«2 delirios sobre Shakespeare» en los T. del Canal

¿Realmente Próspero es el anciano sabio y generoso de “La tempestad” que gobierna la isla a la que ha sido desterrado junto a su hija Miranda? ¿Y Julieta, muere junto a su amado Romeo? No en el caso de esta coproducción de los T. del Canal y el T. Real. Dos monodramas dirigidos por Tomás Muñoz con textos de José Sanchis Sinisterra y música de Alfredo Aracil que ponen en escena Irene Bau y Manuel de Blas junto al trío vocal –Mercedes Lario, David Azurza y Gerardo López– y los Solistas de la Orquesta Titular del Real dirigidos por José Ramón Encinar. Los días 14, 16 y 18 de Junio.

NO SE SABE SI Próspero es un demiurgo o un pobre actor loco, sí un hombre degradado, achacoso y ciego, que parece tener poderes sobre una música imaginaria. Julieta, por su parte, no ha logrado suicidarse y lleva viviendo treinta largos años en su propia cripta, en la oscuridad, sin poder salir de allí, con el recuerdo y la escucha como únicas compañías.

Tributo a Shakespeare

“El drama y un humor irónico se combinan en estos dos delirios para mostrarnos una posibilidad imprevista de dos personajes que ya nos son familiares. ¿Quién es Próspero? ¿Quién es Julieta? Dos preguntas que rinden un hermoso homenaje a Shakespeare en su cuarto centenario”, nos cuenta Tomás Muñoz, director de este espectáculo que presenta dos óperas de cámara, “Próspero: Scena” y “Julieta en la cripta”, escritas para un actor –Manuel de Blas– y una actriz –Irene Bau–, un trío vocal y un pequeño conjunto instrumental.

La escritura de Sanchis Sinisterra, a partir de textos de “La tempestad” y “Romeo y Julieta” se mueve en las fronteras de la teatralidad: lo intertextual, la metateatralidad, el cuestionamiento de la fábula y del personaje tradicional, lo enigmático. Por su parte, las notas compuestas por Alfredo Aracil rezuman emoción y poesía, mientras que la música que canta el trío vocal –siempre a la vista del público junto a los actores e instrumentistas– se inspira en compo-siciones del madrigalismo inglés de la época de Shakespeare y es de una gran belleza.

“He querido unir ambas piezas como si fueran dos actos de una misma ópera. He buscado la semejanza y las conexiones. El escenario es único, muy sencillo: un círculo de arena blanca donde se amontonan desechos blanquecinos que son los restos de un naufragio real o metafórico. Tanto Próspero como Julieta acumulan los deshechos de su pasado como si tuvieran síndrome de Diógenes”, afirma el director y finaliza: “Me gustaría que el público saliera con la sensación de haber disfrutado de un espectáculo único donde texto y música se entrelazan de una manera muy especial”.

 

 

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