Un siglo después de su estreno en el Teatro Principal de Valencia en 1917, la Zarzuela se viste de gala para reponer esta ópera con música y libreto de Manuel Penella que ya vimos sobre este escenario en 2012. La dirección siempre exquisita de José Carlos Plaza y un elenco de lujo, encabezado esta vez por artistas de la talla de Nicola Beller Carbone, Juan Jesús Rodríguez, César San Martín y Andeka Gorrotxategi, nos invitan a disfrutar de una de las grandes obras musicales de la vertiente española del género que, para mayor deleite, cuenta con la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el Coro del teatro. A partir del 23 de noviembre en el Teatro de la Zarzuela.
EL TORERO RAFAEL Ruiz ‘El macareno’ y el bandolero Juanillo, apodado ‘El gato montés’, se disputan el amor de la sensual gitana Soleá. Ella, agradecida al primero por haberla acogido cuando vagaba por las calles se ha ennoviado con él, pero, en realidad, ama al segundo. Surge aquí un triángulo amoroso estrechamente hilado a la muerte.
Negros presagios
“Soleá se enfrenta sin quererlo a dos amores tan diversos y sentimientos muy encontrados. De uno de ellos escapa, mientras se refugia en el amor elegido para terminar uniéndose con este en la muerte. El amor del que escapaba, que era un amor obsesivo, culmina esa obsesión secuestrando su cuerpo inerte para poder estar con ella”, nos cuenta Ramón Tebar, director musical de esta producción, y continúa: “Es una ópera de estilo verista que trata del amor pasional y el destino y que, si bien no finaliza con un crimen cometido por ninguno de los protagonistas, su desenlace sigue los giros del destino anunciado en el primer acto”.
A las palabras de Tebar –director de la Orquesta de Valencia, de la Ópera de Naples en Florida o de la Sinfónica de Palm Beach–, añade el tenor Andeka Gorrotxategi, alter ego de Rafael: “La música lleva una gran carga dramática reflejo del dramatismo del texto cantado. Habla del machismo, de la mujer como si de una posesión se tratase. Y de la pasión llevada hasta su última consecuencia que es la muerte”.
Cien años después
Han pasado cien años desde que Manuel Penella escribiera esta historia y la música que la acompaña y el Teatro de la Zarzuela no ha querido dejar pasar una celebración tan importante y repone esta producción de 2012 que tan buenas sensaciones dejó en el público. Dirigida por el tres veces Premio Nacional de Teatro José Carlos Plaza, al amparo de la batuta de Ramón Tebar, uno de nuestros directores más cosmopolitas y reconocidos, un doble elenco de indudable altura –Nicola Beller Carbone / Carmen Solís, Juan Jesús Rodríguez / César San Martín, Andeka Gorrotxategi / Alejandro Roy, Milagros Martín, Itxaro Mentxaka, Miguel Sola y Gerardo Bullón– encarna esta “obra maestra de la música española”, según Tebar.
Una pieza poco representada
Plaza, junto a Francisco Leal y los también Premios Nacionales de Danza y Teatro Cristina Hoyos y Pedro Moreno al frente de la escenografía e iluminación, la coreografía y el vestuario respectivamente, ha imaginado una pieza limpia, casi minimalista. “La virtud de esta producción es contar una historia con tantas situaciones distintas con un escenario vacío excepto por un practicable y cuatro objetos”, afirma Gorrotxategi, no sin antes lamentar que, a pesar de que todos conocemos algunas de sus piezas y las hemos tarareado sin saber de dónde provienen, “es una pena que esta obra no esté en el repertorio operístico”.
“La música es de una riqueza melódica inagotable, de un romanticismo y honesti-dad desbordante mezclado con una gracia y frescura chispeante. Es fascinante observar la vena inventiva de Penella. Además, es un fantástico creador de atmósferas”, dice Tebar y finaliza: “Quizás aparentes clichés y la música de pasodoble tan presente en la obra han atraído muchos prejuicios sobre esta música. Haber tenido la oportunidad de estar enfrente de esta inspiradísima partitura alimenta mi estupefacción de por qué se hace tan poco en España y nada en el extranjero. Deberíamos de estar orgullosos de tener obras de arte como estas”.