«Festen»: Un bofetón en la conciencia

En 1998 el danés Thomas Vinterberg dirige el que dicen es su mejor trabajo hasta la fecha. “Festen”, cuyo guion firma junto a Mogens Rukov, es una cinta que inaugura el movimiento Dogma, que el propio Vinterberg cofundara junto al polémico Lars Von Trier. Tiempo después Bo Hr. Hansen firmó la adaptación teatral de un texto absolutamente contemporáneo, brutal y cruel, que ahora, pasado por los ojos y las manos de Magüi Mira, se convierte en auténtica poesía teatral. Materializando su propuesta, diez grandes actores nos ponen cara a cara frente a la hipocresía de un mundo capaz de callar los hechos más abominables. En el Teatro Valle-Inclán a partir de mañana.

TRAS AÑOS DE AUSENCIA, Christian vuelve al hogar familiar para celebrar el 60 cumpleaños de su progenitor, el todopoderoso Helge. La cena, a la que asisten también el resto de sus hermanos y otros parientes, da comienzo con un discurso en el que Christian denuncia cómo su padre abusaba sexualmente de él y de su hermana gemela, ahora muerta, cuando eran pequeños.

Silencios que lo llenan todo

El viejo y oculto secreto estalla en pedazos. Silencio. Más silencio. “Los silencios son interminables, odiosos, porque nos cuentan a qué nivel de toxicidad, a qué podredumbre llega la hipocresía”, explica Magüi Mira, que firma la versión y la dirección de este texto, “absolutamente contemporáneo, necesario, brillante”, de los daneses Thomas Vinterberg y Mogens Rukov.

Magüi ha hecho un magnífico trabajo de poesía teatral y ha conseguido sintetizar en diez actores –Gabriel Garbisu, Roberto Álvarez, Carmen Conesa, Jesús Noguero, Clara Sanchis, Manu Cuevas, Karina Garantivá, Carolina África, David Lorente e Isabelle Stoffel– a toda una familia. Una familia herida que trata de tapar viejas cicatrices que ahora vuelven a sangrar.

Pero “Festen” no sólo habla sobre el incesto y la pedofilia. “Es un golpetazo a las conciencias. Vivimos en un sistema que está podrido y, sin embargo, la hipocresía endémica, brutal, enferma, nos lleva a mirar hacia otro lado”, afirma la directora. Y es que durante esa cena, la atmósfera se llena de silencios llenos de palabras, pero nadie dice nada…

Una propuesta minimalista, muy radical, muy dura, pero muy hermosa, con música en directo. “El espectador se va a encontrar con un espectáculo con el que va a gozar. A pesar de que la historia es brutal y cruel, se cuenta desde la belleza. Por supuesto que la crudeza de la verdad que contamos impacta, pero también hay un gran goce porque no se puede dejar de admirar la belleza de lo que hacen los actores”, finaliza.

 

 

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