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Mariano Peña

Publicado el 01 de Noviembre de 2017

Mariano Peña

Obra: Obra de Dios

 ¡Que cada uno fornique con quien le dé la gana, aquí paz y después gloria!

 ¡Tan divertida, que es pecado! Con esta sugerente premisa llega a España la comedia que, después de arrasar en Nueva York, aterriza en nuestras tablas con la dirección de Tamzin Townsend y el protagonismo de uno de los actores más queridos de nuestra cantera. Charlamos con Mariano Peña, el mismo que, después de meterse al público en el bolsillo gracias a personajes como el inolvidable Mauricio Colmenero de “Aída”, agarra con fuerza el timón de su último reto: darle la mayor vuelta de tuerca al mismísimo Señor del Universo.
 

¿Qué nos trae esta “Obra de Dios”?

Una nueva versión de ese Dios de túnica y barba blanca, justiciero, con mal humor, con la voz en ‘reverb’ (risas). Damos una visión mucho más actual, divertida y dicharachera, mucho más simpática y terrenal con humor inteligente, sano y respetuoso. La obra le da un giro de tuerca a los Diez Mandamientos, que son los mismos pero cambiados y pulidos, y un repaso a las historias de La Biblia: Adán y Eva, el arca de Noé, Abraham, el Diluvio universal…


¿Cúal es el punto de partida?

Este Dios comienza la función reconocien-do sus errores, que es de sabios, y le cuenta a la gente por qué. Siempre desde el humor, riéndose de sus típicos tópicos para pasar un buen rato.


Y se atreve a hacer una divertida reedición de los 10 mandamientos. ¿Puede adelantarnos uno de ellos?

Por ejemplo, el de “no matarás”, que todos conocemos, lo complementa con “no matarás en mi nombre”. Y otro muy divertido al que tampoco le falta razón: “no dirás a los demás con quién deben fornicar” en lugar del clásico “no fornicarás”. ¡Que cada uno fornique con quien le dé la gana, aquí paz y después gloria! (risas).


Chema Rodríguez-Calderón y Bernabé Fernández le acompañan en escena. ¿Cuáles son sus roles en esta comedia?

Son dos arcángeles que van acompa-ñando a Dios en su andadura. Uno es el que lee los pasajes de la Biblia y acompaña un poco a los caprichos del Santísimo. El otro es el emisario del público, que le plantea a Dios preguntas que lee en las mentes de los asistentes. ¡Ambos son compañeros de viaje estupendos y muy divertidos!


Usted ha destacado interpretando roles tan dispares como el del homófobo Mauricio Colmenero en “Aída” o la glamurosa transexual Bernadette en el musical “Priscilla, reina del desierto”. ¿Cuál de ellos le parece más estimulante a nivel profesional?

Como dicen las madres “¿qué dedo de la mano te cortan que no te duela?” (risas). Todos tuvieron su momento, con un significado y un cariño especial. Mauricio llegó cuando yo era desconocido, fue mi trampolín a nivel popular nacional. Ya no tenía que presentarme en los castings, ni mostrar mi CV. Lo que nunca me habría esperado es que un personaje tan políticamente incorrecto, tan negativo, que ofendía a tanta gente, brillara tanto y que fuera tan querido, ¡nunca lo entendí! (risas). Después de él, me apetecía romper y hacer algo totalmente distinto, ¡y qué mejor que pasar de un homófobo a una trans! Bernadette fue, más que un bombón, una tarta de whisky.


Con solo 15 años, usted se mudó de su Huelva natal a Sevilla para estudiar Arte Dramático. ¿Qué inocentes ideas de ese momento le han cambiado con la experiencia y qué expectativas ha logrado rebasar sobradamente?

Yo llegué a Madrid sin book de fotos, sin CV… Tenía la idea de las películas americanas del típico chico que llega a la ciudad, se le abren las puertas y ya triunfa (risas). Pronto me di cuenta de que esto no era tan fácil. ¿Y expectativas rebasadas? Ese mundo de glamour en el que todo es brillo, ir por la calle y ser agasajado… pero todo eso tiene su IVA. ¡Esta profesión tiene mucho IVA! (risas). Todo tiene su cara y su cruz.


¿Qué le falta por hacer?

¡Todo y nada! Yo el pavo ya me lo comí. Es decir, haber tenido un personaje por el que la gente te quiera y te respete me parece un logro importantísimo. Todo lo que llegue bienvenido es, pero yo ya estoy satisfecho con mi destino.

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