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Miguel del Arco

Publicado el 01 de Abril de 2014

Miguel del Arco

Obra: Misántropo

 Siempre siento que no voy a ser capaz de sacar nada más adelante

 “Pasarán los años y yo seguiré diciendo bajito que he dirigido a Nùria Espert”. Y Nùria se quedó en su vida. También Carmen Machi y, cómo no, sus ‘kamikazes’. En los últimos años, desde aquella maravillosa y premiada “La función por hacer”, a este madrileño, actor, guionista, adaptador, director, le están pasando cosas muy bonitas. Ahora estrena en Madrid “Misántropo” tras llenar el Lliure de Montjuïc con “Un enemic del poble”.

Tras Pirandello y Gorki, ¿por qué Molière y “El misántropo”?

Es un título fabuloso. A medida que me he metido en los textos he descubierto que están bastantes unidos, no por un tema central, pero sí porque todos buscan la definición de la verdad de alguna manera: qué es la verdad y en qué consiste esta verdad del ser humano frente a los demás.


 

¿Qué grandes temas sobrevuelan la obra de Molière?

El aprender a convivir en sociedad, el ser honestos con el ser y el deber ser. También está quiénes somos cuando estamos en soledad, quiénes somos cuando estamos en sociedad y cómo hacer coincidir las dos versiones o las tres o las mil que tenemos cada uno. Pirandello ya decía que todos somos uno y mil y eso está también en Molière, igual que la definición del amor, cómo nos transforma, si nos hace ser otros y si ese otro es fiel a la persona que queremos ser. Todo consiste en la sinceridad con uno mismo.


 

¿Qué hay del misántropo de Molière en el misántropo de Del Arco?

En el Misántropo que nosotros hemos querido afrontar está todo Molière. Cualquiera que conozca la obra en profundidad la va a encontrar en un ochenta por ciento y quien no la conozca se va a hacer una idea bastante clara. Nosotros, como siempre, abordamos el trabajo con una gran admiración por el texto.


 

Unos dicen que Molière hubiera gritado ¡bravo! y otros que se hubiera suicidado con esta versión...

(Risas). Yo siempre parto de una gran complicidad con los autores, pero no hay ouijas ni nada por el estilo que nos puedan decir qué es lo que pensarían ellos de este momento. Lo que sí sé es que esos autores, si estuvieran aquí y ahora, estarían escribiendo cosas de aquí y ahora.


 

No harían esa arqueología... No se siente a gusto en esa línea…

Yo no digo que la vigencia del clásico no permanezca intacta por mucho que le vuelvas a poner a los personajes los miriñaques que llevaban en el siglo XVII y los pelucones y las caras empolvadas, yo no digo que eso no sea válido, simplemente a mí no me interesa. Esa misma libertad que doy a los demás para que hagan lo que quieran me la tomo yo mismo y se la concedo también a los actores para que hagamos lo que nosotros sentimos y donde nos sintamos felices y nos sentimos felices en esta fórmula. Ahora. Mañana no lo sé, mañana de repente sacamos y desempolvamos unos cuantos miriñaques (risas). Ha dicho en alguna ocasión que tiene muy buen ojo para los actores.


 

¿Qué le dan sus ‘kamikazes’ y qué les pide Miguel del Arco?

Hasta ahora, y espero poder decirlo muchísimo más adelante, “Misántropo” ha sido para mí el proceso creativo más feliz que he vivido y creo que ha sido fundamentalmente porque nos hemos concedido una serie de cosas que tienen que ver con nuestro proceso juntos. “Misántropo” empezó en casi una exigencia mía de ‘no me dejéis solo ante la escritura’ (risas). Les propuse una especie de taller partiendo del original, es decir, desmenucemos el clásico de Molière, hablemos de él y ahí estaban los actores, pero también el iluminador, sonido, música, escenografía, vestuario, es decir, estaba toda la compañía, todo Kamikazes, éramos 21 personas. Y con todas estas charlas que tuvimos a lo largo de un par de meses yo me fui a escribir, después saqué la versión, se la entregué e hicimos un taller de quince días en el que ya estaban también ideas sobre el montaje a nivel creativo y también a nivel de compañía y de empresa, porque las cosas están como están y hay que agudizar el ingenio para saber cómo vamos a desempeñar un espectáculo con siete actores, es casi como un hecho heroico. Después, nos dimos el verano y el uno de septiembre empezamos a ensayar. Cuando llegamos a los ensayos había ya una cantidad de informaciones, había ya una cantidad de complicidad establecida desde los cinco años que llevamos ya juntos, desde “La función por hacer”, que realmente te puedes zambullir a crear. Es un espacio que yo siempre exijo pero que cuando no conoces a la gente tienes que ganarte de alguna manera la complicidad y el derecho a poder probar. Aquí ya estaba ganado de ante mano y entonces es muy placentero poderte perder y poderte encontrar y poder probar, inventar cosas que no sabes muy bien dónde estás ni cómo van a funcionar pero sí poderlas probar sin los pudores de tenerte que explicar, sin tener que dar resultados inmediatos, para mí y para ellos, para los actores, para la escenografía, para la música… Yo eso lo exijo para mí y evidentemente lo reconozco para todos mis colaboradores. Ha sido fabuloso, han sido unos ensayos muy fluidos, muy vertiginosos y muy amorosos, llenos de humor y llenos de pruebas diferentes, de explorar en los límites que es donde a mí me gusta estar.


 

 

Los últimos años de Miguel del Arco están llenos de éxito y premios. ¿Sería capaz de hacer un top cinco?

Me salen más de tres (risas). “La función por hacer” porque fue la génesis de una forma de trabajar, de esta relación con los actores y con mi equipo que me ha acompañado a lo largo de todos mis montajes. “La violación de Lucrecia” porque trajo a mi vida a Nùria Espert y, afortunadamente, se ha quedado en ella. Y “Juicio a una zorra” porque trajo a mi vida a Carmen Machi y también se ha quedado en ella.


 

Una relación que va más allá…

Y se han quedado no solamente como amigas sino como compañeras también de vida profesional. Tengo unos proyectos con ellas que los pienso, que los sueño y siempre están ahí de alguna manera presentes en mi vida, tanto la personal como en la profesional.


Con más de una decena de Max en tres años, ¿uno se acostumbra?

Yo no aprendo de un trabajo a otro, soy muy trágico, los vértigos de cada trabajo me ponen en un estado en el que siempre siento que no voy a ser capaz de sacar nada más adelante. Pero voy aprendiendo a reírme de mí mismo.


 

No han perdido la cabeza entonces…

No, esta lejanía sobre mis miserias también las tengo sobre mis glorias (risas). Entonces eso está bien, visualizarlas sin perder la cabeza. Nunca la perdimos. De la ceremonia de los Max de “La función por hacer”, que fueron los primeros, la avalancha, recuerdo la celebración con mi gente, la alegría de la celebración, pero que en ningún momento eso se sube luego a ningún sitio. También te vas encontrando con gente que opina y dicen cosas muy feas y también aprendo a colocar que en mi vida personal y en mi vida profesional no tengo por qué gustarle a todos.


¿Qué pasará cuando Del Arco no acierte?

Ya me ha pasado con mucha gente (risas). He tenido mucha suerte con los espectáculos, suerte y mucho trabajo, pero he tenido críticas terribles de gente que le parece directamente vomitivo mi trabajo. Hay gente que se pone tan vehementes que parece que le estás haciendo una ofensa personal por desempeñar su trabajo a mí eso me parece una barbaridad (risas). Te puede gustar o no te puede gustar, pero en mi trabajo, yo creo que en el de toda la gente que se dedica a esto, siempre hay un planteamiento con un rigor brutal y una cantidad de trabajo bestial detrás.


 

No hará nunca nada en lo que no crea.

Siempre digo que nunca voy a hacer una mierda. Podré acertar o no podré acertar, podré gustar o podré no gustar, pero una mierda nunca haré porque eso es una cosa que exige que no estés metido dentro del espectáculo y eso no va conmigo. Si decido hacer algo me pongo como si me fuese la vida en ello porque me va la vida en ello, porque esto es mi vida (se pone vehemente) y me gusta mucho que lo sea.


 

Alguien ha dicho que cuando ves un montaje de Miguel del Arco no dudas de que también te apuntarás al siguiente. ¿En ese rigor y trabajo está el truco?

No es un truco, es una forma de vida, porque un truco tiene algo de engaño y esto no tiene ni trampa ni cartón. Ya te digo que luego puedes enganchar o no, pero hay una seriedad y un rigor. A mí me gusta argumentarlo todo. Acabamos de hacer “El enemigo del pueblo” y ha habido una cosa que no ha enganchado. Ha sido un exitazo brutal, la sala se ha llenado hasta las trancas, pero a veces la gente decía ‘pues a mí esto no me gusta’… Un día una señora muy vehemente del público me dijo ‘me ha gustado mucho el espectáculo, pero esto no me ha gustado nada, pero nada, nada, nada, porque me parece completamente gratuito’ y le digo ‘eso no, no es gratuito, primero porque viene metido dentro del precio de la entrada, usted ha pagado por ello (risas) y, además, si usted dice gratuito porque a mí se me ha ocurrido hacer esto porque sí, ya le digo yo que no. Yo tengo toda una argumentación y se la voy a contar… Ahora, que a pesar de toda esa argumentación usted piensa que esto no era necesario, eso ya es su opinión, pero no es gratuito, está profundamente argumentado y profundamente hablado’ y yo creo que eso en todas las cosas que aparecen en un espectáculo que yo firmo está.


¿Tiene en mente ya el siguiente? ¿Qué le gustaría encarar si no ahora, en el futuro?

El comienzo del año ha sido estupendo porque hemos empezado con “el enemigo del pueblo” en el Lliure con la sala llena hasta la bandera y seguramente con repetición el año que viene. Luego iba a hacer mi primera película. Tengo un guion escrito desde hace tiempo por un encargo que me hizo Fernado Bovaira e íbamos a rodar este verano, pero se ha pospuesto al verano que viene. Como yo tenía el año en principio bastante barrido para hacer la película, he tenido que recomponerlo, pero tampoco me cuesta mucho porque afortunadamente tengo muchas ofertas y luego desde Kamikazes somos creadores de proyectos. Estoy ahora mismo escribiendo –acabo de arrancar, confiesa entre risas- un proyecto que espero abordar con ‘la Machi’ a finales de este año, que será una producción de Kamikaze y de la productora de Carmen, Mamá Floriana. Y luego seguimos adelante con un proyecto que a mí me hace una ilusión tremenda que es la unión con Andrés Lima y con Alfredo Sanzol, que estamos inventándonos un contenedor, un recipiente que nos una para juntar sinergias, son dos directores a los que admiro profundamente, a los que quiero y con los que soy muy feliz trabajando y le estamos dando vueltas a algo que nos una en un proyecto común seguramente como para mediados del 2015, pero es un proyecto lo suficientemente gordo como para que tengamos que darnos el tiempo para pensarlo. Este año estoy un poco más tranquilo, lo que pasa es que por el camino tengo el estreno de Misántropo en Madrid, la reposición de La violación de Lucrecia en el Teatro de La Abadía y hace dos años que no la hacemos, así que me pondré mano a mano con Nuria y seguimos viajando con Misántropo y seguimos viajando con La función por hacer, que hemos empezado a salir fuera y ahora en el mes de abril nos vamos a Sudamérica y en septiembre y octubre hay otra ‘girita’ por Sudamérica. Planes no faltan…

 

 

 

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