La compañía madrileña Guindalera estrena una nueva propuesta a partir de un texto de Chéjov, Tío Vania, con versión y dirección de Juan Pastor. Luis Flor, Alejandro Tous, María Pastor, Gemma Pina, Aurora Herrero y José Maya son los protagonistas de un montaje que podremos ver en el Teatro Fernán Gómez del 18 al 28 de enero.
Para este montaje, Pastor ha partido de un trabajo de investigación y estilo que da continuidad al proceso creativo desarrollado por la compañía en la pequeña sala de teatro que gestionaron durante 17 años en la capital, el Teatro Guindalera.
Nos lo ha contado Juan Pastor:
El proceso empezó reflexionando con estas dos frases: “No hay que tomarse nada demasiado en serio, porque la vida pasa muy deprisa” y “desear lo que no podemos tener es un error que solo produce angustia”. Lo valioso en la vida no está en ganar o perder, lo verdaderamente importante es sentirnos parte del juego. ¿Somos capaces de vivir cada instante mientras cargamos con el peso de la eternidad? Los personajes de la versión, en su deseo de ser felices en la eternidad, recuerdan su pasado lúdicamente, aquel pasado imperfecto con todas sus contradicciones donde nada fue superfluo porque todo fue valioso, lo positivo y lo negativo. Descubrimos que toda existencia ya vivida es motivo de celebración más allá del tiempo y del espacio.
Tío Vania es una de las grandes obras del escritor y dramaturgo ruso Antón Chéjov, y junto con Tres hermanas, La gaviota y El jardín de los cerezos, forma el gran legado de este autor. Se publicó en 1899 y se estrenó en 1900, bajo la dirección de Stanislavski.
En la propuesta de la compañía Guindalera, los personajes narran lo que sucedió años atrás en la hacienda en la que vivían y trabajaban duramente Vania y su sobrina Sonia. Junto a ellos vivía la madre de Vania, María; y también recibían de vez en cuando la visita de Astrov, un médico de quien Sonia estaba enamorada. La hacienda la había aportado al matrimonio con Serebriakov su primera mujer, madre de Sonia y hermana de Vania, y ya fallecida; por tanto, la propiedad pertenecía a Sonia, pero era administrada por Serebriakov, a quien cada mes Vania y Sonia enviaban las rentas. Serebriakov un día decide pasar unos días en la hacienda con una propuesta que hacer a sus habitantes. Lleva consigo a su segunda esposa, la hermosa Elena, de la que tanto Vania como Astrovestán enamorados. Pero la llegada del matrimonio a la hacienda va a desestabilizar la rutina diaria de los que allí viven.