ¿Cómo afecta eso a la danza?

A ver, el problema principal de la danza es que está ya fatal. Con la crisis hay un montón de compañías que han desaparecido, hay otras que están intentando resistir pero que no tienen prácticamente espectáculos. Creo que habría que poner en marcha una política de desarrollo cultural para incitar a los programadores a programar más danza. Una pequeña compañía prepare un estreno, tenemos un programa de residencia de creación, ayudamos a jóvenes coreógrafos a hacer sus coreografías y montan un espectáculo, bailan una o dos veces y luego no tienen gira para seguir haciéndolo. Lo que falta es que se incite a los programadores a que programen más danza.

Aparte de “Don Quijote”, otros proyectos de la CND para los próximos meses… Y también nos interesa el ámbito internacional.

Volvemos ahora mismo de México y de Macao donde hemos estado con “Don Quijote” en México y en Maco, en China, estuvimos con “Carmen”. Ahora empezamos el montaje de un nuevo programa que se estrenará en Santander y en el Teatro Real un programa dedicado al coreógrafo contemporáneo William Forsythe y el año 2017 va a ser el año en el que “Don Quijote” va a empezar sus giras internacionales. Iremos a Italia y a Francia en un primer momento y con el espectáculo de “Carmen” de Johan Inger  vamos a un montón de sitios, a Austria, Alemania, Francia, Corea… Y seguimos también de gira por España con ambos.

¿Es de algún modo frustrante estar viendo a esos bailarines bailando “Don Quijote” y no poder subirse al escenario con ellos?

No, yo creo que al contrario. El que lo bailen ellos es gracias a mi trabajo. Entonces yo creo que ya he bailado mucho “Don Quijote” y digamos que no tengo esa necesidad. Ahora sí algún día surge de nuevo, me subiré algún día al escenario con ellos (risas).