Alberto San Juan estrena en la sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia «Macho grita«, un diálogo contemporáneo a partir del mito de Don Juan que podremos ver del 4 al 14 de mayo.
Junto a los músicos Claudio De Casas, Miguel Malla, Gabriel Marijuán y Pablo Navarro el actor y director pone en escena un montaje que él mismo ha definido así en esta entrevista que ha compartido con Carlos Tuñón:
“Macho grita” es un relato de cómo en España se construye históricamente ‘lo macho’, entendiendo tal cosa como un sistema de dominio que estructura la sociedad y las relaciones personales.
Y continúa:
Don Juan es un ejemplo de ‘lo macho’, de la voluntad de dominio. Es el pie para iniciar el relato. Don Juan es, además, me parece, la posibilidad de la rebelión, pero en esta ocasión no abordamos ese aspecto. La voluntad de dominio no es solo contemporánea, sino rabiosamente actual.
En palabras de Alberto San Juan
¿Soy un hombre? ¿O solo parezco un hombre? ¿Soy blanco? ¿O solo parezco blanco? ¿Soy europeo? ¿O solo parezco europeo? La victoria militar castellana en 1492 culmina la colonización del territorio hispánico y comienza en América el mismo proceso. La modernidad comienza con el desgarro de la comunidad plural que habitaba este territorio en un «nosotros», los buenos, y unos «otros», los malos, condenados todos por los siglos de los siglos. Esta pieza teatral parte del mito de Don Juan para hablar de la esquizofrénica experiencia de ser uno de los nuestros.
Vida
Macho grita es una crónica de mi propia ceguera sobre la historia de mi país. Un intento balbuceante de aproximación al proceso histórico por el cual se construye la norma que establece qué es ser español. Un intento de entender cómo se construye el sistema de poder jerárquico que nos gobierna, cómo se construye lo Macho —entendido como voluntad de dominio—, en este territorio llamado España. Una tentativa de identificar quiénes somos nosotros y quiénes los otros, y por qué la guerra entre ambas partes. La expresión, quizá, del anhelo de superar los pronombres personales y desembocar en algo que, sin dolor ni vergüenza, podamos llamar vida.
Alberto San Juan