Internacionalmente afamado por sus inventivas creaciones, filosóficas y socialmente afiladas, el coreógrafo francés Boris Charmatz, innovador de la escena contemporánea, estrena en España en el marco del Festival de Otoño a Primavera «manger», un espectáculo en el que explora el papel que la boca y el acto de comer juegan en el mundo de la danza con una pieza sobre la que sobrevuelan desde los actos cotidianos más mundanos hasta las cognotaciones sexuales más explícitas. La obra se disfrutará de pie, en el escenario, sin butacas asignadas, en los Teatros del Canal los días 14 y 15 de diciembre.
En manger, la obra que el artista estrenará en España en diciembre dentro del marco del XXXIV Festival de Otoño a Primavera, Charmatz asume el desafío de explorar el papel que la boca y el acto de comer juegan en el mundo de la danza y de la interpretación. En la obra, la comida sirve como un motor que destapa nuevas formas de movimiento. Según Charmatz, “en manger, toda la coreografía gira en torno a un juego entre la mano, la comida y la voz. Siempre me ha gustado la relación entre los dedos y la boca, me reta a crear movimientos”.
Aparentemente simple en su concepto, pero rica en la variedad de sus manifestaciones, manger es una pieza sobre la que sobrevuelan desde los actos cotidianos más mundanos hasta las cognotaciones sexuales más explícitas. Las manos, la boca y la voz, así como la relación entre todas ellas, han inquietado siempre a Charmatz. Y, a partir de ellas, ha creado una coreografía sobre unos de los actos fundamentales del ser humano: comer. El resultado es una experiencia sensual, un espectáculo que puede ser descrito como una instalación artística en movimiento. Comer es una acción común que excasas veces ha sido abordada desde un punto de vista coreográfico. Para Charmatz, “se trata de un hecho completamente carente de espectacularidad; es casi un proceso invisible. Sin embargo, al mismo tiempo, puede tener una carga simbólica y demostrativa muy potente. En su esencia, manger habla sobre hacer las cosas desaparecer. Es una pieza que se pregunta cómo digerimos la realidad”.
Creador de tinte radical, Charmatz es un innovador de la escena contemporánea, cuyo trabajo explora las relaciones entre la danza, el arte y la filosofía. Subvirtiendo las expectativas de su público, el artista rompe con las leyes formales y las rutinas habituales de la escena y logra ampliar las posibilidades del espacio coreográfico. En sus creaciones, una idea simple ocupa con frecuencia el lugar central y sirve como marco de referencia para todos los movimientos, que él lleva siempre al límite de sus posibilidades. En manger (obra que, antes de aterrizar en Madrid, pudo verse en enclaves tan míticos como el Musée de la danse francés o la Tate Modern londinense), Charmatz se interesa por el acto de comer como una metáfora. Durante una hora, 14 bailarines se alimentan de hojas de papel en blanco. Las mordisquean, las doblan cuidadosamente, las mastican. En la frontera entre una instalación móvil y un objeto sonoro indeterminado, el público asiste en escena a una digestión lenta de nuestro mundo.
¿Podemos bailar mientras comemos? ¿Podemos cantar con una barra de pan en la boca? En esta ocasión, Chamatz posa su mirada sobre algo íntimo, algo sobre lo que todos creemos conocer las reglas. Y logra cautivarnos, al tiempo que nos sorprende y nos inquieta. En manger, el artista se vale de una escenografía absolutamente desnuda –en escena vemos tan solo unos tubos de neón y micrófonos que cuelgan del techo- para poner en pie una sorprendente pieza. Los bailarines comen y gritan; y sus ruidos nos ponen la piel de gallina. Luego cantan melodiosamente y terminan en un lamento. Pronto caen abatidos y, de nuevo, las violentas sacudidas de su respiración nos conmueven. “Comemos para no tener que llorar. Comemos para digerir la información. Comemos para no gritar”, afirma el propio Charmatz.