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Julián Quintanilla

Publicado el 01 de Abril de 2014

Julián Quintanilla

Obra: Toc Toc

 A veces hay que sudar sangre para reinventar en español los gags

 Detrás de éxitos como “Toc Toc” o “Locos por el té” hay mucho más que actores, directores y un buen texto. Gran parte del mérito lo tiene la persona encargada de pulir las obras originales: Julián Quintanilla. Con el veneno del teatro metido en las venas desde siempre este extremeño es autor –“El gran día de la madre” o “Jeannot trois yeux”, publicado en Francia– y director –“Entre aquí y allá” o “Guillermito y los niños, ¡a comer!”–. Ahora nos habla de otra de las facetas más importantes de su carrera: la adaptación. ¿Qué hace, cómo trabaja, qué obstáculos encuentra? Él mismo nos lo cuenta.

¿Qué parte de ‘culpa’ tiene Julián Quintanilla en el éxito de “Toc Toc”?

¡El teatro es un trabajo en equipo! El éxito de “Toc Toc” es, a partes iguales, de todos los que lo hemos hecho posible. No hay más que ver la energía que derrochan los actores o el arduo trabajo de dirección y producción... El texto original ha sido un éxito en multitud de países. Al César lo que es del César.


“Toc Toc” o “Locos por el té”. ¿Uno siente como suyo el texto que adapta?

En la lengua se encuentra implícita la cultura entera de un país. Cuando uno reescribe un texto de otra lengua se implica mucho más que en la traducción de las palabras: está aportando su experiencia de vida y su estilo como escritor. ¡Es imposible no sentir un poquito mías las obras que adapto!


Cuéntenos qué hace un adaptador.

Estudio como un poseso la obra original y todas las del autor hasta que encuentro el punto de unión con nuestra cultura. Y ahí es cuando necesito imaginar la obra de otra forma, pensarla ‘a la española’. También consensuo con el director cuál es su idea para la puesta en escena y acudo a la primera lectura para escuchar a los actores.


Reescribirlo todo para no cambiar nada.

He tenido la suerte de adaptar autores geniales, cuyas obras son ya un éxito en sí mismas. Lo importante para mí a la hora de versionarlos es no romperles esa genialidad: conseguir que la ‘rueda de la comedia’ que ellos crearon nunca se detenga.


¿Y los grandes obstáculos?

¡Los malditos y benditos gags! A veces hay que sudar sangre para reinventar en español los gags de las comedias francesas o inglesas. Si se te ocurre traducirlo literalmente la gente no lo entiende ni volviendo a nacer.


Y cuando leyó “Toc Toc”...

Me pareció una comedia ‘teatralmente sexy’. Nunca se había visto es escena y pensé que si a mí me había fascinado tanto imaginarla hecha en español, al público le podía pasar lo mismo. Laurent Baffie tiene un sentido del humor único.


Su versión de “Toc Toc” también se ha estrenado en Miami, Argentina, México o Perú. ¿Adapta el texto para cada país donde se estrena, cambia mucho de unos lugares a otros?

Se suele hace una revisión lingüística para cada país de habla hispana donde se estrena y se modifica algún modismo. Yo me encargo personalmente de verificar cada revisión lingüística, pero normalmente se cambia poca cosa. Los hispanohablantes compartimos una cultura común muy amplia.


¿Por qué la mayoría de obras con las que ha trabajado son francesas? ¿Le resulta más fácil el trabajo con autores de allí?

Sin lugar a dudas. Estuve viviendo siete años en París, tras ser admitido en la Escuela Oficial de guionistas de Francia. Me pasé leyendo textos de mis compañeros y escribiendo en francés todo ese tiempo. La verdad es que considero Francia mi segundo país. ¡Tengo el corazón dividido!


El personaje de Camilo en “Toc Toc” tiene una bonita historia detrás...

Es un taxista muy-muy francés, dicharachero y ligoncete, que se expresaba de una forma alejada de toda verborrea española. Mi abuelo fue taxista y cuando era joven tenía tanta fama de guasón y ligón y decía tantas barbaridades como el protagonista. No lo dudé y le hice expresarse con las frases de aquel gamberrete que fue mi abuelo.


¿Qué siente cuando ve su trabajo ya en escena?  

Una de las cosas que más me gusta de estas dos comedias es que ambas consiguen lo que llamo ‘el mar de risas’: una especie de ola sonora de sonrisas creada por el público, que se mueve por el patio de butacas suavemente durante toda la representación.


¿Y Julián tiene algún TOC?

Antes de empezar a escribir me tengo que lavar las manos ¡incluso hasta dos veces! También necesito que el teclado del ordenador esté limpio. ¡Y el mío es blanco! Es como una especie de ritual de limpieza (risas). ¿Qué hay ahora encima de su mesa? Pues entre comedia y comedia… ¡he escrito una tragedia! Lo único que me intriga es si no se reirá el público con ella…


Aparte de adaptador, es autor y director, entre otras, de “El gran día de la madre”, actualmente en gira por España. Cuéntenos de qué va…

Cuenta la historia de una abuela, una madre y una nieta que descubren, el mismísimo día de la madre, que no son ni abuela, ni madre, ni nieta. Y ahí es donde se monta el lío. Es una comedia explosiva que escribí a cuatro manos junto con el fabuloso escritor (además de amigo) José Ignacio ‘Chascas’ Valenzuela, y que ya estrenamos en Chile en 2012. Hemos tenido la suerte de ver patios de butacas riéndose a lágrima viva con nuestra función. Espero que podamos, muy pronto, mostrarla en Madrid.


Hablábamos antes de las adaptaciones de obras francesas, pero a la hora de escribir, ¿en qué se inspira Julián Quintanilla?

En las maravillosas mujeres del barrio pacense de San Roque donde nací, con las que conviví durante veinte años y con las que aprendí todo lo que hay que saber sobre cómo transformar el dolor en color. Y en el recuerdo de mi madre: una madre coraje más, como tantas españolas, que era una comedia andante.


Y por si no tuviese bastante con escribir, adaptar y dirigir, también ha creado qdequintanilla. Cuéntenos qué es...

Es la primera agencia de autores de teatro que se ha creado en España. Cuando adapté Toc Toc me ocupé de venderla a varios países y descubrí que, aunque había agencias inglesas y francesas que tenían en cartera a sus autores anglófonos y francófonos, no existía el mismo tipo de empresa que hiciera lo mismo con nuestros fabulosos autores españoles. Así que no me pude esperar a que alguien la montara y lo hice yo. ¿Qué hay ahora mismo encima de su mesa de trabajo? Pues entre comedia y comedia… ¡he escrito una tragedia! Lo único que me intriga es si no se reirá el público con ella…

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