Revista teatros

 Premios como el Nacional de Teatro –“Sweeney Todd”–, dos Max a la mejor dirección –“Sweeney Todd” y “Follies”– y un tercero como mejor espectáculo de teatro –“La reina de belleza”– o el Ciutat de Barcelona de las Artes Escénicas convierten a Mario Gas en uno de nuestros grandes hombres de teatro. Actor, director de cine, teatro y ópera y gestor cultural –dirigió el Teatro Español–. Ningún palo de este oficio ha escapado a su magia.  

¿Por qué Sócrates?

Porque es un personaje paradigmático para reflexionar sobre el estado actual de las democracias occidentales.

¿Por qué era (y sigue siendo) tan peligroso Sócrates?

Porque era un hombre que pensaba por sí mismo, que tiraba de la manta, tiraba del hilo, que de una pregunta iba haciendo otra, que iba investigando sobre la verdad hasta hacer que el interlocutor llegara a conclusiones por sí mismo. Esto puede ser corrosivo ante un estado que se llama democrático…

¿Cómo es el Sócrates de Mario Gas y Alberto Iglesias?

Para eso hay que ir a verlo al teatro (risas).

Es la historia de un hombre íntegro, injustamente condenado, que, incluso pudiendo huir, acepta su condena. ¿No hubiera sido más acertado luchar?

Algunos creen que el mejor método de lucha es aceptar el sistema de las leyes que lo han condenado injustamente para dar ejemplo con ello. Ya sé que para un pragmático podría decir que es una solución arbitraria pero también es como poner en un espejo a la propia sociedad que le ha condenado injustamente.

¿Hay Sócrates hoy?

Pues yo creo que hay muy pocos, tendríamos que salir con un fanal a buscarlos por ahí y a lo mejor no encontraríamos a casi nadie. Gente que se crea que es como él y que lo pregone a los cuatro vientos igual sí, pero que tenga su actitud, su limpieza y su dialéctica, yo creo que hay pocos.

Sócrates dijo algo así como que es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece no. ¿Está de acuerdo?

Por supuesto. El que la padece igual tiene graves consecuencias para él, pero el que la produce realmente ese sí que es un ser nefasto.

El montaje está construido como un juicio en el que el público es en cierto modo partícipe. ¿De qué manera?

Yo creo que lo que nosotros hemos planteado es una visión sobre el Sócrates encausado, es decir, hablamos del juicio, por eso el subtítulo del espectáculo. Más que referirnos a la actitud heroica de él, más que referirnos a un posible desmenuzamiento de su filosofía, más que ir por ese camino estamos enfrentando al hombre con una democracia que se llama a sí misma democracia. Al público se le hace partícipe en la medida en que destruimos la cuarta pared y se habla con el público directamente. Se le interpela directamente, digamos que bajo un punto de vista brechtiano.

¿Qué ha descubierto Mario Gas de Sócrates en este proceso?

De los grandes pensadores se van descubriendo constantemente cosas, pequeños detalles. Lo que de Sócrates me gusta volver a constatar es su argumentación, su partir de la nada para ir descubriendo cosas, su compromiso consigo mismo, su compromiso con una democracia que está tutelada por poderes fácticos, su integridad y su entereza.

¿Esa es también la lección más valiosa que nos ha dejado, su integridad?

Yo creo que cada persona que lea lo que se ha escrito sobre Sócrates, que se interese por su biografía, que vea la película de Rossellini, que vea nuestro espectáculo tendrá que decidir por sí mismo.

Cuéntenos cómo fue volver a Mérida, cómo fue ese estreno y cómo está siendo la acogida a este montaje.

Volver a Mérida siempre es agradable, es un sitio estupendo, es un lugar al que hay que tratarlo bien y mimarlo para que devuelva mimos, siempre es un placer volver a Mérida y hacer teatro allí y yo tengo un idilio con Mérida.

Si le digo José María Pou…

Un hombre comprometido con su oficio y un excelente actor y excelente hombre de teatro.

Lo mejor y lo peor de este oficio…

Lo mejor es precisamente el oficio en sí mismo, el poder de algún modo conocer gente, especular sobre temas que te interesan, poder explicarte a ti mismo en la sociedad que te ha tocado vivir, ser útil. Lo peor, la tontería de eso que llaman el glamour, los celos, la envidia, el creer que es una cosa así de cara a la galería. Eso es lo peor, los falsarios, los mercaderes.

Después de tantos años, le sigue sorprendiendo de su profesión…

Me sigue sorprendiendo el esfuerzo y el amor que existe en esta profesión cuando las condiciones no son buenas, que siguen luchando por hacer esta hermosa profesión. Y me sorprende que los políticos muchas veces repiten las estrategias que repitieron otros. Y actualmente me sorprende que no hayan quitado ya el 21% de IVA.

¿Borraría algo de su curriculum?

Yo nunca hago caso de mi curriculum, mi curriculum les sirve a otros, a mí… ni borraría ni añadiría. Es lo que es.

Sus referentes han sido…

Llenaría muchas páginas (risas). Mis referentes son gente de mi familia, mi padre, mi tío, mi hermano, que me han ayudado mucho desde el punto de vista de cómo es la profesión. Mi padre era cantante y actor, mi tío actor y mi hermano era músico, director de orquesta y pianista… Compañeros que me he encontrado a lo largo de la carrera, algunos directores de cine en los que me fijo mucho, algunos directores teatrales y observar, pensar y recrear.

Un director no debe olvidar nunca…

Que lo que tiene que hacer tiene que servir para que el espectáculo sea entendido por aquel público al que quiere dirigirse.

El último montaje que ha visto…

“Sugar” que se ha hecho en la Sala Gaudí de Barcelona. Un musical sobre “Con faldas y a lo loco”.

Le habría encantado tomarse un café con…

Con la gente con la que me he tomado cafés ya me ha gustado (risas). Pero cualquier día me gustaría tomarme un café con Charlotte Rampling, por ejemplo, o con alguno de esos directores que me gustan y también con alguien amigo que a lo mejor ya no está aquí.

El teatro es…

La manera que yo tengo de respirar y de pasearme por la vida, es la manera de ser útil a la sociedad y a mí mismo, es la manera que me gusta a mí de vivir.