«Espectros«, el drama familiar de Henrik Ibsen, llega al Teatro Español adaptado y dirigido por María Fernández Ache y protagonizado por la propia Fernández Ache junto a Javier Albalá, Carla Díaz, Manuel Morón y Andrés Picazo. La cita, en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español del 27 de enero al 5 de marzo.
¿Qué habría ocurrido si la Nora de Casa de muñecas no hubiese roto sus cadenas y se hubiera quedado con su esposo?… Esta reflexión parece haber llevado a Ibsen a escribir su siguiente pieza: Espectros. Cuando, en 1882, se estrenó, desencadenó un enorme escándalo.
«Espectros» cuenta la historia de Helena Alving (María Fernández Ache), una viuda acomodada dedicada a la construcción de un orfanato con el que honrar la memoria de su difunto esposo, el capitán Alving, un hombre de moral intachable y de gran estima para la comunidad. La construcción está supervisada por el padre Manders (Javier Albalá), ejemplo de moral, distinguida personalidad de la comarca y guía espiritual de Elena. La acción transcurre el día previo a la inauguración del orfanato, cuando Osvald (Andrés Picazo), el hijo del matrimonio, regresa con aires renovadores al hogar familiar tras años formándose como artista en el extranjero.
“Todo esto, que parece idílico, esconde muchos secretos”, explica María Fernández Ache, adaptadora, directora y coprotagonista de Espectros. “Nos encontramos con una familia absolutamente disfuncional, donde no ha habido amor ni verdad. Esta es una obra que habla de la luz, la oscuridad, la verdad, la mentira. Todas estas antítesis conviven en un mundo de tensión entre la ética y la falsa moral doctrinaria, pacata y conservadora”.
Estrenada en 1882, la obra de Ibsen desencadenó un enorme escándalo. Fue descrita como “una cloaca abierta”; nunca antes se habían diseccionado y atacado tan abiertamente los principios y fundamentos de la estructura patriarcal: la familia, con el hombre a la cabeza, ha de ser preservada a toda costa; la reputación, protegida a sangre y fuego. La mentira −y la oscuridad que esta arroja−, permiten perpetuar la opresión de la mujer y la violencia sexual, ejercidas dentro y fuera del hogar y sostenidas con la forzada complicidad de las propias víctimas.
“Los espectros son todo aquello que, aunque está muerto, regresa del pasado para atormentarnos, el legado difunto de nuestros padres: esas ideas, doctrinas y opiniones muertas de las que no conseguimos librarnos”, explica Fernández Ache. “La obra nos recuerda la necesidad de vivir con una columna vertebral de humanidad y hasta qué punto la ocultación, la mentira y las apariencias acaban generando una atmósfera en la que se pudre lo más auténtico que hay en nosotros”.