Con “Yerma 2019” Espacio Guindalera se despide de la sala como sede permanente de la compañía

Con “Yerma 2019” Espacio Guindalera se despide de la sala como sede permanente de la compañía de repertorio Guindalera. El montaje, un Lorca brutal dirigido de forma magristral por Juan Pastor y protagonizado por María Pastor, Marina Andina, Alicia González, Raquel Pardos, Antonio Lafuente / José Bustos y José Carrasco, podrá verse los días 26, 27, 28, 29 y 30 de octubre y del 29 de noviembre al 22 de diciembre.

«Un proyecto así sin respaldo institucional es inviable. Estamos cansados de luchar para mantener el rigor y la calidad que nos han definido. No queremos caer en la degradación, hay que saber  irse con dignidad y con la satisfacción de un trabajo bien hecho hasta el final. No sé si vamos a anunciar el cierre para 2020 o encontrar creadores o entidades que se hagan cargo de la gestión y poder compartir lo bueno. Pretendo que mi padre siga dirigiendo al menos un montaje al año y que la compañía Guindalera no muera. Esta va a ser mi lucha a partir de ahora. Ojalá pueda de nuevo reinventarse, pero está claro que lo que ha sido Guindalera estos 20 años termina en diciembre. Es el final de una etapa», nos ha contado María Pastor.

Yerma 2019

Tras un apasionante Taller de investigación sumergidos en esta obra de Federíco García  Lorca, acompañados por un amplio equipo de  actrices, actores y creadores, bajo la dirección de Juan Pastor contando con la colaboración de Pedro Ojesto, Miguel Tubía, Arnold Taraborrelli y Carmen Vélez, entre otros, la Compañía GUINDALERA presenta su nuevo montaje: «Yerma 2019».

En una mirada a nuestro pasado vemos que el comportamiento de nuestros abuelos, reflejado en la obra de Lorca, estaba condicionado por unas exigencias sociales que podían llevarles a conflictos irresolubles y a un destino trágico. Durante muchas generaciones ese comportamiento nos ha marcado y hoy en día puede estar condicionando de forma negativa en el cambio necesario que nuestra sociedad actual requiere, fundamentalmente en la relación entre géneros y en los roles asignados a la mujer en este mundo cambiante.

 ¿De dónde viene el  inmenso deseo de procrear de Yerma? ¿Es algo que se encuentra en nuestra naturaleza, algo biológico,  el instinto de mantener la especie y que sobre todo se encuentra en el género femenino o es algo más activado por normas sociales muy arraigadas en nuestros abuelos y que obligaba a la mujer a cumplir con la inmensa responsabilidad de mantener la especie humana? 

Esa responsabilidad o exigencia genera en Yerma  una gran contradicción entre la tarea impuesta de procrear y la inmensa humillación de no poder hacerlo. Unas normas sociales estrictas le impedían hacerlo fuera del matrimonio, la honra se lo impedía. “¿Te figuras que puedo conocer otro hombre?… Yo no busco” dice Yerma.

Dos realidades, la primera, un coro de actores y actrices actuales reflexiona sobre el conflicto de Yerma generado en nuestro pasado, un pasado no muy lejano. Ese coro y las individualidades desgajadas de él, conforman la parte musical y dan una dimensión poética,  surgen de una raíz muy honda y adquieren otro relieve. Sus componentes participan como personajes-lavanderas juzgando el comportamiento de Yerma, en la romería como partícipes de ella o en momentos puntuales dando la altura poética requerida desde nuestro presente. Lo hacen a través de canciones, juegos rítmicos o movimientos corales.

La otra realidad está conformada por diferentes individualidades que salen y entran en el coro para encarnar los principales protagonistas de la obra, personajes de un pasado donde el destino de la mujer transcurría en una arcaica sociedad y se enfrentaba al profundo dolor ante el misterio de la vida y en este caso concreto al deseo desesperado de la fertilidad. Los actores y actrices hacen uso de la palabra de una forma profunda pero liviana y sin ser atrapados por la belleza de las palabras, alejados de la retórica, de lo «musical».

Poesía, pero verdad sin artificio. Se vivencia nuestro pasado encarnado por los personajes que participan en la fábula  de la obra. El orden y la tradición enmarcados en un principio de autoridad que exigía la práctica de unas determinadas funciones para los diferentes géneros en aquella sociedad. La función de la mujer casada era la de tener hijos. Esa imposición, constante en nuestro pasado histórico genera una inercia difícil de erradicar en pocos años y el coro, desde otra realidad,  reflexiona sobre esto. La individualidad de Yerma, su instinto, sus deseos, incluso su imaginación choca contra unas normas respetadas por ella misma y generan el conflicto principal de la obra y el coro que pertenece a nuestro mundo presente, reflexiona sobre esa herencia.

 



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