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José Pedro Carrión

Publicado el 30 de Septiembre de 2016

José Pedro Carrión

Obra: Páncreas

 Empecé haciendo el payaso y me voy con un payaso moderno en una obra redonda

 Con 12 años levantó la mano cuando pidieron voluntarios para hacer el payaso y ahora, desencantado con la situación, este ‘Payaso’ con mayúscula, Premio Nacional de Teatro y uno de los grandes de ese oficio, dice adiós dejando atrás obras como “Cyrano de Bergerac”, “Ricardo III” o “El rey Lear”.

Para los que aún no han visto “Páncreas”, cuéntenos qué es, cómo definiría esta obra…

Tragicoña-visceral-entrañable escrita en verso muy pirado.


 

José Pedro Carrión se incorporó a este montaje un poquito más tarde. ¿Había visto la función ya?

Valery Tellechea, mi mujer, fue a ver la función. Yo tenía una lectura y no pude acudir y las circunstancias me impedían verla porque tenía que viajar y no vi nunca la función y ahora ya sí que no la veré jamás, pero Val me vino a casa diciendo que había visto un espectáculo maravilloso, cosa que no suele ocurrir. Entonces el envío del texto fue la garantía de que era una oportunidad estupenda para mí porque yo empecé haciendo el payaso y tengo la intención de marcharme del teatro absurdo que estamos haciendo. Cierro el ciclo haciendo un payaso moderno en un espectáculo redondo.


 

¿Cuánta verdad hay en eso de que se jubila?

Es una realidad como una casa, hay que ver la realidad porque si no ves la realidad, cómo vas a hacer teatro. El teatro está basado en la vida que vivimos, no es una cosa frívola, no es una cosa superficial, yo creo que el teatro está inventado para mejorar como personas y como ciudadanos y entonces el teatro tiene que ir al hilo de los tiempos y en contra de las tendencias que acaban con los valores humanos, que para eso está. Y sobre todo debería estar en la educación, porque sin duda la persona que hace teatro, queda enganchada en ese veneno y tiene (2:45m.) todas para tener en su vida cotidiana la diferencia clara que hay entre una ignorancia supina, una opinión manipulable y un criterio personal que ayuda a colaborar, a hacer un mundo mejor.


 

¿Cuál sería la gran pregunta a la que nos enfrenta la obra?

¿Por qué no nos comportamos como seres humanos y cada día tenemos el alma más parecida al corcho de los alcornoques? ¿Por qué pasan tantas cosas a gente en el mundo y nosotros seguimos preocupados de nuestra pequeña porquería? Es una obra que habla de la solidaridad fundamentalmente y ese es un valor humano que estamos perdiendo. Somos unos idiotas preocupados sólo de nuestros asuntos, y esa es una palabra griega que define perfectamente al ciudadano que no tiene una conciencia de pertenecer a una sociedad y colaborar para que sea mejor.


Interpreta a Raúl. ¿Qué nos diría de él?

Eso quisiera saber yo (risas). Quisiera yo saber quién es Raúl, la verdad es que me tiene inquieto y hago yo la función cada día para saber un poco más cada día quién es pero es muy ladino y se escapa. Los grandes personajes son así, muy difíciles de definir, es como un ser humano, puedes intentarlo pero siempre te va a faltar lo más importante porque cada uno de nosotros esconde dentro secretos y posibilidades y precisamente eso es lo que le hace interesante, la búsqueda diaria con mis compañeros de un mundo y de unos personajes que están escritos en un papel pero que cuando como en este caso están bien escritos tienen la categoría no de personajes, sino de personas, de auténticos seres humanos. Tampoco puedo decirte muchas cosas ni del personaje ni de la función porque la peripecia de alguna manera está en forma de thriller y vamos de sorpresa en sorpresa y si adelantamos cosas a la gente le quitamos el interés.


¿José Pedro Carrión haría cualquier cosa por un amigo?

Continuamente nos están pasando ese tipo de cosas. Depende de la idea que tú tengas de amistad, hay muchas formas de amistad y una de ellas para mí es que cualquier ser humano es de alguna manera un hermano y un hermano es más que un amigo. Entonces, yo creo que soy actor porque en el fondo, aparte de una vocación y aceptar que fui yo el elegido y no elegí yo el teatro, eso es claro, yo he tenido una necesidad de hacer teatro y ahora me doy cuenta de que la razón de ser de un actor es cumplir una función social y eso forma parte del discurso en el que yo estaba tratando de explicar las cosas (risas). En el momento de “Páncreas” es hablar de generosidad, de la falta de generosidad y hacerlo en una forma muy entroncada con nuestros mejores autores que han trabajado el humor. Por tanto, la función social en el momento me da mucha alegría que la gente vaya al teatro y se ría porque sé que de alguna manera está lidiando con la angustia en la que vive.


¿Es verdad eso de que es más difícil hacer reír que llorar?

En realidad la mayor dificultad para nuestro teatro es hacer bien la comedia. Tenemos un pequeño defecto en el sentido de que nosotros olvidamos el río interior que está por debajo y hacemos un comentario, digo en general, hay todo tipo de cómicos y este es un país de buenísimos cómicos, pero sin duda tengo que decirte que lo más difícil sobre todo en Madrid, porque nosotros hemos rodado la función, hemos hecho una gira enorme, y de alguna manera la gente fuera de Madrid está más disponible a ser generosa con su carcajada. En Madrid es un poco como en los toros, es una plaza más difícil y como la risa no hay duda, o se ríen o no se ríen y en risas hay muchas gradaciones y nosotros somos conscientes de que hacemos una función que va de menos a más, pero que lo que persigue es una carcajada colectiva. Nos está costando pero sin ninguna duda no hay nadie en la sala que, aunque no llegue a la carcajada, no veas que está sonriendo. Hay todo tipo de personas en una sala y se va extendiendo el interés también para la gente joven que es muy pícara y tiene muchos palos en el cuerpo respecto al teatro, se ha aburrido mucho, y cuando ve que la función es interesante, que lo pasa bien, cada día más, el público que va viniendo a la sala es más joven.

Una de las razones por las que me voy es porque esas generaciones que tenían el teatro como una costumbre se van perdiendo y yo les calculo unos diez o quince años para que esas generaciones que todavía van al teatro desaparezcan y yo creo que no hay relevo. Obsesivamente reclamo teatro en la educación. Ya sé que va contra las leyes del mercado, que un ciudadano cuanto más idiota y estúpido sea es más manejable, pero por favor, teatro en la educación porque va a ayudar muchísimo a que nuestros jóvenes pongan en juego esa capacidad con la que vienen que es por lo que veo estos niños con estos ojos, que cada vez vienen más listos y más capaces, que practiquen algo que les va a ayudar a expresarse y a relacionarse.


Le escucho con cierto pesar y recordando su “Júbilo terminal”…

Estaba con mi mujer, Valery Tellechea, en un formato de pequeña compañía recorriendo el país, hemos estado incluso en Sudamérica… Era un intento último de tener la conciencia tranquila por haber intentado todo. Me he dado cuenta de que si yo tengo que poner dinero para actuar, entonces no es realmente una profesión, sino que se convierte en algo parecido a Cáritas. Y eso es precisamente por lo que te digo, por el deterioro que ha sufrido la profesión, falta reflexión, falta coraje y falta investigación para hacer un teatro a la medida de la expectativa del público que todavía queda. Deberíamos estar mucho más unidos en hacer esa demanda. Si hubiera un teatro en la educación, los jóvenes lo conocerían. No basta con llevar a gente joven a ver un espectáculo clásico que muchas veces puede ser un muermo y entonces confunde, se produce el efecto contrario. Mejor hacerlo porque cuando haces el teatro quedas enganchado para siempre y eso haría que en un largo plazo que tuviéramos la expectativa de la recuperación del público. Pero entre las tonterías que hacemos y esta carencia de la formación de la gente en general en las artes y en particular en el teatro hace que la cosa esté en un formato pedigüeño, quejica y un montón de adjetivos que tengo para mi profesión. Luego hay gente que mantiene de alguna manera el sentido y el valor que tiene el teatro, pero en general el ambiente es tan desagradable que prefiero definir esto como un momento del teatro caducado, el teatro fundamentalmente tiene mucho más que ver con la reunión y el parlamento de un sabio, por lo que la gente puede reflexionar y cuestionarse en su vida algo para ser mejor persona y mejor ciudadano. En ese sentido trato de buscar en Lanzarote, a donde me voy a ir a aislarme, a aprovechar el formato de asadero, que es una fiesta popular, mucha gente lo practica, con mucha frecuencia. En ese formato de fiesta yo quiero introducir la música, el teatro, la poesía y sobre todo el gran tema de qué pasa con nuestros hijos, qué mundo les estamos dejando…


Esta función no tendría sentido sin la comunión entre personajes y actores. Para terminar, un par de adjetivos que definan a cada uno de sus compañeros

Yo agradezco desde el primer día su pasión por el teatro y su preocupación por ser los mejores actores posibles que se mantiene cada día y que cada día después de la función hacemos una especie de autoexamen e qué podemos mejorar. Es muy difícil encontrar unos compañeros tan gamberros, tan tiernos y tan profesionales y eficaces como ellos. Mi binomio Cayo-Lara funciona de puta madre (risas). 

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