Revista teatros

 Y sólo 12 años tenía Lola Herrera cuando pisó por primera vez unas tablas que la han visto convertirse en una de nues-tras primeras actrices. Premio Max de Honor 2016, es imposible resumir una trayectoria en la que ha brillado con “Cinco horas con Mario”, “Solas” o “En el estanque dorado”.

Si le digo “La velocidad del otoño”...

Una historia familiar donde una mujer que está en el otoño, casi el invierno, de su vida lanza un grito de libertad.

¿Qué tiene de especial?

Destaca algo de lo que se habla poco: la manipulación, en el mejor de los sentidos, de los hijos hacia los padres. Queriendo lo mejor para los padres, yo creo que a veces, por no decir casi siempre, se equivocan. Entonces, esa manipulación que existe en nuestra sociedad me parece terriblemente dolorosa y aquí se manifiesta porque una persona mayor tiene derecho a decidir cómo quiere vivir los últimos años de su vida, cómo quiere morir, dónde, rodeada de qué, y tiene el derecho y si puede lo debe llevar a cabo sin que le pongan impedimentos. Hablo de la gente que tenga la cabeza en su sitio. Ya cuando se pierde la cabeza totalmente indudablemente tiene que haber una guía y la guía yo creo que debería ser siempre a través del amor infinito que se supone que deben tener unos hijos hacia sus padres.

Háblenos de su personaje...

Alejandra es una mujer que ha tenido la vida que ha querido, que ha viajado por el mundo. Es una mujer que se ha dedicado al mundo de la pintura de una manera apasionada, ha vivido todo con mucha pasión y ahora está en su recta final y de una manera muy valiente, como ha sido toda su vida, decide parar los pies a sus hijos y conseguir poner unos límites que ella decide. Ella decide no salir de su casa y los hijos quieren que salga de su casa y entonces la llena de cócteles molotov que se fabrica y está dispuesta a todo. Me parece una mujer que defiende su habitación propia hasta el último momento.

Es inevitable ponerse en la piel de Alejandra. ¿Actuarían igual que ella?

Sí, no añado más (risas).

¿Qué reflexión subyace de esta obra?

Se da por hecho que los viejos son invisibles u tienen que ser obedientes y acceder a lo que les digan los demás. Alejandra dice ahora las tornas han cambiado, yo soy la hija y ellos son los padres pero los padres nunca obligan a los hijos a alejarnos de sus vidas y los hijos de alguna manera queriendo llevar a una madre a una residencia, sea por las circunstancias que sean, ya sé que vivimos en una sociedad donde el hombre y la mujer trabajan y la mujer no está en casa para cuidar a todos los mayores, pero habrá otras fórmulas, deciden apartarlos de la vida porque estar en una residencia es de alguna manera apartar a la gente de sus cosas, de sus paredes, de su vida anterior.

En 2007 compartieron escenario en la obra “Seis clases de baile en seis semanas”. ¿Qué recuerdos han quedado?

Estuvimos tres años haciendo la función entre Madrid y toda España. Recuerdo cosas maravillosas porque fue un espectáculo que nos dio muchas satisfacciones, trabajamos en teatros llenos en todas partes, la gente salía muy contenta de ver aquel espectáculo y nació entre nosotros además un compañerismo, un entendimiento, una buena amistad y un buen rollo que dura hasta estos días que nos hemos vuelto a encontrar otra vez y que estamos disfrutando de una situación parecida a aquella con un texto muy distinto a aquel.

¿Cómo es trabajar con Magüi Mira?

Trabajo a gusto, muy a gusto con Magüi.  Es una directora que propone muchas cosas y se va trabajando con ellas y está muy cerca de los actores y esto es muy importante para trabajar todos en una dirección. Indudablemente capitaneado con mano izquierda, con mucha mano izquierda y crea buen rollo en los ensayos. Hemos trabajado muy duro en este texto, el primer mes fue terrible, pero lo hemos hecho desde el entendimiento y es muy agradable.

¿Y de Juanjo qué nos diría?

Juanjo es un compañero del alma, es muy buen actor y muy generoso y tenemos una comunicación muy muy muy entrañable, muy directa, muy desde el sentimiento.