Basada en “La dama del perrito” de Chéjov, la obra de Brian Friel es un texto imprescindible en el repertorio de Guindalera desde su estreno en 2007 con magníficas críticas. Tanto es así que con él Juan Pastor ganó el premio de la ADE –Asociación de Directores de Escena– a la mejor dirección en el año 2011. María Pastor y José Maya vuelven a ponerla en escena desde hoy y hasta el próximo día 10 de enero como un homenaje al autor irlandés recientemente fallecido.
Estrenada en el Teatro Guindalera en diciembre de 2007 con magníficas críticas, en abril de 2008 María Pastor fue nominada a los II Premios Valle Inclán de Teatro por su papel de Anna. En 2009 Guindalera organizó un ciclo dedicado al autor Brian Friel, programando junto a El Juego de Yalta, Molly Sweeney y Bailando en Lughnasa. Los tres montajes, junto con El fantástico Francis Hardy, curandero (estrenado en 2013), todos del autor irlandés, recientemente fallecido, son imprescindibles en el repertorio de Guindalera y han proporcionado tanto a la compañía como a los espectadores, momentos memorables. La reposición de El juego de Yalta es nuestro homenaje a Brian Friel.
Por este montaje de El juego de Yalta, Juan Pastor ganó el premio de la ADE (Asociación de directores de Escena) a la mejor dirección en el año 2011.
El juego de Yalta está basado en “La señora del perrito”, uno de los últimos cuentos de A. Chejov, escrito cuando su salud era muy mala y sabía que sus días estaban contados. También es un texto de Brian Friel, que escribió habiendo cumplido ya los setenta años, por lo que es un trabajo de dos artistas maduros cuya fragilidad humana es innegable. Quizá por eso los personajes de esta obra transmiten esa sensación, personajes frágiles y fugaces que buscan dejar en el otro una huella perenne.
Un hombre y una mujer solitarios, al final del verano, en la costa de Yalta, disfrutan de un emocionante flirteo que con el tiempo se convertirá en amor apasionado, y lo hacen dirigiendo al público sus más íntimas percepciones sobre lo que les sucede, mientras le convierten en cómplice de sus juegos. Las atmósferas en la obra son más reales que los incidentes y sus personajes comparten con el público un sentimiento creciente de incertidumbre sobre lo que es real o irreal, sobre lo que experimentaron o simplemente desearon intensamente.
La obra explora aspectos del amor que penetran en el corazón y tocan el alma por el camino de la imaginación, un amor que se enfrenta a las convenciones, a la rutina, a lo vulgar y mundano.