Revista teatros

 “La casa de Bernarda Alba” o “Sonata de otoño” han consagrado a esta actriz sobresaliente que ganó el Premio de la Unión de Actores por “La verdad sospechosa” de la CNTC.

¿A qué nos enfrenta "El alcalde de Zalamea"?

Para mí “El alcalde…” es la ruptura de todos los valores en todos los sentidos. Yo soy una mujer que ha tenido que llevar el valor de la feminidad en mi casa porque mi madre ha desaparecido a muy temprana edad y aparece este hombre y tiene todas las rupturas del sentido del honor en todos los sentidos. El honor familiar, el honor frente a los demás y el propio honor porque hay una violación de por medio. Es la agresión. A mí me enfrenta a cómo sobrevivir a un acto en el que te han roto el alma. Entonces hay una frase que escuché a una persona que además la violaron que decía: llevo diez años muerta en vida y esta mujer cuando termina la función termina muerta en vida. 

¿Qué nos ofrece Calderón hoy?

Todo. Justicia frente a venganza; la mujer como utensilio, es decir, como persona que no tiene valor; el enriquecimiento personal, el orgullo personal, el sacar beneficio propio frente al bien común… Desgraciadamente es que hemos crecido muy poco como sociedad en general.

Si le digo “El alcalde de Zalamea” desde su personaje...

Es la ruptura de todos los valores. Yo soy una mujer que ha tenido que llevar el valor de la feminidad en mi casa desde muy temprana edad y aparece este hombre y rompe con el honor en todos los sentidos: el familiar, el honor frente a los demás y el propio honor porque hay una violación. A mí me enfrenta a cómo sobrevivir a un acto en el que te han roto el alma.

Su personaje es Isabel.

Es la víctima y lo único que intenta es mantener hasta el final la dignidad de su palabra. Ella no ha provocado nada, su vida ha sido absolutamente recta y se ve envuelta en algo que la destruye la vida.

Es muy particular la visión de las mujeres de Calderón en esta obra…

Es muy bonito porque hay varias mujeres en la función. Rita, que canta, Alba, que es otro personaje inocente, Inés, que es la prima, la que recibe los golpes de lo que le pasa a su prima y le cambia la vida y luego estamos Clara Sanchis que hace Chispa y yo, que somos como las dos caras de una misma moneda. Ella ha salido de una casa en la que probablemente estaba bastante maltratada por seguir a un hombre y se mete en el ejército y se mete en un mundo de hombres y tiene que defenderse en un mundo de hombres y sale adelante en un mundo de hombres y yo soy una mujer que vivo en un mundo de mujeres en el que por supuesto todo es limpio, todo es claro. Igual que el mundo de la chispa es todo negro, todo sucio, campo de batalla, campos, tierra, sudor, lo mío es todo claro, todo limpio y termino arrastrada al fango. Las dos mujeres terminan abocadas al mismo sitio pero las dos de dos maneras muy diferentes, desde un mundo de hombres hasta un mundo de mujeres, pero las dos tratan de mantener la dignidad hasta el final.  

¿Qué destacaría del montaje que ha ideado Helena Pimenta?

La vida. No hay ni una sola palabra que digamos en el escenario que no pase por el cuerpo, por el corazón. El verso es muy fácil para el espectador porque está vivo, todo lo que ocurre está vivo.

Es una de las caras habituales de la CNTC, que celebra este año su 30º aniversario. ¿Qué papel juega?

El papel es imprescindible. Hay que seguir creciendo, hay que seguir alimentándola, porque es un buen chaval al que hay que darle muy bien de comer y hacer que crezca sano y fuerte porque es absolutamtne necesario. Cada vez más hay gente joven que viene a ver teatro clásico y que sale muy contenta y eso cada vez es un alivio más grande porque ya no es privilegio de unos pocos, sino que es patrimonio de todos.