Revista teatros

 Si alguien podía estar sobradamente a la altura de Héctor, ésa era Lola. Valorada como una de las principales actrices de nuestro teatro y galardonada con premios de la talla de la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, la vallisoletana ha protagonizado una vida de éxito y superación. Un gran placer, el de verla interpretar, solo superado por el que produce conversar con ella.

¿Qué ha supuesto para usted este tour de force?

¡Un regalazo! Es un placer compartir con un actor tan grande, tan generoso, tan exquisito en su trabajo. Yo admiro a Héctor desde hace muchos años pero no habíamos coincidido y es de esas cosas con las que la vida te sorprende. Profesionalmente, es algo muy importante para mí

¿Qué vamos a encontrar en esta obra?

 La película fue un bombazo cuando se estrenó en los 70, pero el texto teatral se estrenó en el mundo entero menos en España. Es un matrimonio mayor que tienen una hija. Se habla de la convivencia, de los miedos a la muerte. Están en a bajada final y hay un montón de cosas cotidianas, de complicidades entre la pareja, son dos caracteres muy distintos. Habla del mundo de las relaciones y lo que nos pasa a la inmensa mayoría de las familias: los encuentros y desencuentros, que mantener una relación tan larga conlleva muchas complicidades, muchas cesiones y mucho amor. La acogida del público ha sido increíble, teatros abarrotados. Nos dicen que tenían la referencia en la película, que era triste, y aquí se ríen que se matan! Porque hay mucho humor en el texto, tiene una presencia total. Se llevan a casa mucha risa y cosas para pensar.

¿Cómo es Ethel?

Es una mujer vital que cree que las cosas se pueden cambiar. Es una trabajadora de la armonía y una enamorada de la vida y eso se transmite en todo lo que toca.

¿Se siente identificada?

Sí, porque es un papel que nos toca hacer a las mujeres vitales en la vida, bien sea en unión con un hombre, que no es mi caso, o bien en otros medios. La mujer suele estar más dispuesta a tender puentes para crear armonías que los hombres, que son como más duros. Sí, me siento tan identificada que, cuando me dieron el texto, le dije a Magüi Mira: “¡este papel lo tengo hecho!” (risas).

 La dirección de Magüi Mira es otro de los grandes reclamos de este montaje. ¿Qué le ha aportado?

 Yo pedí a la productora que el próximo montaje que hiciera quería que me dirigiese Magüi Mira y, después de leer varios textos, apareció esto y ha sido una experiencia estupenda. Ahí están los resultados. Ha sido muy gratificante. Es na mujer que crea una armonía en los ensayos y eso da mucho rendimiento. Es muy trabajadora, muy creativa, es actriz ¡y buenísima! Entonces es otro punto que tiene mucha importancia. Va a hacer un camino como directora esplendoroso.

Antes de realizar su debut teatral con solo 20 años, cantaba en concursos radiofónicos de los años 50. ¿Cómo era aquello?

Tenía 12 años y era como lo de “Lluvia de estrellas” ¡pero en casposo! (risas). Cantábamos y hacíamos lo que podíamos, pero con 14 ya lo dejé.

¿Cuáles eran sus expectativas?

Hay quien nace sabiendo lo que quiere ser en la vida y yo, realmente, estaba un poco despistada. Probé lo de cantar muy jovencita, lo deseché, probé el cine, tampoco me gustó nada (¡claro, era una niña!) y luego me quedé en la radio, que me gustaba mucho pero, sin embargo, había una insatisfacción que no sabía a qué obedecía. Poco a poco fui caminando y apareció el teatro. Me di cuenta de que ése era mi sitio. Allí empecé a dar pasos y... ¡hasta aquí! Es lo mejor que he hecho por mí, dedicarme a esto.

Puede presumir de haber alcanzado lo más alto partiendo desde abajo, desde el esfuerzo. ¿Cómo ha sido esta aventura?

 ¡Muy rica! Creo que hacer el recorrido desde el principio está muy bien porque aprendes muchas cosas, vas haciendo la digestión de todo lo que va surgiendo en tu vida, no hay prisas. Han sido muchos años de un camino con trabajo y más trabajo cuando al principio, en TV, se paga muy mal. ¡Era de risa lo poco que nos pagaban y lo mucho que nos explotaban! (risas) Pero también era a cambio de un aprendizaje. Es la profesión que he elegido, me siento plenamente satisfecha y creo que es lo mejor que he hecho por mí, dedicarme a esto.

Su interpretación de la viuda más famosa de Delibes en “Cinco horas con Mario” conquistó para siempre a la crítica y al público. ¿Qué le aportó esa experiencia que duró más de 20 años? 

Me aportó mucho, mucho, mucho Profesional y personalmente. Fue también en una época en la que este país comenzaba a caminar con la democracia, se podían hablar de cosas que antes estaban censuradas, no se hacían monólogos, no había costumbre, y nosotros, sin más pretensión de la ilusión de hacerlo, lo hicimos y el resultado fue el que fue. ¡Experiencia única! Porque esas cosas te pasan una vez en la vida y modificó mi vida. Profesionalmente fue un espaldarazo muy importante.

Junto a las tablas, la TV se ha convertido en su otro gran escaparate gracias a series tan divertidas como “La casa de los líos”…

He hecho muchísima TV hasta los años 80, no te puedes hacer idea! Hacía teatro y TV a la vez y en los últimos años he hecho colaboraciones, como “La casa de los líos”, “Un paso adelante”, en historias que me han gustado mucho porque he estado con mucha gente joven. Con Arturo me apetecía trabajar y me llamaron para hacer de la hermana y lo disfruté mucho. Fueron cuatro años y éramos como una familia de verdad. En “Un paso adelante” estaba rodeada de un montón de jóvenes y de gente que está despuntando por todos los sitios estupendamente y me gustaba mucho estar entre ellos porque los jóvenes te enseñan cosas y te dan mucha fuerza. Me gusta estar con ellos.

El momento más feliz de su carrera ha sido:

¡No lo sé! Ha habidos muchos momentos felices, de desolación, de inseguridad… pero el resultado de todos ellos es tan positivo y me siento tan satisfecha y tan contenta de poder haber vivido toda mi vida encima de un escenario que pienso que es lo mejor que me ha podido pasar. Ha sido un regalo de la vida poder trabajar siempre en lo que te gusta y vivir de ello.

El mayor acierto de su vida ha sido...

Haber seguido los pasos de los que me enseñaron, que fueron mis padres. Coger la antorcha de unas ideas, de una forma de vida, de una coherencia. Fueron unos profesores perfectos. Para mí la coherencia es algo muy importante y yo lo he sido con mis raíces y con todo.