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Maria Adánez

Publicado el 01 de Febrero de 2018

Maria Adánez

Obra: Lulú

 Los hombres siempre han fantaseado sobre la condición de la mujer como entidad demoníaca

 Eva, Pandora, Helena de Troya, Medusa, Salomé… Lulú. ¿Quiénes son estas mujeres que ejercían un sentimiento de rechazo y temor, al tiempo que provocaban una gran seducción en el hombre? Paco Bezerra rescata a este personaje universal para llenar de su particular e inédito punto de vista al mito. ¿El objetivo? rendirle cuentas a la visión misógina y patriarcal con la que éste fue creado. Dirigida por Luis Luque y acompañada en escena por Armando del Río, César Mateo, David Castillo y Chema León, charlamos con la salvaje fuerza protagonista de “Lulú”.
 

¿Qué nos acerca esta “Lulú” de Paco Bezerra y Luis Luque?

Un thriller rural, un juego mental en el que el público se adentra en la mente de Amancio –padre de dos hijos y dueño de una plantación de manzanos– para contarnos, en primera persona, la noche que se encontró a Lulú –una bella mujer, misteriosa y semi desnuda, que no recuerda nada–. Más tarde, esa tal Lulú dice llamarse Lucía y vendrá a contar esa misma historia desde otro punto de vista.


¿Cómo es su personaje?

Interpreto dos dentro de la misma función. Podríamos decir que Lulú representa a ese arquetipo de mujer maligna, responsable de las penurias de los protagonistas, y Lucía a la mujer dotada de humanidad que viene a contar la verdad, a poner luz al relato.


¿Qué función tienen en la trama?

Lulú es el motor interno, sus acciones están para servir la tragedia a los tres hombres. En cambio, Lucía representa a todas las mujeres que han podido sufrir silencio, so-metimiento, abandono, violencia.


Cuatro varones la acompañan en escena. ¿Cómo son estos personajes?

Los cuatro protagonistas masculinos son: Amancio, un hombre viudo y alcohólico obsesionado con encontrar a la serpiente que mató a su mujer, dueño junto a sus dos hijos, –Calisto y Abelardo (Caín y Abel)– de la plantación de manzanos en la que trabajan. Julián, el cura, pondrá toda la carga intelectual y religiosa al relato.


Una de las frases que más le apasionan de este texto es...

“Un bosque que, cansado de ser testigo de tanta calumnia y falsedad, una noche decidió prenderse fuego a sí mismo, para señalar y perseguir a los hombres de mala fe”.


Una de las situaciones más llamativas de la pieza se produce cuando...

Lulú seduce a los tres hombres, que se abrazan todos entre sí. Visualmente es muy potente y muy poético, además de sugerente y sutil.


¿Cree que existe realmente el arquetipo femme fatale o, por el contrario, ha sido creado por el varón para cargar sobre la mujer la culpa de todos sus males?

A lo largo de los siglos, los hombres siempre han fantaseado sobre la condición de la mujer como entidad demoníaca. Quizá la principal causa de esta visión es la religión. En los libros sagrados de las grandes religiones, libros curiosamente escritos por la mano del hombre, la mujer siempre aparece como un ser inferior a ellos. Pero a finales del siglo XIX hubo un gran florecimiento femenino, movimientos por los derechos de las mujeres, el sufragio universal...


Interesante...

Ese empoderamiento asustó de nuevo al hombre. A través de la literatura y el arte, se acuñó el término de la femme fatale como responsable y portadora de todos los males masculinos. “La mujer fatal es la que se ve una vez y se recuerda siempre. Esas mujeres son desastres de los cuales quedan siempre vestigios en el cuerpo y en el alma. Hay hombres que se matan por ellas; otros que se extravían”. La cita es de la novela “La cara de Dios” de Valle-Inclán.


Aparte de “Lulú”, ¿en qué otros proyectos podemos encontrarla?

Actualmente, en TV, interpreto a Charo Ponce en “Amar es para siempre”. Y prepa-rando en el teatro, como posibles proyectos futuros, una función de Unamuno –“El otro”, con versión de Alberto Conejero– y “Yerma”, de Federico García Lorca, dirigida por José Carlos Plaza.

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