En Ultramarinos de Lucas, Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud en 2015, llevan un cuarto de siglo empeñados en hacer teatro sin prejuicios y con pasión. Prueba de ello son los 12 espectáculos para todos los públicos, niños y niñas, jóvenes y también para adultos, que tienen en cartel. Uno de ellos, este “¿Cuándo viene Samuel?”, una tierna reflexión sobre la importancia del juego en la infancia que protagonizan Juan Berzal, Juam Monedero y Jorge Padín. Una fiesta permanente en espera de la celebración de otra fiesta… En las Naves del Español en Matadero del 3 al 21 de noviembre.
“UNA PANDEMIA QUE nos ha alejado de los demás, que nos ha llevado al aburrimiento, a la espera, a preocuparnos por lo más básico de nuestra existencia, como les pasa a nuestros personajes. Desearíamos que mayores y pequeños se vean reflejados en el espejo del escenario, cuestionándose con alegría por su vida. El teatro es un misterio, debe estar cargado de misterio”.
Todo esto y mucho más se esconde, según Juan Berzal, su director y uno de los protagonistas junto a Juam Monedero y Jorge Padín, detrás de esta sencilla y conmovedora historia que Ultramarinos de Lucas trae a las Naves del Español.
“Una comedia para todos los públicos que invita a reflexionar sobre cómo vivimos la vida mientras el cuerpo se nos llena de risa y alegría”.
Mirar la vida jugando
Dos hombres esperan jugando junto a un columpio la llegada de Samuel para celebrar una fiesta. Pasa por allí el señor profesor, les da la lección y se marcha. El tiempo pasa, no deja de pasar, no termina nunca de pasar… Y ellos esperan otro día más. ¿Y si hoy ya fuera mañana? Subidos al columpio, tal vez puedan escapar…
¿Recuerda un poco a “Esperando a Godot”, verdad?
“La obra de Beckett es una inspiración más. En realidad, el asunto de la espera, que comparte con Godot, es una excusa para mirar a la vida de una forma tan lúdica como profunda. Porque se puede entender la vida como espera. O como aquello que hacemos para sobrellevar esa espera. Y nos interesa mucho cuestionarnos con los más pequeños (pero también con los adultos) a qué dedicamos nuestro tiempo”, afirma Berzal.
Y añade:
“Por otra parte, el lenguaje de Beckett, su forma radicalmente teatral, nos ha interesado mucho a la hora de escribir este texto pensando en niños y niñas”.
Un hombre que mira a la luna. Un hombre que abraza la tierra. Y el señor profesor, un hombre que lanza palabras al aire. Y sobre un suelo de tierra, un columpio alrededor del cual se mueven los personajes cargados de humanidad que protagonizan esta historia…
“Son personajes profundamente humanos, muy reconocibles en su animalidad, cercanos a los payasos, a los personajes de la comedia del arte, muy vivos porque se pasan el tiempo en una búsqueda permanente”, nos cuenta Juan Berzal.
Y continúa:
“Mantienen una relación de necesidad absoluta, de fraternidad en el sentido más puro de la palabra, por encima de amistades, odios, etcétera”.
Y eso que la pieza arranca con uno de ellos diciendo “Me aburro”. Y ahí reside también parte de la magia y la reflexión de este espectáculo que se interroga, desde el juego dramático más radical y disparatado, por ese misterio que supone el paso del tiempo en la infancia, pero que también reivindica el aburrimiento:
“Creemos firmemente que el aburrimiento es imprescindible para la creación. En este mundo en el que parece que no nos permitimos aburrirnos y, peor aún, no permitimos aburrirse a los más pequeños, pensamos que es necesario perder el tiempo sin tener la obligación de hacer nada”, finaliza Berzal.