Publicado el 31 de Diciembre de 2017
Lucía Carballal
Obra: Las mujeres de la escena: autora de Una vida americana
Llegamos muy tarde, pero aún estamos a tiempo
Cuando se estrenó mi primer texto teatral -yo tenía entonces 22 años- un chico se me acercó entusiasmado tras la función. Me dijo: “Me ha gustado mucho… no se notaba que lo hubiese escrito una mujer”. Continuó: “Porque los diálogos entre hombres me han resultado muy creíbles… Y porque tratabas un tema universal. No era una obra de mujeres, ¿sabes lo que quiero decir?”.
Con bastante tranquilidad, aquel chico planteaba dos categorías dramatúrgicas. Respetaré su terminología: Por un lado, hay obras universales en las que no se nota que es una mujer la que escribe y en las que se tratan asuntos que afectan a todos. Por otro, existen las "obras de mujeres”, que constituyen en realidad una subcategoría de la anterior, y en las que sí se nota que la autora es una mujer, siendo un elemento “delator” nuestra dificultad para tratar elementos masculinos, así como la especificidad del tema femenino a tratar. Para entendernos: la categoría de las chicas que hablan de chicas.
Si ahora me tiraran a la cara semejante esquema, yo sacaría todos los caballos a pasear, y ese pobre chico terminaría por disculparse. Pero entonces -¡ay!- no fue así. Él me incluyó en el primer grupo, (el “superior”). Y con rubor confieso que en el aquel momento me pareció un elogio, y aquella jovencísima autora que yo era lo aceptó. Al fin y al cabo, ese chico me salvaba de la estantería rosa. ¿No aspiramos todos a la estantería blanca de la sala central, a aquella en la que el género no importa? Yo no era consciente pero, aceptando su piropo, asumía un pensamiento insoportable: en la escritura puedes ser una mujer si quieres, pero es mejor que no lo parezcas.
El lenguaje está cambiando. Y con él, nuestras cabezas. Ahora se dice que las mujeres hemos dejado de aceptar determinados piropos. En la calle, en el trabajo. Por supuesto. Hablemos de lo que algunos piropos encierran.
Y revisemos nuestras propias acciones, nuestros pensamientos, las palabras que elegimos para hablar de nosotros mismos y de los demás. Queda mucho por hacer. Llegamos muy tarde, pero aún estamos a tiempo.