“¡Oh buena fortuna, cómo ayudas a los osados y a los tímidos eres contraria!”. Bien podrían estar las palabras de Celestina dedicadas a este primer encuentro entre el hombre de teatro y académico José Luis Gómez y la Compañía Nacional de Teatro Clásico destinado al aplauso ferventísimo. Osadía para atraer la buena fortuna, pero también curiosidad, investigación infinita, rigor y un trabajo concienzudo visten a esta alcahueta a la que Gómez, que también firma la adaptación y la dirección, le insufla más que un soplo, la vida misma.
ENTRANDO CALISTO EN una huerta en pos de un halcón suyo conoce a Melibea y de su amor cae preso, pero ésta le rechaza y el joven regresa a su casa muy angustiado. Aconsejado por su criado Sempronio recurre a Celestina para que le ayude…
La punta del iceberg
Más o menos así transcurría el primer acto de una comedia que se encontró un joven estudiante de la Universidad de Salamanca, Fernando de Rojas. Tan impresionado quedó que decidió continuarla sin atisbar siquiera que aquel texto con aquellos personajes a los que él confirió un trágico final acabaría por convertirse en “una obra crucial en el desenvolvimiento y plenitud de nuestra literatura y de nuestra lengua”, en palabras de Juan Goytisolo.
Y con tamaño regalo entre las manos, nadie mejor que el director, actor, académico y hombre de teatro José Luis Gómez para, tras la lectura exhaustiva, las tercas preguntas, el estudio tenaz y un amor mayúsculo a la profesión y la palabra, traernos un clásico capaz de hablarnos de ayer, de hoy y quizás también de mañana.
“Pasa el tiempo y las sociedades seguimos tropezando en lo mismo”, afirma Chete Lera. Y eso que coincide todo el equipo en que no es posible entender “La Celestina” sin conocer el contexto social o la vida de su autor. Una España en la que bajo el reinado de los Reyes Católicos 250.000 españoles, judíos, son perseguidos y/o expulsados. “Hace una crítica durísima a la sociedad de la época, pero juega también con el sentido del humor”, afirma Lera, a lo que José Luis Torrijo añade: “Es un retrato impresionante de una época dura de la historia de España desde el miedo y el dolor del propio Rojas (era judío converso)”.
Mucha modernidad…
“Hay muchos puntos de modernidad y si este texto ha llegado hasta nuestros días es que obviamente hay algo en él que nos sigue removiendo”, señala Torrijo y continúa: “En “La Celestina” cada personaje va a su aire, cada uno va a buscar su provecho. Los criados se preguntan sobre su propia existencia y es una obra sin Dios. Y los personajes femeninos son gigantescos. De repente da voz a las prostitutas, algo que aún hoy en día sigue siendo moderno. Areúsa hace una defensa sobre la independencia de la mujer que se podría firmar ahora mismo cuando dice “no quiero depender de nadie, yo sola me basto para vivir””.
…y el poder del verbo
Gómez firma la adecuación de la obra para la escena –junto a Brenda Escobedo– y la dirección y también da vida a la “vieja barbuda que se dice Celestina, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay”.
Con él, con ella, Chete Lera, José Luis Torrijo, Marta Belmonte, Diana Bernedo, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Nerea Moreno, Inma Nieto y Raúl Prieto y sus personajes se mueven “en un espacio muy limpio en el que lo único que tenemos son actores y palabras”, nos desvela Torrijo, y añade: “Una de las cosas que le ha interesado a José Luis Gómez es el poder del verbo en Celestina. El trabajo con la palabra es muy riguroso y siempre incide en que esa palabra estriba en los impulsos que nos llevan a decir las cosas que decimos”.
Así, el espíritu de la palabra hablada es un personaje más. No en vano, a pesar de ser “La Celestina” una obra lingüísticamente muy compleja, es un auténtico monumento a la belleza del lenguaje, amén de otros atractivos como el tesoro de refranes históricos que recoge. Y así todo aquello que Rojas escondió hoy brilla con luz propia en el Teatro de la Comedia.