Publicado el 01 de Enero de 2018
Marta Poveda
Obra: El perro del hortelano
Somos conscientes de la fortuna y la responsabilidad de transmitir un legado cultural centenario
Teodoro, Diana y Tristán o, lo que es lo mismo, Rafa, Marta y Joaquín. Tres de los pilares firmes y robustos sobre los que se asienta, en los últimos tiempos, una CNTC que ha enamorado a todos. Y algo tendrán que ver en este idilio las tablas, la presencia, el trabajo y el talento inmenso de este trío. “La dama duende” hace nada, pero antes esta “El perro del hortelano”, “La vida es sueño” o “La verdad sospechosa”. Noches de gloria en el seno de esta compañía.
¿Cuántas alegrías le ha dado este ‘perro del hortelano’?
La alegría de tener la oportunidad de ahondar en un personaje tan complejo, tan completo, tan bello durante más de un año. La alegría de viajar por España para compartir esta función con el máximo público posible. La alegría de haber construido esta función bajo la batuta de Helena Pimenta, que ha profundizado en la poesía, la pasión y el conflicto femenino sin vanalizar un solo concepto. La alegría de trabajar con actores como Oscar Zafra, Paco Rojas, Pedro Almagro, Joaquín Notario o Fernando Conde, cuyos trabajos miro y admiro cada día. La alegría de estar envuelta en la luz de Juan Gómez Cornejo o de llevar una segunda piel inventada por Pedro Moreno y Rafa Garrigós. La alegría de hacer temporada en el Teatre Nacional de Catalunya y vivir una acogida espectacular. La alegría de volver a Madrid y seguir jugando y arriesgando con este personaje… Y podría seguir…
¿Recuerda la primera vez que leyeron “El perro del hortelano”?
Recuerdo que fue un encuentro muy lúdico en la sala Tirso de Molina, con increíbles ganas de hacerlo sonar.
Cuando uno vuelve a esta obra ya para interpretarla, imagino que la lectura es bien diferente. ¿Qué ha descubierto de ella cuando la ha abordado en el seno de la CNTC?
Descubrí la grandeza de los personajes femeninos y cuánto amaba Lope su sensibilidad. Marcela es sensualidad, alegría, viveza… Diana ve en Marcela todo de lo que ella carece y la envidia y admira a partes iguales.
También empaticé mucho con la soledad de Diana, sujeta con cadenas de oro a un palacio que no le permiten gobernar, criticada por su posición y por su género, una mujer a quien nadie tiene interés por comprender pero todos quieren algo de ella. Su entereza y su valentía residen en su fragilidad, por eso la función es tan apasionada, porque combina contrastes bellísimos. Y entendí que Lope acude a un final casi mágico en un ejercicio de habilidad sobrehumana para hablar del dolor y la felicidad en un mismo texto.
La CNTC repone esta temporada este éxito de la anterior. Suponemos que el montaje en esencia es el mismo, pero ¿su forma de enfrentarse a él ha cambiado después de los aplausos en Almagro, en Madrid y en la extensa gira? ¿Cómo se enfrenta ahora a él?
No me canso de decir que a los grandes autores no te los acabas. Después de tres meses sin hacer la función, el personaje no se ha ido, permanece como una incrustación celular, y ese reposo hace que cuando vuelva a salir, tenga ganas de decir otras cosas, y todas suman. La inflexiones juegan, las palabras adquieren nuevos colores, el cuerpo gana expresiones. El personaje te lleva a tí. Es una de las locuras por las que una se hace actriz, es casi metafísico.
Háblenos un poquito de las virtudes del montaje ideado por Helena Pimenta.
Es un montaje bello, elegante, divertidísimo, apasionado, profundo en los conceptos, muy físico, muy fluido, con el sello inconfundible de su estética y su amor por la palabra.
¿Y sobre su personaje, qué nos diría? ¿Quién y cómo es Diana?
Diana es una neófita de las emociones que empieza a querer conocerse a sí misma. Sentir envidia y celos le duele, lo rechaza. Sentir amor le encanta, la engrandece. Tiene la inteligencia y la intuición de reconocer el honor como una imposición inventada para arrebatar la libertar de ser. Y lo combate con torpeza a veces, pero con una gran honestidad y finalmente mucha agudeza. Su mayor logro en reconocerse a si misma. Eso me fascina de ella.
Si le pido una frase de su personaje, ¿cuál es la primera que se le viene a la mente?
“Maldígate dios, honor, temeraria invención fuiste tan opuesta al propio gusto, ¿quién te inventó?”.
Acostumbrados a nuestros grandes autores, a sus obras, al verso… ¿Cómo es el Lope que firma “El perro del hortelano”?
Mágico, feliz, enamorado, sensible, irónico, complaciente, es un águila real.
Como pilar fundamental de la CNTC y, sin duda, parte fundamental también del esplendor que vive, más si cabe, la compañía en los últimos años. ¿Conocen el secreto de ese encantamiento entre la CNTC, la crítica y el público?
El amor a la palabra, para empezar, y el afán por hacerla llegar en todo su esplendor y profundidad. La programación es muy jugosa, variada e ideada para acoger muchos tipos de público. Un equipo técnico solventísimo. Creo que Helena y quienes la rodeamos siempre o durante el tiempo que nos toca, nos hacemos conscientes de la fortuna y la responsabilidad que significa transmitir un legado cultural centenario, y a la vez completamente actual. Ese empuje hace que todo crezca. Y por eso es atractivo. Hay mucho trabajo y de muchos.